Manifestamos nuestra conformidad con el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires al establecer la obligatoriedad –en escuelas y colegios– de la enseñanza del castellano.
Sin neologismos ni formas que conduzcan a la confusión y equívocos en alumnos o docentes.
Si bien el lenguaje es algo vivo, en cambio permanente, debemos tener presente algunos aspectos: una cosa es el cambio lingüístico y otra la variación lingüística.
En el cambio las modificaciones son diacrónicas, son estudiadas por la lingüística histórica, en la segunda son analizadas por la sociolingüística.
El cambio lingüístico es un proceso interno de la lengua. Lo que hay que tener siempre presente es que las modificaciones van surgiendo de manera natural y paulatina en el habla, en la comunidad. Nunca por imposición, exigencia o mirada ideológica.
La Real Academia Española expresó su rechazo no podemos ignorar la decisión– ante el uso de palabras aceptadas en el lenguaje inclusivo o no sexista. El desdoblamiento gramatical, manifestó entre otras consideraciones, del lenguaje inclusivo altera la economía del idioma.
Por otro lado llamar “inclusivo” al conjunto de palabras o vocablos – ficticios o imaginarios – se convierten en códigos excluyentes para quien no participa en ellos. No sólo es incorrecto sino que distorsiona la educación y la formación.
*Los autores de esta nota son: Danilo Alberto-Vergara, Ángel Alonso, Sandra Noemí Britos, Christian C. De Luca, Viviana Griselda del Río, Francisco García Bazán, Claudio Goncalves, Jorge Giorno, Antonio Las Heras, José María Lentino, Carlos Penelas, Fernando Sánc hez Zinny.