¡A mis 68 años estoy sorprendido! Nunca imaginé pasar por algo así. La vida depara increíbles desafíos. Esto va más allá de lo imaginable y perturba mi entendimiento.
¿En qué momento lo perdimos de vista? Hoy resulta que un virus nos da vuelta los esquemas y pone al mundo al revés. ¿Cómo era el imaginario social que construimos que no guardó lugar para “lo importante”? La soberbia del hombre, las ansias de poder, el consumismo desenfrenado, la corrupción, la manipulación de la Justicia, la demagogia, han roto el tejido social.
Hubieron varios avisos y llamados de atención, insuficientes.
¿Qué hemos hecho con nuestro planeta? ¿Qué hemos hecho con nuestra casa? Dedicamos nuestros esfuerzos a conseguir bienes, sin importar a quién o qué perjudicamos. Si bien la comunidad científica está mejor preparada que en el pasado, igual no hemos hecho la suficiente previsión para enfrentar la catástrofe. ¡Hay que saber que cuando uno tira una piedra al agua puede resultar salpicado! ¡Qué ingenuos! Pensábamos que podíamos controlar todo. El mundo no nos pertenece. Estamos sólo para administrar fielmente sus recursos. Esta advertencia, llamado de atención, castigo o justicia divina nos pone nuevamente en nuestro lugar.