Resulta común escuchar, con una fuerte dosis de razón, que la primera impresión es la que vale. Y si lo trasladamos a la realidad, cabría preguntarse cuál es la impresión que puede obtener de Mendoza un viajero que arribe a la provincia a través del Acceso Este porque a pocos kilómetros de la Capital abundan los basurales clandestinos y los escombros, sin que las medidas adoptadas por las comunas afectadas puedan llegar a poner coto a este tipo de situaciones.
Las autoridades departamentales, en los últimos años, han demostrado su preocupación en el mejoramiento y el mantenimiento visual de los accesos. En el caso del Sur, los trabajos que se desarrollaron en el sector que comprende a Guaymallén se repitieron en Godoy Cruz y en Luján. Así entonces, los espacios verdes centrales y en gran parte de los laterales, se extienden a lo largo de los poco más de 17 kilómetros existentes hasta el puente del río Mendoza.
Pero no puede decirse lo mismo del Acceso Este. Cabe recordar en este caso que la comuna de Guaymallén suscribió un acuerdo con Vialidad nacional para el mantenimiento de los espacios verdes ubicados entre la intersección con el Acceso Sur y el puente del ferrocarril en Villa Nueva. Los hechos demuestran que la tarea está cumplida. Hay limpieza -pese a que muchos visitantes no ponen cuidado en mantenerla- y los predios son regados periódicamente, lo que permite el mantenimiento también de la arboleda.
Sin embargo, a pocos metros hacia el Este, los montículos de basura y escombros han suplantado al césped y al arbolado. El solo tránsito por el lugar permite establecer que la comuna realiza permanentes tareas de limpieza pero resultan insuficientes ante la actitud de inadaptados que descargan allí, especialmente en horas de la noche, todo tipo de basuras.
Es más, por ordenanza municipal se han establecido multas que van desde los 500 hasta los 10 mil pesos a quienes infrinjan la norma. Quizás resulte interesante y hasta generaría una importante recaudación mantener en el lugar a algún inspector o bien se realicen recorridos permanentes a los efectos de aplicar efectivamente la medida.
La situación se repite luego a lo largo de la ruta, abarcando también espacios de otros departamentos, como Maipú y San Martín con un agregado no menos inquietante, como es la multiplicación de desarmaderos de automóviles que abundan a los costados de la principal arteria sin ningún tipo de exigencia en cuanto a su construcción. Un tema en el que las propias comunas deberán trabajar para solucionarlo.
En los últimos meses se ha desarrollado un importante trabajo destinado a la iluminación en un tramo del acceso, que parte desde el puente de hierro, en Villa Nueva y a lo largo de casi cinco kilómetros llega hasta la salida de la calle Rodríguez Peña, ya en el departamento de Maipú.
Una obra absolutamente necesaria y que debería continuarse por lo menos hasta San Martín, ya que constituye el tramo con mayor circulación de automotores. Restará sólo la terminación de la pasarela en un sector donde se han producido numerosos accidentes y la demarcación correspondiente de la ruta, tareas que deberían culminarán antes de octubre.
Sin embargo y, de continuar la actual situación, es muy factible que esa inversión en una obra tan importante se diluya ante la continuidad de los basurales que crecen a los costados. De allí que las comunas respectivas deberían profundizar los controles y aplicar con firmeza las multas anunciadas a los efectos de cortar con una situación que no hace más que afectar visualmente al principal ingreso a la provincia.
