Esclavos convertidos en soldados de la Patria

Los esclavos rescatados para el servicio de las armas, llamados libertos, fueron un elemento crucial en la composición del Ejército de los Andes. Se calcula que la mitad de esa fuerza estaba integrada por africanos y afromestizos.

Esclavos convertidos en soldados de la Patria

El 22 de enero de 1817 salieron del Campamento El Plumerillo cuatro compañías del Batallón N° 8 de Infantería a las órdenes del comandante Ambrosio Cramer, y cien granaderos liderados por el comandante Mariano Necochea, que hacían la escolta del General en Jefe, José de San Martín, por el camino de Los Patos. Acompañaba a esta división el Estado Mayor del ejército, con el Mayor General brigadier Miguel Estanislao Soler al mando de la vanguardia.

El estado de la seguridad de los realistas y las condiciones del terreno en el paso de Los Patos, que recorre el valle del Aconcagua, habían sido verificados previamente a través de un plan de espionaje pergeñado por San Martín y ejecutado con denuedo por el ingeniero José Antonio Álvarez Condarco.

El plan no viene al caso, pero sirvió para trazar los croquis del camino cordillerano de Uspallata y del que ahora recorrería el General en Jefe escoltado por una fuerza profesionalizada de granaderos y de soldados de infantería, estos en su mayoría africanos libertos, en las que depositaba toda su confianza y convicción respecto de su valor para la guerra.

El primer Escuadrón de Granaderos a Caballo había sido organizado en 1812 por el entonces flamante teniente coronel José de San Martin, con bautismo de fuego y victoria en la batalla de San Lorenzo. Habitualmente rememorada con la apelación al legendario Juan Bautista Cabral, “soldado heroico” y “de color”.

Respecto de la fortaleza, disciplina y entrega de los soldados negros, sobre todo en la infantería, San Martín se había expresado en varias ocasiones. Al tiempo que consideraba también que todo esclavo sería útil para alcanzar el número de soldados que se había propuesto enganchar al Ejército de los Andes.

Libertos para servir a la causa de la Patria

Los varones libres “de color” o de castas, vale decir africanos y descendientes de esclavos, habían servido durante el periodo colonial a la defensa de los territorios españoles en la región del Río de la Plata. Para el caso de Cuyo, por ejemplo, distintas fuentes indican la existencia de cuerpos de pardos libres desde las primeras décadas del siglo XVIII.

Pero ese grupo social nunca antes había sido movilizado con la intensidad y la extensión que propiciaron los revolucionarios patriotas desde 1810. Lo propio hizo San Martín en Cuyo en función de que sirvieran a la causa de la Patria o “de la América”, según sus palabras reproducidas por el general Gerónimo Espejo.

En particular, el Batallón N° 8 de Infantería, al que referimos antes, también llamado Batallón de Libertos, se organizó en 1814 recreando un cuerpo homónimo forjado por Manuel Belgrano un año antes en la coyuntura de la segunda campaña al Alto Perú, y diezmado en la batalla de Vilcapugio. Para su composición se había apelado principalmente al rescate, y en menor medida a la donación y la confiscación.

Esa línea de acciones había sido trazada en mayo de 1813, cuando la Asamblea General Constituyente aprobó crear un regimiento de esclavos rescatados por el Estado por considerar “de absoluta necesidad para la defensa común aumentar el ejército de la Patria”. El procedimiento consistía en la disposición para el Estado de esclavos, en buen estado de salud y en edad óptima para las armas, mediando una indemnización a los propietarios.

Estos eran impelidos a ceder un número determinado de esclavos dispuesto por el Estado, quien pagaba por ellos a través de distintos medios (como la entrega de tierras) con base en una previa tasación. Mientras que los esclavos rescatados pasaban a la condición de libertos y su libertad estaba condicionada al cumplimiento de un período de servicio en las armas, por lo general de 5 años o más.

San Martín conocía bien los batallones de libertos pues había marchado con parte de ellos en 1813, cuando se hizo cargo del Ejército Auxiliar del Perú (o Ejército del Norte).

Con seguridad, en base a ese conocimiento empírico defendió su idea de sumar a los esclavos cuyanos al ejército de línea y dispuso consecutivos rescates durante su gobernación y la de Toribio de Luzuriaga, hasta lograr imponer en setiembre de 1816 la leva de las dos terceras partes de la esclavatura de Mendoza, San Juan y San Luis.

Al momento del cruce de los Andes el Batallón N° 8, en particular, reunía algo más de 800 hombres distribuidos en 2 jefes, 29 oficiales y 783 soldados de tropa. Pero no era el único cuerpo del ejército que estaba integrado por libertos, también el Batallón N° 7 y el N° 11 estaban compuestos en buena parte por africanos y afromestizos que a través de su integración militar estaban asumiendo la causa de la libertad política de la Patria al mismo tiempo que la vía para alcanzar su libertad civil y aspirar a la movilidad social.

Por caso, en una solicitud elevada en setiembre de 1814 al propio San Martín, durante su mandato como Gobernador Intendente de Cuyo, el pardo Esteban Batallo peticionaba que en su lugar se le permitiera mandar un esclavo comprado con dinero prestado que estaba dispuesto a reemplazarlo en su condición de liberto destinado al Batallón N° 8 formado en Buenos Aires.

Argumentaba que una enfermedad que lo aquejaba y la orfandad en que dejaría a su familia, a quien sostenía con su oficio de oficial de zapatero, le habían persuadido de desertar de las filas del Batallón de Libertos y buscar como personero alguien que estaba dispuesto a asumir su lugar en el servicio de las armas.

Tras ponderar la situación, probablemente atendiendo a la vez a la distinción que confería tener un oficio y a la necesidad de contar con soldados saludables, San Martín accedió a la solicitud de Batallo luego de hacer verificar las buenas condiciones físicas del esclavo ofrecido.

La historia de aquel personero nunca ha sido restituida, como la de tantos otros negros que llegaron a sumar casi la mitad del Ejército de los Andes y que apenas encontraron representación en algunas figuras míticas que construyó la historiografía tradicional, como Falucho.

Aunque se ha dicho que alrededor de 150 soldados libertos que marcharon hacia Chile en 1817 con el general San Martín regresaron a Buenos Aires casi diez años después al finalizar su odisea libertadora en territorio peruano.

Silueta biográfica

Lorenzo Barcala, instructor del Ejército de los Andes.

Origen. Nació en Mendoza y fue criado en el seno del hogar del escribano del Cabildo Cristóbal Barcala, de quien recibió el apellido. La familia Barcala reconoció a Lorenzo como un pardo libre (en los censos de 1802 y 1814) y le brindó cuidado y educación, algo de difícil acceso para un descendiente de africanos en aquella época.

Funciones militares. En 1815, Lorenzo Barcala se incorporó a la milicia en el cuerpo de Cívicos Pardos de Mendoza y comenzó una carrera militar ascendente llegando a obtener el grado de coronel graduado. Cuando se alistó en el cuerpo de milicia que reunía a la "gente de color" se presentó como sastre y demostró tener un buen comportamiento.

En la gesta. San Martín no lo incluyó en la fuerza militar que cruzó los Andes para liberar Chile y le asignó la tarea de formar y disciplinar las tropas patriotas en Mendoza.

En ascenso. En la década de 1820, Barcala logró una fuerte ascendencia social, militar e incluso política, comandando cuerpos integrados por negros libres y esclavos destinados al servicio de las armas.

Luego de intervenir en la guerra contra el Brasil, tomó parte en los enfrentamientos entre unitarios y federales al lado del General Paz, hasta que fue tomado prisionero en la batalla de Ciudadela (1831) por las fuerzas de Facundo Quiroga. Este último decidió condonar su sentencia a muerte y nombrarlo su edecán.

Fin. Meses después de la caída de Quiroga en Barranca Yaco, Barcala fue acusado de conspirar desde San Juan contra el gobierno mendocino de Pedro Molina y la Confederación Argentina. Por ese motivo, fue sentenciado a la pena capital y fusilado el 1 de agosto de 1835, con casi cuarenta años de edad, en la plaza principal de la ciudad de Mendoza.

Reconocimiento. Nada menos que la pluma de Domingo Faustino Sarmiento se encargó de trazar la figura de Lorenzo Barcala como un patriota héroe de la revolución y civilizador de las masas.

En su obra Facundo (1845), Sarmiento asegura: “Lo que ha hecho de Barcala un personaje histórico es un raro talento para la organización de cuerpos y la habilidad con que hacía ascender a la masas las ideas civilizadoras”.

Homenaje

Escuelas. La 1-010 se encuentra en Alto Salvador, San Martín.

Otros espacios. Distintas calles en varios departamentos llevan su nombre.

Bibliografía

- Andrews, George Reid, Los Afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires. La Flor. 1989

- Masini Calderón, José Luis, La esclavitud negra en Mendoza. Época Independiente. Mendoza. D'Accurzio. 1962

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