Hoy se celebrará en todo el mundo el Día de los Humedales, formaciones que nos remiten a la importancia del agua y sus ecosistemas y que en nuestra provincia, como en el resto del país, son muy importantes.
La fecha del 2 de febrero como jornada mundial de estas lagunas, lagos, bañados y otras superficies húmedas, se vincula con la misma jornada, pero de 1977, en conmemoración de la firma del Convenio sobre los Humedales celebrado en la ciudad de Ramsar, (Irán) el 2 de febrero de 1971. Este acuerdo fue el primer tratado en el planeta relativo a la conservación y el uso racional de los humedales.
Por las condiciones de nuestra provincia, su clima semiárido y la persistencia de la crisis hídrica, que ya ingresó en su octavo año y los factores de cambio climático que nos afectan en Argentina, existen aproximadamente 600.000 km2 de humedales, lo que representa una ocupación del 21,5% del país.
¿Qué importancia tienen para nuestra provincia? Los humedales son espejos, cursos de agua o espacios ribereños (o costeros) de esos cursos. Son ecosistemas con gran diversidad biológica, reguladores del ciclo del agua y del clima, además de ser generadores de recursos hídricos para abastecimiento de agua dulce. Para Mendoza adquieren una relevancia muy grande, puesto que se trata de una provincia donde predominan climas árido y semiárido, y donde las precipitaciones oscilan entre los 80 mm y los 450 mm al año. La protección y el manejo racional de estos espacios son gravitantes para el desarrollo de la vida y las buenas condiciones ambientales.
El territorio mendocino, si bien ofrece diversos humedales, es poseedor de dos que forman parte de la Comisión Internacional de Ramsar, organismo perteneciente a las Naciones Unidas: Llancanelo, en Malargüe (declarada en 1995), y las lagunas de Guanacache, en Lavalle (declaradas en 1999), que son compartidas con San Juan. Ramsar está encargado de proteger estos espejos de agua y de definir políticas y planes de manejo.
Las dos formaciones Ramsar de nuestro territorio -Llancanelo y Guanacache- reclaman una gran protección no sólo de las autoridades sino de todos los ciudadanos, quienes deben extremar los cuidados para que persistan en el tiempo y, de esa manera, sus beneficios se extiendan a las futuras generaciones. Recordemos que Guanacache no tiene un plan de manejo ni se ha declarado alguna área protegida en su superficie. Sólo podemos contar con algunas acciones que realiza Parques Nacionales a través de Parque Las Quijadas, cuyo límite llega hasta el río Desaguadero del lado de San Luis.
Es de condición intermitente y hay años en que la sequía invade todo y los puesteros pierden sustento, se malogra su ganado y la calidad de vida se degrada notoriamente.
Llancanelo tiene nuevo plan de manejo presentado el año pasado para octubre, y la Secretaría de Ambiente debe ponerlo en práctica y poner más guardaparques, que hoy son muy pocos y con escaso equipamiento para un área tan grande. Estos últimos dos años los caudales del río Malargüe han mejorado gracias a los esfuerzos de años anteriores por parte de la entidad Oikos para que Irrigación comience a multar a los que roban el agua, y porque hubieron más precipitaciones con lo cual llegó más líquido, pero si no hay acciones de manejo firmes ese humedal está condenado. Hay algunos proyectos para combatir el tamarindo que avanza sobre diversos sectores de la reserva, pero más allá de eso hay poco y nada.
También es prioritario para esas formaciones, como las restantes del país, que sea aprobada de una vez por todas la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección de los Humedales, que obtuvo media sanción en noviembre de 2016 en la Cámara de Senadores de la Nación, y que se encuentra a la espera de su tratamiento en Diputados.