Brasil, primer exportador mundial de carne bovina y avícola, trataba el viernes de tranquilizar a los mercados tras desmantelar una red que vendía carne adulterada, incluso con productos cancerígenos, e involucraba a los mayores frigoríficos del país.
El nuevo escándalo impacta de lleno en otro sector clave de la primera economía latinoamericana, sumida en la peor recesión de su historia y con sus principales constructoras implicadas en el gigantesco esquema de sobornos descubiertos en Petrobras.
"Los funcionarios públicos (...), mediante recibimiento de sobornos, facilitaban la producción de alimentos adulterados, emitiendo certificados sanitarios sin ninguna inspección efectiva", indicó la Policía federal (PF).
Una parte de esos sobornos "se revertía a partidos políticos", dijo el comisario Mauricio Moscardi Grillo, que identificó entre los beneficiarios al PMDB del presidente conservador Michel Temer y a su aliado PP, dos formaciones igualmente embarradas por el caso Petrobras.
La operación incluyó 27 órdenes de prisión preventiva y condujo al apartamiento de tres funcionarios públicos y al cierre de tres frigoríficos, informaron la PF y el ministerio de Agricultura.
Hay además 21 establecimientos bajo sospecha.
Una de las unidades cerradas se dedicaba al sacrificio de pollos y las otras dos fabricaban mortadelas y salchichas, precisó el secretario ejecutivo del ministerio, Eumar Novacki.
Novacki admitió preocupación por el impacto económico del escándalo, pero afirmó que se trata de "casos aislados".
En un supermercado de los suburbios de Rio de Janeiro, muchos clientes expresaban su indignación.
"No compraré más carne mientras dure este problema", afirmaba Isaldina Rodrigues Monteiro, una empleada doméstica de 57 años.
"Uno lucha, paga sus impuestos, para consumir un producto averiado. Es lamentable", sostenía por su parte Silvia Farias, una profesora de 51.