Muchas mujeres incorporadas al mercado de trabajo, en particular aquellas que tienen una carrera profesional o han logrado posicionarse bien en algún puesto de trabajo en algún momento detienen ese proceso, se caen o directamente salen.
Es una especie de escalera rota, un proceso de ascenso en el que a veces los peldaños se rompen. Aplica a la mujer que ve interrumpido su proceso de crecimiento personal y profesional. Según se observa afecta más a mujeres de clase media y media alta, profesionales o quienes han logrado cargos bien posicionados. Pero la exclusión del mercado puede ocurrirle a cualquiera.
En algún punto se codea con el “techo de cristal”, como se conoce a las limitaciones que las mujeres encuentran para acceder a cargos de decisión y/o poder.
El término fue utilizado por el psicólogo Keith Payne, quien lo utilizó para titular su libro que analiza la desigualdad entre las personas y cómo esto afecta su comportamiento.
Un informe de ONU Mujeres hace referencia a "escaleras rotas" al referirse a "mujeres con educación secundaria e ingresos familiares intermedios que, aunque están insertas en el mercado laboral, carecen de redes de protección que les permitan avanzar significativamente hacia el empoderamiento económico". Sin embargo, la realidad de la carrera y el progreso trunco se aprecia en mujeres con otros recursos también.
En diálogo con Los Andes, utilizó este término Claudia Anzorena, investigadora del Conicet quien estudia la vinculación entre mujeres, Estado y políticas públicas.
Señaló que la maternidad y las tareas de cuidado sacan a las mujeres del mercado de trabajo. En esos casos hay que pensar en la carrera profesional como una escalera rota: van subiendo y de repente por cuestiones de la vida se caen del mercado laboral y es muy difícil volver a subir. "La trayectoria laboral de las mujeres es mucho más accidentada que la de los varones en tanto salen del mercado por la división sexual del trabajo, cuando se quedan embarazadas o por cuidar niños y también ocurre en mujeres mayores que deben cuidar enfermos", explicó.
Retracción
Un informe de Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) con datos del segundo semestre de 2017 de la Encuesta Permanente de Hogares muestra cómo impacta de manera diferencial la llegada del primer hijo.
De éste se desprende que es común que ante el desafío de la maternidad las mujeres se retiren del mercado laboral, reflejado en la caída de la tasa de actividad, o que quienes trabajan elijan puestos más flexibles y/o que les impliquen menos horas, lo que se traduce en menores ingresos. También es posible que los empleadores internalicen que las mujeres son más proclives a asumir responsabilidades domésticas y las busquen para trabajos con menos responsabilidad horaria y salarios. De la población de entre 20 y 50 años, trabaja 91% de los varones sin hijos mientras que lo hace 98% de los que tienen. Entre las mujeres, el 81% de las que no tienen hijos están incorporadas al mercado laboral. Las que sí los tienen, representan el 66%. Esto implica un aumento de 7% en la tasa de actividad masculina luego del nacimiento del pequeño y una disminución de 16% en la femenina.
Además, las mujeres que siguen trabajando suelen reducir la dedicación a la jornada laboral ya que en promedio si antes empleaban 34 horas semanales pasan a dedicar 30; en tanto los varones la incrementan en esa misma medida y pasan de 40 a 44. Esto refleja cómo se fortalece el rol tradicional de padre proveedor y la mujer queda más vinculada a lo doméstico y tareas de reproducción.
Como consecuencia la mujer pierde parte de sus ingresos, una reducción que Idesa estima en torno al 16%. El impacto es mayor en niveles socioeconómicos más bajos donde 1 de cada 2 mujeres, es decir la mitad de ellas, deja de trabajar con la llegada de su primer hijo. “La causa es la desproporción en la asignación de las tareas domésticas”, destaca el informe y lo sostiene con datos duros: los varones dedican 3,4 horas diarias al trabajo doméstico no remunerado mientras que ellas destinan 6,4. Incluye tareas relacionadas con quehaceres domésticos, apoyo escolar y cuidado de niños y ancianos.
Elección personal
No necesariamente es que el ámbito de trabajo las expulse sino que son ellas mismas las que ante las demandas o por preferir estar presentes en la crianza (o cuidado de enfermos) deciden bajarse de la escalera. Entonces apelan a reducir la jornada laboral, cambiar de actividad o simplemente quedarse en el ámbito doméstico.
Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad de la provincia, advirtió que hay un discurso que tiende a atribuir un rol "privilegiado" a la mujer en las tareas de cuidado y crianza. Básicamente se trata de atribuirle una mayor capacidad y efectividad en la tarea.
“Así como vemos el acoso en el ámbito laboral, hay situaciones que se dan en el ámbito doméstico, como el argumento de que somos mejores para educar a los hijos apelando a esta supuesta superioridad moral que indica que somos las mujeres las que tenemos que estar en ese rol y a partir de lo cual muchos varones se desentienden de la corresponsabilidad en las tareas domésticas cotidianas, esto involucra no sólo los hijos sino otros aspectos como lavar, ordenar, el sostenimiento de la vida en el hogar”, manifestó.
La realidad que se vive dentro de los espacios laborales las lleva a concluir que tendrán menos posibilidades de ascenso y por ello suele suceder que se prioriza el trabajo de la pareja masculina. Anfuso explicó que ciertas situaciones que ocurren en ese entorno, como actividades que las excluyen, comentarios y abusos, afectan su autoestima y los espacios que ocupan.
Conflicto y frustración
Tomar la decisión de abandonar el trabajo o postergarlo "de alguna manera lo viven con frustración, dejan un proyecto por otro", aseguró Nilda Bautista, psicóloga social y laboral. Explicó que en estos casos sienten un vacío al tomar la decisión de abandonar su trabajo "porque a veces son muy brillantes en su carrera o en sus puestos de trabajo (son gerentes o supervisoras) pero ponen entre costos y beneficios esto de que han dedicado mucho a su carrera pero se han perdido una parte de la vida en la que están los sueños e ilusiones que en muchas mujeres involucra vivir la experiencia de ser mamás".
El varón y la mujer van por distintos peldaños
En el proceso de crecimiento laboral el varón y la mujer no van por la misma escalera.
"Hay que tener en cuenta que la escalera del varón no es igual a la de la mujer", advirtió Patricia Collado, doctora en Ciencia Políticas y Sociales y experta en Sociología del Trabajo. "La de la mujer ya desde la base no tiene la misma extensión: está siempre atravesada por los lugares sociales donde se la coloca por ser mujer", señaló.
Los peldaños parecen estar más separados y con mochila debe hacerse más fuerza: tienen que rendir igual que el varón pero distribuir su tiempo y su energía para la triple jornada laboral que incluye el hogar y las tareas de cuidado.
Si dejó el mercado laboral "cuando se reinserta el trayecto vital continúa -explicó la investigadora- sos más grande y tenés menos posibilidades de ascenso por tener cargas familiares, no evadís tu rol de cuidadora, entonces te insertás con menos posibilidades de ascenso, en espacios más precarizados y con menos expectativas de ascenso laboral".
Mariela, profesora de Educación Física: “A medida que iban naciendo mis hijos iba dejando trabajos”
Mariela tiene 43 años, es profesora de Educación Física, está casada con Martín y tienen 4 hijos. "A medida que iban naciendo iba dejando trabajos porque quería dedicarme a ellos, incluso durante mucho tiempo cambié mi carrera por otras cosas", contó. Su esposo tiene un trabajo por el que debe viajar y ausentarse por varios días.
"De soltera trabajaba de 8 a 21, pero al dejar, ahora uno ya es más grande y ha perdido el ritmo de trabajar tantas horas, además siento que tengo que estar con todos aunque sean más grandes", agregó.
"Pienso que si hubiese seguido estaría más tranquila porque ya tendría un puesto más seguro, más estable y mejor económicamente", concluyó.
Un espacio de Los Andes para construirlo entre todos
En los últimos tiempos, las noticias y los hechos vinculados con la mujer han ganado espacio en los medios de comunicación de todo el país. Y se podría decir que eso también sucede en todo el mundo.
Con altibajos, aciertos y errores, se trata de una realidad que acompaña o refleja de algún modo los esfuerzos por "visibilizar" o concientizar que surgen desde diferentes sectores de la sociedad. Entendemos que algo nuevo ha despertado, en ese sentido, cuando vemos a varones marchando a la par de sus parejas, amigas, colegas, compañeras o vecinas, por alguna consigna que en otros tiempos hubiese sido casi imposible compartir.
Este espacio que hoy comienza en Los Andes surge para sumarse a ese cambio. Y no porque no se publiquen en sus páginas y en su sitio web los casos estremecedores de mujeres abusadas, asesinadas, golpeadas por sus maridos, empleadas discriminadas en el trabajo o acosadas en el lugar y el momento menos pensado. Esos títulos, esos testimonios, están presentes y seguirán siendo parte del compromiso de editores y periodistas.
Pero esta vez se intentará afinar la mirada de género con la regularidad que ofrecen las habituales secciones fijas de los diarios. Sin esperar la llamada fatal de una fiscalía o la efeméride del Día de la Mujer, para acordarnos de que la igualdad se busca, se vive y se defiende en cada pequeño acto cotidiano de nuestras vidas, más que en los discursos grandilucuentes o los posteos rimbombantes en el Facebook. Como corresponde, habrá que construirlo entre todos.