Es una cuestión de familia

Serena y Venus Williams volverán a definir el título en Melbourne después de 14 años.

Es una cuestión de familia

Si muchos soñaban con una nueva definición entre Rafa Nadal y Roger Federer, en menor medida también se ilusionaban con volver a ver un cruce entre Venus y Serena Williams por el título. Y eso ya es una realidad. Porque las hermanas norteamericanas se enfrentarán en la final de mujeres del Abierto de Australia, que se jugará durante la madrugada argentina del próximo sábado.

Serena, de 35 años seis veces campeona de este certamen, y que venció a la croata Mirjana Lucic-Baroni por 6-2 y 6-1 en tan solo 50 minutos, se situó a una sola victoria de recuperar el N°1 del mundo. Además, de ganar, superaría además a Steffi Graf y se colocaría a un solo título del récord del Grand Slam de Margaret Court (24).

Venus, de 36 años, convertida ya en la mujer de mayor edad en alcanzar la final de un Grand Slam desde que comenzó la Era Open, y que derrotó a su compatriota Coco Vandeweghe por 6-7 (3), 6-2 y 6-3 en dos horas y 26 minutos, tendrá la segunda oportunidad en su carrera de hacerse con uno de los GS que faltan en su historial, además de Roland Garros.

"Es mi rival más dura, nadie me ha ganado tantas veces como Venus lo ha hecho. Siento que cualquiera que gane, ganaremos las dos", enfatizó la pequeña de las Williams, que lidera el historial entre ambas: en 27 enfrentamientos, ganó 16 y perdió 11.

Serena, que también venció en el último cruce, en los cuartos de final del US Open 2015 por 6-2, 1-6 y 6-3, domina también las ocho finales del Grand Slam disputadas entre ambas, con seis victorias. "Una Williams va a ganar este torneo", proclamó a los cuatro vientos Serena, que disputará por octava vez la final de este torneo.

El único enfrentamiento en Melbourne: final 2003

Venus regresa a una final del Grand Slam por primera vez desde Wimbledon en 2009, y después de la que perdió en Melbourne contra su hermana en 2003, en el único enfrentamiento con ella en estas pistas.

Su celebración, al confirmar su triunfo sobre Coco, fue todo un recital de gestos de alegría. Arrojó la raqueta, extendió los brazos, cayó de rodillas, como Rafael Nadal tras vencer a Milos Raonic, y luego bailó y saltó. Después sí, saludó a su adversaria en la red. Y rió. Y lloró. Todo al mismo tiempo en su banquillo, con las manos cruzadas en el pecho.

No era para menos, pues tras superar en 2011 una enfermedad que la dejaba sin energía, el síndrome de Sjogren, ha vuelto a jugar su mejor tenis. "Todo el mundo tiene su momento al sol, el mío se fue un poco, pero ahora me gustaría mantenerlo. No tengo nada más que hacer. Es más que la frutilla del postre, es más de lo que soñé", dijo Venus, quien suma en su currículo siete grandes, el último en Wimbledon en 2008.

Serena fue más tranquila en su celebración. "La primera vez que gané un Grand Slam era una niña y ahora todavía lo soy en mi corazón", dijo luego, exultante. “Por supuesto que quiero ganar la final, es maravilloso si tu rival es tu hermana, es increíble. Ella es mi mundo, mi vida, mi gran hermana. Estoy muy feliz por ella. Estar las dos en la final es el gran sueño hecho realidad y no importa quien gane”.

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