A una década de casarse, Laura Baez decidió cambiar su vida. Ya era mamá de cuatro hijos (hoy tienen 13, 11, 9 y 7 años), pero ellos lo entendieron mejor que nadie. "Hace casi 20 años que estamos juntos y nos adoramos", dijo ella, y optó por abrir la relación y vivir el poliamor.
La transición entre la relación monogámica y la poliamorosa fue "turbulenta". "Cuando pasás de la teoría a la práctica es muy movilizador. A mí me costó un montón, emocionalmente la pasé mal. Lo que te hace continuar es el compromiso ideológico que estábamos asumiendo", comentó a Infobae la mujer de 39 años, acerca de su relación renovada con Andrés Budani, de 46 años, a quien conoció cuando él tenía 23.
En 2005, por sugerencia de quienes les aseguraron que iba a facilitarles trámites vinculados a los hijos que planeaban tener, se casaron. Dentro de la estructura monogámica nacieron luego los cuatro chicos de la familia. Una convicción política le dio otra perspectiva a Laura.
"A medida que fui adentrándome en el feminismo empecé a hacerme preguntas: ¿Yo soy un límite para la persona que amo? ¿Soy una cárcel? ¿Nuestra relación le está impidiendo vivir otros vínculos que enriquecerían su vida? ¿Eso quiero ser? No respetar la autonomía del otro pareciera ser un símbolo de amor verdadero: 'Si lo amás de verdad no podrías tolerar que bese a otra persona'. Para nosotros amar no es ser posesivo, es otra cosa", explicó ella.
Fue hace cinco años cuando sus dos hijos más chicos todavía iban al jardín y Laura le sentenció a Andrés "tenemos que hablar". "Me dijo 'si nosotros nos amamos y estamos bien no tenemos por qué ser un límite para el otro'", recordó.
Actualmente, Laura sigue casada con Andrés y, desde hace dos años, también está en pareja con Diego. Su marido está casado con ella y también sale con otra mujer: "No nos vemos tan seguido como Lau con su pareja pero sí, nos vemos y compartimos cosas, voy a su casa, me quedo, vemos películas".
Respecto a sus cuatro hijos, al principio evitaron hablar del poliamor. Pero paulatinamente, los chicos comenzaron a notar que las personas que Laura y Andrés veían seguidamente no eran amigos ni amigas. "Mamá, a Diego lo tratás igual que a papá", fue la frase del mayor de los hijos.
"No fue todo de golpe, ya sabían que existían distintas formas de relacionarse, que las personas pueden elegir, que hay gente que tiene varias parejas y gente que tiene una. Nosotros pensamos que educar en cómo relacionarse sanamente es parte de su educación", dijo Laura.
"Cuando nosotros les contamos y pudimos preguntarles qué sentían, dijeron que tenían miedo de que no nos quisiéramos más y estuviéramos por separarnos. Nosotros les dijimos que no, que desde que empezamos a tener otras parejas cada día nos queremos más y se notó muchísimo el alivio", aportó Andrés.