Acaba de jubilarse luego de “vivir 50 años” tras los micrófonos. Ana (Anita) Gjukan se inició a los 15 años, según recuerda, como locutora en LV19 Radio Municipal de Malargüe en lo que considera su lugar natal, aunque por cuestiones médicas su mamá, Jova Ortega, la dio a luz en San Rafael.
Sus primeros años los pasó en Bardas Blancas y aún añora ese lugar maravilloso, como lo describe, cerca del Río Grande. Es locutora Provincial y Nacional.
Su nombre principal, Ana, como es tradición familiar en Croacia, porque es de descendencia paterna de ese país, se debe a una costumbre y es que el primer varón lleva el nombre del abuelo paterno y el segundo se llama como el materno. “En el caso de las mujeres también, cuenta, y mi abuela era Ana”.
Relata que sus padres se conocieron en Maipú y el destino quiso que “papá fuese a trabajar a Malargüe donde se estableció con un negocio en Bardas Blancas, frente a la que hoy es la escuela albergue. Ahí fui concebida”, dice.
“Luego ingresó al trabajo del petróleo, mucho antes que fuese el distintivo del desarrollo de Malargüe”. Eso ocurrió en la década del 30 y estuvo en el yacimiento de Pampa Palauco que proveía petróleo a las industrias Grassi.
Ella, cuando habla de su origen, relata una más de las tantas tristes y complicadas historias de guerra nacidas en Europa. Su padre Miguel, entonces de 24 años, llegó en 1924 desde ese país a buscar a su hermano que había huido a la Argentina tras ser prisionero y portar una enfermedad que lo excluía socialmente: sífilis. “Es otra costumbre que el varón más grande es el primero que se casa y creo que eso lo llevó a huir antes que contar su verdad a la familia”, acota Ana.
Tras la llegada de Miguel su padre envió a su hermano Mateo, el que le seguía, y a ambos les encomendó la tarea de buscarlo y regresar a Croacia. “A medias cumplieron porque mi tío menor y mi padre decidieron quedarse en la Argentina, pero enviaron a su hermano a casa”, dice. Y recuerda que su padre siempre decía que se quedó porque encontró “paz, trabajo y podía dormir sin tener que ver el cielo”.
“Por esas cosas de la vida, y no sé por qué otra, las familias se distanciaron y nunca más volvimos a contactarnos hasta que sentí la necesidad de buscarlos”, relata.
Fue así que Ana ubicó a su familia que vive en San Luis y después emprendió la otra titánica tarea que fue contactarse con sus parientes de Croacia, a los que ya ha visitado tres veces. “Todo lo hice por internet”, afirma con una sonrisa y un relato cuidadoso.
Es de destacar que uno de los programas de Ana en radio y que ha marcado toda un época en San Rafael, es precisamente el llamado “Argentinos por el mundo” donde ella hace de nexo para reunir a familias distanciadas por las inmigraciones o por otros motivos. Aclara que el programa, que le ha dado muchas satisfacciones, lo inició mucho antes de empezar su búsqueda personal.
Al regresar al relato de su vida personal recuerda que su padre falleció cuando ella tenía sólo 13 años por lo que fue necesario que ella ayudara a la familia. “He trabajado en un taller mecánico esmerilando válvulas -dice y agrega-, en una peluquería y luego, a los 18, vine a San Rafael. Aquí trabajé en un estudio jurídico y en el INV”.
Y ya había empezado con sus primeras armas en locución en LV19, por lo que se contactó con la radio municipal, LV 18, y se inició como locutora. Poco después fue convocada por el jefe de locutores Tito López a trabajar a LV4 y desde allí no “paré más”, dice con una sonrisa.
Una materia pendiente de ella es editar un libro, el que, asegura, escribirá si pierde la vergüenza de hacerlo. Su mayor logro, afirma sin dudarlo, “la vida”. Tiene dos hijos, Dante Pablo y Carla María, y un nieto.