Ernesto Sanz: “El caso López no te resuelve todos los problemas”

El líder radical no ocupa cargos en el Gobierno pero influye en Macri. Dice que el “kirchnerismo fue un modelo de acumulación de poder corrupto” y que tenía un final cantado. Defiende el rumbo económico y elogia a Cornejo.

Ernesto Sanz: “El caso López no te resuelve todos los problemas”

Es el dirigente de la UCR que más influye en el presidente Mauricio Macri pese a que por su propia voluntad rechazó ser ministro de Justicia. Tres veces por semana asiste a la Casa Rosada -cuando está en Buenos Aires- para participar del “gabinete de coordinación” y para aportar su punto de vista sobre la economía, la política y “la calle”.

En esta entrevista con Los Andes, Ernesto Sanz admite que el caso López es un bálsamo para el Gobierno y asegura que no lo sorprendió la abrupta caída del kirchnerismo. “Siempre dije que era un monstruo que se iba a fagocitar a sí mismo”.

-Después de 22 años no está ocupando ningún cargo público. ¿Cómo se halla con esa decisión?

-Estoy muy bien, mucho mejor de lo que yo imaginaba. Se trata de una decisión que no tomé el día de las elecciones sino mucho antes.

Yo sabía qué iba a ser de mi vida en Mendoza, que es lo que estoy haciendo: recuperar mi familia, mis amigos, mi estudio. Pero no sabía cuál iba a ser mi vinculación con la política. Pero las cosas se fueron dando de a poco y hoy mi relación con la política es no tener cargo público, pero en un espacio que me ha generado el propio Presidente que me hace sentir útil.

-¿Es un ministro sin cartera? ¿Un asesor todo terreno? ¿Qué es?

-Soy un consultor, un consejero, un amigo personal del Presidente, que le brinda permanentemente una visión de la calle, de la sociedad, de los factores de poder. Yo no tengo cargo público y eso me permite meterme en todos lados, sin estar metido en el microclima que tienen que habitar los otros que sí son funcionarios.

La verdad es que yo al principio no lo entendía muy bien, pero se fue dando. Él me convocó en enero por dos temas puntuales y de ahí fueron surgiendo intervenciones más constantes. Hasta que en febrero se conformó un gabinete diario que se reúne todos los días, que se llama gabinete de coordinación, el cual integramos siete personas.

-¿Cómo está Cambiemos?

-Mire, ha funcionado mucho mejor de lo que yo creía. Los agoreros de siempre nos pronosticaban las peores cosas en los primeros seis meses. Que íbamos a romper, que se quebraban los bloques, que iba a haber fugas. Nada de eso. Lo que ha habido es una gran dinámica hacia adentro, lo que implica no estar siempre de acuerdo. Hubo cimbronazos, como algunas declaraciones de (Elisa) Carrió. Pero tenemos desafíos comunes que nos unen.

-¿Se imaginó que el kirchnerismo tendría un derrumbe tan rápido?

-Si digo que no me sorprendió, van a decir que soy un marciano. Pero yo siempre caractericé al kirchnerismo no como un modelo político, eso siempre sonó pretencioso.

El kirchnerismo fue un modelo de acumulación corrupto de poder político y económico. Y, como todos los modelos de acumulación de poder, no tuvo ninguna ideología, por eso se terminó fagocitando a sí mismo. ¿Qué es lo que iba a pasar? En algún momento el monstruo se iba a fagocitar a sí mismo. Todo dependía del contexto.

El contexto fue el video de “La Rosadita”, (José) López con las bolsas, la Justicia que se despierta y empieza a sobreactuar y a hacer lo que no hizo durante doce años, la sociedad que pone la lupa. Pero la verdad es que esto podría haber sucedido dentro de dos años o tres. En el fondo no había un modelo político que pudiera trascender en el tiempo.

-¿Cómo ve la película del kirchnerismo dentro del peronismo?

-El peronismo va a dar vuelta la página. Es un animal de poder. En buena hora que se recupere. La pregunta del millón es qué peronismo se recupera, con qué liderazgos, con qué visión. La democracia argentina es débil porque no logró componer un sistema político equilibrado. Por eso necesita del buen peronismo.

-Pero en términos políticos a Cambiemos no le conviene un peronismo unido.

-No creo que sea así. Éste es un debate lindo dentro del gobierno. Hay quienes, desde la visión de las encuestas, sostienen el “divide y reinarás”, que creen que si tenés un peronismo de tres ventanillas es más fácil ganarle.

Eso en términos electorales puede ser, pero en términos de construcción de un nuevo esquema político yo prefiero toda la vida que dentro de los tres peronismos emerja uno que te puede ganar pero que te pueda ayudar a resolver los problemas estructurales que tiene la Argentina.

Si no, vamos a estar siempre en la chiquita. Seguro que alguno dirá que esto es pura teoría. No, esto son bifes. Bifes, bifes, bifes.

-El caso López sin duda acelera la caída del kirchnerismo, pero también le dio oxígeno al Gobierno, que tiene problemas para poner en marcha la economía.

-Es cierto, ha sido un bálsamo en lo que yo llamo “el bache”, que es un espacio en el que las buenas decisiones que el Gobierno ya tomó tardan en tener los objetivos que esperamos: más empleo, más crecimiento, más inversiones, menos inflación. Algunos lo ven más extenso o más profundo.

Pero el bache está. ¿Cómo se transita? El desafío del Gobierno es no creer que lo de López te resuelve los problemas o que vas a tener un López por semana. Si se entiende esto, si no se duerme en los laureles, el Gobierno estará más cerca de empezar a transitar un escenario económico que, no tengo ninguna duda, va a ser bueno.

-Hay quienes observan un escenario económico delicado y su conjugación con una demanda social de poner fin a la impunidad de la corrupción ¿No se corre el riesgo de volver al "que se vayan todos"?

-Primero: no habrá un escenario económico como el de 2001 ni de casualidad. Podrá haber descontento, eso seguro. La transición es complicada pero de ninguna manera estamos cerca de una crisis. No vamos hacia un estallido; vamos a aflojar las tensiones sociales.

Eso, con relación a la economía. Pero en la parte de la política, creo que quien puede evitar que esto no sea un “que se vayan todos” es únicamente la Justicia. Los políticos podremos decir acá están los buenos y acá están los malos. Pero es la Justicia la que sentencia.

Tiene un desafío hacia adentro, que es reivindicarse socialmente. Yo no voy a hacer caza de brujas con los jueces, por más que tengo mucha bronca.

Mendoza y la visión del gobierno de Cornejo

-¿Cómo está viendo a Mendoza?

-Creo que es la provincia donde en mayor medida se ha verificado el cambio. En muchos distritos esto no se ve porque sigue gobernando el mismo signo político que hace años.

Pero Mendoza pasó ocho años de decadencia absoluta, de pérdida de liderazgo en la región, de pérdida de institucionalidad, de poderío económico… sobre todo los últimos cuatro años, los de Pérez, que para mí fueron los del peor gobierno de la historia de la provincia.

Hemos pasado de eso a un gobierno que desde el primer día se dedicó a ordenar el Estado, a establecer un nuevo sistema institucional basado en el respeto y la verdad. Pero todavía no ha podido concretar un proyecto de desarrollo a la espera de que ese Estado sea el motor, una vez que se ordene.

Lo que se ha hecho en estos casi siete meses es impresionante. Hay un tipo que es un obsesivo. (Alfredo) Cornejo es el gobernador ideal para pasar del descalabro al ordenamiento.

¿Qué le está faltando? Creo que una vez que ordene el Estado, le está faltando una visión más de Bordón, la proyección de mediano y largo plazo, el despegue para Mendoza. Pero va a venir. Hablé con el Gobernador y tiene ese proyecto. Pero por ahora su obsesión es ordenar el Estado.

-Ese despegue ¿viene de la mano de la minería?

-El Gobierno ha tenido la valentía de reabrir el debate de la minería.

Esto significa interpelar a los mendocinos y sobre todo a la dirigencia que, en muchos debates, no ha estado a la altura de las circunstancias.

Yo aspiro a que esa dirigencia sea capaz de equilibrar las dos ecuaciones que tiene el debate: la preservación del medio ambiente pero la explotación de los recursos naturales. Esto se puede hacer en Mendoza.

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