Cuando uno llega a la bicicletería de don Ernesto Contreras, en la esquina de Pellegrini y O'Higgins en Godoy Cruz, no se imagina de todas las historias que guarda ese lugar, pero ahí está él, parado como cualquier hijo de vecino, flaco y fibroso y que no pareciera tener 80 años. Atiende a los clientes y le da una mano a su hijo Walter en el arreglo de alguna bici que quedó relegada.
Las tortitas, el mate y la radio acompañan la escenografía diaria del “refugio del Cóndor”, donde se pueden ver cuadros de cuando corría, la tapa de El Gráfico cuando fue a los Juegos Olímpicos y un inmenso cuadro de él sobre una multitud que colmaba los cerros en un Cruce de Los Andes, “Cuando terminé el cruce en el 79 había cien mil personas en el Autódromo Los Barrancos. Es un dato de la policía. Hay una foto que da testimonio de ello. Me subí a un móvil de una radio y saludé. Entonces los vi. Eran miles y miles los que levantaban los brazos como yo lo hacía. Lloré hasta agotar las lágrimas”, eso generaba el Negro, que después fue apodado El Cóndor.
Muchos de los clientes que entran a la bicicletería no vieron las hazañas de aquel flacucho oriundo de Medrano y que se venía desde aquel distrito a competir, ganaba y ¡se volvía pedaleando!
“Yo aprendí medio de grande a andar en bici, a los 14 años, y tuve que hacerlo en una con el cuadro más grande porque no había posibilidad de comprarme una para mí. Esa bicicleta era de mi hermano que la tuvo que dejar porque se fue a hacer el servicio militar. Cuando volvió empezamos a ir a las carreras y en la primera que participé, la gané, ja. El tema complicado era la vuelta, porque tenía que volverme pedaleando y con algún trofeo a cuestas, hasta que empezaron a llevarme y traerme. La primera vez que salí en el diario Los Andes fue una gran emoción para mí (3 de octubre de 1957)”, cuenta Ernesto con una sonrisa pícara.
Uno de los cuadros de bicicleta que está colgado en el techo del local llama la atención, “Ese fue el primer cuadro de mi propiedad, me la regaló un italiano de Torino que era proveedor de toda Europa y con ese corrí toda mi carrera”, cuenta el Cóndor de América ante las consultas.
Sus experiencia en el exterior fueron muchas, pero las complicaciones llegaban con el idioma: “Cuando viajé a uno de los mundiales me perdieron las bicicletas en Bélgica, por suerte llegaron y pude competir.
Lo más gracioso es que cuando llegué a Italia no sabía hablar una palabra en italiano y me mandaron a la casa de una persona que, supuestamente, me iba a acompañar, pero el mensaje se lo habían mandado por carta, la que nunca llegó. Ahí me mandé directo al consulado para que me dieran un mano”.
Si Contreras compitiera hoy, seguramente tendría sponsors y sólo tendría que pensar en correr, pero en aquellos momentos se hacía deporte por la gloria y el amor de la gente: “El ciclismo no me dio dinero, me dio lo más grande que el deporte me podía dar: el reconocimiento del la gente. Yo siempre trabajé, imaginate que después de ganar el Cruce de Los Andes me tuve que presentar a trabajar porque había pedido permiso para disputar la carrera”, confesó.
Sus hazañas lo llevaron a ser una persona reconocida en todos lados, aún sin que él lo supiera: “Conocí a Juan Domingo Perón. Sabía todo de mí. Me contó mis triunfos como si fueran suyos. Me dijo que el exilio seguía mis actividades a través de los diarios y las revistas, y que yo era uno de sus ídolos. No lo podía creer”.
Cuando nos retiramos de su bicicletería, Ernesto nos despidió y salió al trote, sí al trote a sus 80 años, porque tenía que volver temprano a su casa.
Las hazañas de este hombre pájaro hicieron que las nuevas generaciones conozcan algo más de ciclismo. Gracias Don Ernesto.
Sus logros
8 Veces Campeón argentino consecutivo de pista en la modalidad de persecución individual 1956 - 1963.
1 Campeonato argentino de kilómetro con partida detenida en pista 1961
3 Veces Campeón argentino de Ruta: 1959 - 1970 - 1971
Campeón Americano de pista en la modalidad de persecución individual en Brasil 1958.
Subcampeón Americano de pista en la modalidad de persecución individual en Montevideo 1957.
Campeón Río Platense en la modalidad de persecución individual 1957 - 1959 - 1961
Vencedor de 2 veces el Cruce de Los Andes 1968 - 1973
Participó en cuatro Juegos Olímpicos: Roma, 1960 ( 5º en persecución por equipos), Tokio, 1964 (8º en persecución por equipos), México, 1968 (9° en persecución por equipos y 7° en 100 km contrarreloj en ruta).
Participó en cuatro mundiales: En Ámsterdam, Holanda 1959 (8°), en Zurich, Suiza 1961 (4°), en Milán, Italia 1963 (7°) y Montevideo, Uruguay 1969 (2°).
Por su labor en el ciclismo, fue reconocido con la Cruz al Mérito en Mendoza y con el Olimpia de Plata en Buenos Aires, recibió una distinción en el Senado de la Nación a la "Trayectoria deportiva y ejemplo de vida" en 2008 y el velódromo de Mendoza lleva su nombre.