Ernesto Contreras: el chico que se transformó en una leyenda

Es un ícono del ciclismo y de nuestro deporte. A los 19 años debutó como corredor y ese mismo año se quedó con el título argentino de velocidad individual. Es el mendocino con más participaciones olímpicas. En Roma conquistó un quinto lugar en persecución

Ernesto Contreras: el chico que se transformó en una leyenda

Pocos sabían que ese morocho longilínea y silencioso antes de ser ciclista quiso ser jugador de fútbol. Atrás de su casa, en la localidad de Medrano, en Junín, había una canchita donde jugaba con sus hermanos y amigos.

Soñaban con integrar un equipo e intervenir en los Juegos Infantiles Evita; sin embargo -un día- su padre Crispín le prohibió a sus hijos que fueran a jugar a la pelota porque se enteró que habían quebrado a un chico. Aquel recuerdo de la infancia ahora parece tan lejano, cuando la cuarteta argentina se prepara en la línea de largada en Roma.

Su rostro anguloso y ojos profundos se mecen sobre el manillar de su bicicleta, como ensayando el primer impulso. Ernesto Contreras junto a Alberto Trillo, Héctor Acosta y Juan Brotto, comenzarán las series eliminatorias en la prueba de 4000 metros de persecución por equipos frente a Japón (al que superarían por un segundo, con una marca de 4’44”44).

El mendocino, de 23 años, en su corta carrera como ciclista había conquistado fama y su nombre ya había quedado estampado en la revista revista El Gráfico. “Ernesto Contreras: el Campeón de la Bicicleta Prestada”, había sido el sugestivo título de una nota de Ernesto Cherquis Bialo, en 1964, que detallaba su hazañas. Que comenzaron a forjarse en el Argentino de Persecución Individual, en Trenque Lauquen, sobre  4.000 metros. Aquel resultó su primer cetro nacional, que repitió ocho veces de manera consecutiva entre 1956 y 1963.

“Muchos creían que corría con una bicicleta de paseo y con esa también fui a las selectivas de San Juan y sin embargo fijé aquel registro increíble que armó un lío bárbaro. Por suerte a Trenque Lauquen pude ir con un rodado mucho más moderno”, confesó Contreras. Pero aquel sábado, 27 de agosto de 1960, en el Velódromo Olímpico de Roma la tensión mezclaba sudor y nervios.

La sombra en los pedales

El clima de competencias estaba enrarecido, el ciclista danés Knud Enemark se había desplomado durante la carrera de ruta, en Viale Cristóforo Colombo, y murió en las vísperas de las pruebas de velocidad. La prensa hacia preguntas, el calor (luego sería el uso de anfetaminas) era señalado como causa del desecho del segundo atleta en una prueba olímpica (el primero fue maratonista lusitano Francisco Lazaro, en Estocolmo 1912).

Contra el tiempo

Mientras el murmullo por la muerte de Enemark intentaba ganar nuevas respuestas, las piernas han cobrando soltura. En los cuartos de final, en los que se esperan mejores marcas, el equipo de Argentina deberá enfrentara a su par de Italia. El anfitrión es uno de los serios candidatos con una cuarteta formada por Franco Testa, Marino Vigna, Mario Valotto y Luigi Arienti.

La prueba se pone en marcha y la cadencia en el pedaleo se desenvuelve en forma mecánica, al correr de las vueltas la paridad se sostiene, atacan y responden, pero con el paso de los kilómetros  los albicelestes no pueden darle alcance a los europeos. Los argentinos, que bajaron en cinco segundos su primer registro, son vencidos con un contundente 4’29”98.

Contreras observa el rendimiento, es alentador; Italia terminará se corona en Roma (escoltado por Alemania y la Unión Soviética), mientras que el cuyano se quedó con el quinto puesto y uno de los cinco diplomas de la misión nacional. Contreras, en Tokio 1964,  junto a Trillo, Merlos y Álvarez, también fue eliminado en cuartos de final. El “Negro”, que también competiría en México 1968, había transformado en leyenda a aquel chico -llamado Ernesto- que ayudaba a su padre en la chacra.

Roma 1960

En directo. Roma ya había sido seleccionada para acoger la organización de los Juegos Olímpicos de 1908, pero tuvo que declinar y pasarle los honores a Londres.

Los Juegos de Roma, 52 años después, se destacaron porque fueron los primeros que se emitieron en directo por televisión, además de inaugurar la competencia Paralímpica. Entre las grandes figuras, el boxeador Cassius Clay (Muhammad Ali), ganó el oro en semipesados.

El mendocino que escondía un récord

Cuando en 1956, la delegación cuyana arribó a la sede del Campeonato argentino en Trenque Lauquen, el dirigente sanjuanino Robledo sacó pecho ante los periodistas especializados sabiendo que en el equipo guardaba una gran sorpresa.

“Traigo un mendocino que hizo 5’10” en los 4.000 metros”, comentó y sus pares pensaron que era una broma porque entonces el récord nacional pertenecía a Pedro Salas ( 5'24"),  clasificado para los Juegos Olímpicos de Melbourne.

El cordobés había construido su prestigio con múltiples títulos de campeón (en su provincia y argentinos, en ruta y persecución individual), además de las participaciones en los Juegos de Londres (1948) y Helsinki (1952). Coronando el palmares con una medalla de oro en un Panamericano de persecución (4 x 4000m).

Contreras, de 19 años, pedaleó ante las miradas incrédulas y risas de los presentes, pero cuando llegó a los 5'18" los entendidos se quedaron atónitos. Ese día, no sólo se quedó con el título y el récord; también comenzó a construir una carrera inigualable.

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