Un fisicoculturista fue condenado a perpetua por los asesinatos de un docente y de un joven en agosto y octubre de 2015 en la ciudad de Santiago del Estero.
Se trata de Carlos Eduardo Autalán (30), apodado "Charly" y oriundo de Bahía Blanca, quien era carnicero y "taxi boy" y fue encontrado culpable de los homicidios "doblemente calificados por la orientación sexual de las víctimas y críminis causa del docente José Domingo Di Pietro (52) y del estudiante Sebastián Acosta (25), oriundo de la localidad santiagueña de Sumampa.
Durante las audiencias que se realizaron en los tribunales de Santiago del Estero, el acusado ofreció detalles del crimen del profesor Di Pietro y negó la acusación en su contra por el crimen de Acosta.
Al momento de su detención, Autalán trabajaba en una carnicería y alquilaba un departamento en el barrio 8 de Abril, en el que se encontraron teléfonos celulares y una notebook de las víctimas.
Según las fuentes, el fisicoculturista, oriundo de Bahía Blanca, fue localizado cuando intentó usar el celular de uno de los fallecidos.
Di Pietro fue asesinado el 5 de octubre de 2015 en una vivienda situada en el barrio Belgrano, donde fue hallado asfixiado con una almohada. Un mes y medio después, el 27 de agosto de 2015 fue ultimado Acosta de la misma manera en una casa del barrio Saint Germain.
La defensa del acusado, ejercida por Moisés Azar, hijo del represor santiagueño Antonio Musa Azar, condenado a prisión perpetua por el denominado doble crimen de La Dársena durante la dictadura militar, había solicitado la absolución de su cliente "por el beneficio de la duda".
En tanto, el abogado querellante Eugenio Chavarría, solicitó la máxima condena ante las numerosos pruebas que surgieron de la instrucción judicial y el debate oral a Autalán.
Finalmente, el tribunal integrado por los camaristas Graciela Viaña de Avendaño, María Eugenia Carabajal y Luis Domínguez, condenó a Autalán a prisión perpetua por los delitos de homicidio doblemente calificado por la orientación sexual de las víctimas y críminis causa-matar para ocultar otro delito-.
En una despoblada sala del tercer piso de Tribunales, el carnicero y taxi boy escuchó de pie y sin muestras de arrepentimiento la sentencia en su contra.