Otro año más, el peso argentino (y la economía nacional en su conjunto) mostró cómo se podía ir a contramano de las grandes tendencias mundiales que, para el balance 2019, marcan una cuasi "era del hielo" monetaria, con una bajísima volatilidad entre las principales divisas.
A excepción de la libra esterlina, cuyo año resultó caótico por motivos relacionados con su política interna, la mayoría de las monedas tuvo variaciones leves, en línea con los mínimos históricos.
Sin embargo, este "tedio" cambiario podría durar muy poco, ya que los analistas anticipan un escenario muy distinto para 2020. El 2019 mostró un mercado internacional virtualmente "congelado".
El índice JP Morgan que registra la volatilidad marcó movimientos que se acercan a los valores más bajos hasta la fecha. Estos corresponden mayo de 2007, pocos meses antes de que estallara la crisis subprime y que dieron paso al período de mayor volatilidad de las últimas décadas, cuando a fines de 2008 llegó a ser cinco veces superior a la actual.
Para el analista del Deutsche Bank Rohini Grover, "La buena resistencia de la economía estadounidense mantuvo la volatilidad en un muy bajo nivel durante este año. Mientras que un mayor crecimiento económico en EE.UU. reduce la volatilidad de las monedas, una recesión la dispara".
Sin embargo, hay que tener en cuenta que 2019 no fue un año soporífero para todos, ya que la guerra comercial entre EE.UU. y China siempre estuvo presente, hasta que se volvió a negociar una tregua hace pocas semana.
Los mensajes del presidente Donald Trump a través de Twitter no dejaron de ser un elemento perturbador para los mercados financieros. Pero la realidad indica que la "cosecha 2019" pasará a la historia como bastante tranquila, por lo menos en lo que a las principales monedas se refiere.
La excepción de esta calma chicha la vivió el Reino Unido con la libra, a merced durante todo el año de los vaivenes políticos y la incertidumbre del Brexit.
Si en el Tratado de Lisboa estaba prevista una separación de la Unión Europea para marzo pasado, con las peleas y desacuerdos exhibidos entre el gobierno de la Primera Ministra Theresa May y el Parlamento británico, esta fecha tuvo que ser postergada varias veces. Finalmente, una vez que se despejó la incertidumbre con respecto a la fecha de salida del club comunitario (a costa de la renuncia de May y la asunción de Boris Johnson en su lugar), la volatilidad de la libra cayó de manera estrepitosa.
En cambio, para el resto de las grandes divisas mundiales, 2019 representó una gran oportunidad para hacer sintonía fina con la política monetaria de los bancos centrales. Porque cuanto más baja es la volatilidad, más barato les resulta a las máximas entidades monetarias cubrirse contra las variaciones de las divisas.
Justamente, hubo varios bancos centrales (China, Hong Kong, Brasil y Chile, entre otros) que aprovecharon la coyuntura tranquila para apuntalar sus monedas nacionales y defenderlas contra los especuladores, sosteniendo el tipo de cambio.
En esta línea, la única excepción fue el Banco Central de Israel, que se pasó el año luchando para frenar la apreciación del shekel, su moneda nacional, que ganó un 8% contra el dólar en los últimos 12 meses.
La contrapartida de este buen momento para los funcionarios monetarios estuvo entre los especuladores, siempre a la pesca de oportunidades en los mercados cambiarios. Para los hedge funds y traders particulares, 2019 no termina siendo un gran año: según datos publicados por el Hedge Fund Research, los fondos de inversión solo ganaron un 1,7% en promedio apostando a las principales monedas (distinto fue el panorama con el peso argentino, como todos ya sabemos).
Si muchos inversores en divisas van a brindar este 31 de diciembre por que el año próximo sea más rentable, los analistas creen que sus deseos tienen altas chances de cumplirse.
El consenso de los especialistas anticipa una mayor volatilidad durante 2020, que llegaría de la mano de las elecciones presidenciales en EE.UU. y de una desaceleración económica en la principal potencia mundial. "Los mercados cambiarios deberían ser cualquier cosa menos aburridos", indicó un informe de Goldman Sachs, respecto al año que empieza.
Con elecciones muy polarizadas y al ritmo de la grieta del impeachment contra Trump, la tensión política debería afectar al dólar. Porque el presidente no se va a quedar quieto y seguramente saldrá a defenderse y a embarrar la cancha a través de sus tuits.
Cuando ganó de manera sorpresiva en 2016, la volatilidad de los mercados era el doble que la actual. Así que difícilmente los banqueros centrales puedan esperar otra era del hielo monetaria.