Es horticultor en Lavalle, al Noreste de Mendoza. Es asociado y gerente de la Cooperativa Lacofrut, entidad que nuclea a 24 chacareros de la zona. Pascual Arce está preocupado porque, además de ver complicado su presente de pequeño productor, está comprometido el futuro de sus hijos, que trabajan con él en la finca.
Inflación, trabas para importar insumos y para ingresar productos a otros países; y una legislación laboral que considera inicua, están a la cabeza de sus inquietudes. Advierte que se está desalentando la cultura del trabajo y que resulta muy difícil encontrar argumentos para retener a los jóvenes en el campo.
-¿Cuál es el presente y cómo se imagina el futuro de la producción agrícola en la región?
-El presente lo veo con dificultades y el futuro con mucha incertidumbre. Hay muchos obstáculos, problemas que no se resuelven. El Gobierno tendría que preocuparse más por el presente que por los problemas que tuvimos hace 40 años. Venimos participando últimamente en algunas reuniones donde se habla mucho de la política de hace 40 años, pero yo quiero vivir el presente y trabajar para el futuro; dejar algo que les sirva a los que van a venir después de nosotros.
-¿Cuáles son esos obstáculos?
-Primero, el cierre de las importaciones. Quiero trabajar, porque es lo que sé hacer, pero no tengo semilla, por ejemplo. En este momento hay cargamentos de semillas varados en puerto, que los importadores no pueden liberar y a nosotros nos hacen falta para sembrar.
-¿Qué está faltando, puntualmente?
-Semillas híbridas de especies hortícolas, en general, que no se consiguen; y cuando se consiguen los costos son muy altos. Se pierde toda referencia de precios, porque el mercado está desabastecido y el que la tiene, pide lo que quiere. Si van a cerrar las importaciones para reactivar una industria nacional, el Gobierno debería asegurarse que vamos a producir eso que dejamos de importar. Hoy no tenemos insumos importados ni nacionales. Nos vamos atrasando.
-Usted habló de "muchos obstáculos"…
-Hay problemas para exportar también. Estamos teniendo inconvenientes con el ajo, con el vino, con las aceitunas. Y tiene que quedar claro que hay que darle una salida exportadora a la producción, porque si no, ocurriría un desastre en el mercado. Veo que el Gobierno tiene problemas internacionales; porque de afuera le dicen: “Para comprarte esto, vos tenés que comprarme esto otro”; y como el Gobierno prefiere cuidar los intereses de otros sectores que no son los del campo de Mendoza y de otras provincias, sacrifica a las economías regionales. El Gobierno es el que debe dar algunas soluciones pero está fallando un poco.
-El hecho de trabajar integrados parece no ser suficiente. Entonces, ¿no depende sólo del productor?
-La integración es una salida, pero sin tener garantías sobre el futuro. Nosotros, por más que estemos integrados, seguimos siendo pequeños productores. Ninguno de nosotros se hizo grande con los años. La integración nos ha dado un poco más de orden para trabajar, pero hay problemas que tiene que resolverlos el Gobierno. O no crearlos, al menos.
-¿Cierran los números al final del año?
-Muchos dicen que el chacarero se llena de plata, pero el de menos de 10 hectáreas apenas está sobreviviendo. A veces nos engañamos diciendo: “Esto es ganancia” ¡No es ganancia! Es el trabajo mío, el de mis hijos y a veces hasta el de mi esposa. Cuando uno cobra lo que vendió y le resta lo que le costó producirlo, lo que queda para cada miembro de la familia, que trabajó todo el año, equivale, con suerte, a medio sueldo de un obrero. Pero hay tareas estacionales para las que se necesita sumar gente y la legislación no ayuda.
-¿En qué sentido?
-No es equitativa. Estoy de acuerdo en que si ocupo un obrero tengo que darle el alta temprana, tengo que pagar la ART, hacer los aportes correspondientes y, por supuesto, pagarle el jornal o el salario que le corresponde. Pero nadie se pregunta ¿cuánto tendría que ganar mensualmente un pequeño productor para poder hacer frente a esa obligación? Si hay una ley para que el obrero tenga todo lo que le corresponde, debería haber una ley que le permita al empleador responder a esas obligaciones, que no son sólo con el trabajador, sino también con el Estado. ¿Cuánto tendría que cobrar ese productor que trabaja sábados, domingos, feriados? Los fines de semana largos no existen para los agricultores. Además, el productor chico -que es monotributista- no puede enfermarse nunca, porque no goza de su obra social.
-¿Cómo es eso?
-Es simple: los empleados de las obras sociales están preparados para que uno se canse y se vaya sin hacerse atender. Un monotributista no tendría que enfermarse nunca. Porque, además, tenemos trabas cuando vamos al hospital, porque se supone que tenemos obra social. Se nos están cerrando las puertas de la salud. Si a eso le sumamos la inseguridad.
Parece que están vigilando si cosechamos y si recibimos una monedita. Hay alguien que no se está preocupando por eso, y debería preocuparse.
-¿Cuesta seguir en estas condiciones?
-Mire, cuando se termine la gente de 50 ó 60 años que está trabajando ahora, no sé qué va a pasar con la producción. Dos de mis hijos están trabajando conmigo. Cuando uno de ellos, a los 18 años, me dijo “Papá, no voy a seguir la facultad, voy a trabajar en la finca”, me puse contento, y pensé: “No va a estudiar, pero va a producir”. Pero, después del problema con el ajo el año pasado, me dijo: “Papá, vendamos la finca y pongamos un quiosco, así no tenemos que estar pensando que va a caer piedra, o que no vamos a poder vender, o que no vamos a poder cobrar”. Ahí se me cayeron los pantalones. Un pibe de 20 años que quiere trabajar para armar su futuro pero el sistema no ayuda, ¿qué hace? Hay una incertidumbre que está matando a los chicos y a los padres también. Hoy, no sabemos cómo retenerlos.
-¿Cuál sería la solución?
-Trabajar para solucionar los problemas de hoy. En todos los ámbitos. Quiero solucionar los problemas de hoy; quiero trabajar hoy para tener un futuro. Que los que estamos trabajando, tanto mayores como jóvenes, digamos: “Sí, yo voy a seguir en el campo porque esto es lo que me gusta y sé que producir comida es lo que le hace falta al mundo”. A esa gente hay que brindarles garantías de producción, de venta y de cobro. ¡Basta de trabas internacionales! ¡Que se acaben los cheques que vienen de vuelta; y que el que largue un cheque sin fondos vaya preso!