Cuando ni siquiera imaginaba cuál sería su derrotero profesional, Daniel Rueda jugaba a los superhéroes en General Alvear. Se gastaba tardes enteras en el margen del Río Atuel, chapoteando, riendo, aventurándose a alguna picardía. Trepado a los sauces llorones, Daniel, dejaba volar la imaginación y, después de respirar profundo, daba el salto heroico hacia el chapuzón. Volvía a su casa exhausto, embarrado hasta los codos. Allí lo esperaban los libros, la música, las obras de arte. "Tuve la bendición de poder acceder a la cultura", dice ahora y el recuerdo es tan claro y fresquito como el mismo Atuel.
"Hay muchas cosas que motivaron quien soy: mis historias, mis circunstancias, también mis estímulos", asegura el abogado, gestor cultural y marchand. Desde ahí, describe con ojos entusiasmados: "Solía ver a mi padre en su propia bodega, elaborando uno de los primeros vinos finos del departamento en un establecimiento hoy centenario y activo, que está en manos de otra familia alvearense. Hacer un buen vino también es un hecho artístico".
Desde esos tempranos años, Daniel Rueda tomaba clases de dibujo con el profesor Marcos Salcedo, quien lo acercó al maestro Orlando Pardo, cuando apenas pisaba los 9; y también clases de piano. Además de aprender idiomas, de jugar al ajedrez y a ser como Superman. "Lo que más me marcó en mi crecimiento fue el trabajo de servicio que realicé en diferentes programas del Rotary Internacional desde los 14 a los 26 años. Sin dudas contar con una madre que estimuló mis sentidos basados en la libertad y el compromiso al trabajo".
Hoy, a sus cuarenta y más, encara un nuevo proyecto: la conducción de ARTEH, el espacio de arte de Hipercerámico recientemente inaugurado. La noticia es el principal motivo para esta charla en la que el marchand comparte fragmentos de su relato personal, expone sus puntos de vista acerca del oficio que eligió hace más de una década y reflexiona sobre el campo de las artes visuales.
Daniel nos recibe en su escritorio, un rincón rodeado de obras de arte y de una colección de mapas españoles y de libros, tantísimos libros. En una de las habitaciones contiguas, sus hijos juegan. Las vocecitas se cuelan entre sus respuestas como una hermosa banda sonora.
- A la hora de definirte suele decirse: Daniel es abogado, marchand, consultor, gestor cultural, padre de dos niños. ¿Cómo te definís vos?
- Me defino como un hombre de bien con valores importantes como la honestidad, la seguridad en mí mismo, la integridad y sobre todo, un hombre de actitud positiva. Me defino auténtico, leal y muy arriesgado cuando de sueños se trata. Estudié abogacía y, a través de ella, descubrí clásicos, la ética y la filosofía. Hoy soy un facilitador. Generalmente, a los artistas no les agradan los mercaderes de arte y en mi caso -con lo anteriormente descripto- puedo decirte que hasta tengo entre mis principales afectos a muy grandes amigos artistas, sintiéndome muy respetado.
- En varias ocasiones contaste cómo modificó tu vida personal y profesional, la llegada de tus hijos, ¿qué percepción tienen ellos de tu trabajo? Digo, la cultura tiene un alto componente intangible.
- Mis hijos conviven naturalmente con el arte en todas sus expresiones, no los fuerzo a seguir con lo que deben de hacer. Sí les he dado acceso a instrumentos musicales, libros, pelotas y electrónica. Por supuesto, no tengo receta de estar haciéndolo bien, Dios quiera que sí. Ambos son muy curiosos sobre los artistas y su arte, sobre las próximas muestras en las que estoy trabajando; es imperdible escucharlos decir "me gusta y no me gusta" sobre una pintura o escultura, dando sus propios argumentos. Desde que formamos esta familia monoparental he intentado ver lo que ellos descubren porque esto tiene que ver con quiénes son; siempre intento encaminarlos de acuerdo a sus dones y talentos. Para educarlos guardo en el corazón un consejo de mi padre: "¨Viví como desees, porque la vida pasa muy rápido. Y siempre recordá que mis caprichos y deseos son ajenos. Viví los tuyos". Por ello sólo intento que mis hijos descubran sus sueños y oportunamente su vocación.
Daniel Rueda siguió la máxima paterna: siguió la ley del deseo. Comenzó a trabajar en la promoción de artistas visuales. Se vinculó con curadores, directivos de empresas, coleccionistas y directores de museos mendocinos, nacionales e internacionales. Trabajó con galerías de Buenos Aires, logró que obras mendocinas ingresaran en colecciones nacionales y se desempeñó como vicepresidente de la Asociación de Galerías de Arte, con el crédito de ser el primero del interior del país en ocupar un cargo en esta histórica institución.
- En tus inicios como marchand, ¿qué desafíos te planteaste para generar la circulación de obras dentro y fuera de Argentina?
- Ahora no estoy seguro si conté con una planificación, como quizás tal vez lo expresé oportunamente. Lo que sí sé es que gestiono de una potencialidad enorme y existente que tenía y tiene Mendoza. Desde joven había tenido la oportunidad de viajar mucho y ello también me entregó herramientas y oportunidades para el desarrollo de mi profesión. Usé todo mi aprendizaje. Eso me permitió llevar arte mendocino a ferias y a realizar acciones en Chile, Uruguay, México, España, Benelux, Alemania, entre otros países. En síntesis: fue acción más acción.
- Cuando inauguraste tu galería señalabas que el mercado de arte mendocino estaba en desarrollo, ¿en qué estadio se encuentra ahora?
- El mercado de arte en Mendoza es complejo, pero no imposible. Insisto que está en formación. Hay una franja etaria que opta por un original, quizás porque ha viajado y tiene más acceso a este tipo de información.
- Entendiendo que el mapa jamás será el territorio, ¿qué artistas podemos destacar y por qué?
- Reconozco a enormes artistas y seguramente pecaré de omisión. Pero artistas como Le Parc, Luis Quesada, Carlos Alonso, Egar Murillo, Eduardo Hoffamnn, Luis Scafati, Sergio Roggerone, Miguel Gandolfo, Susana Dragotta, Marcela Furlani y Laura Valdivieso son verdaderos embajadores en los circuitos de legitimación nacionales e internacionales; más de lo que seguramente ellos reciben de nosotros. Esos nombres, junto a una nueva camada de artistas de nuevas generaciones como Omar Jury, Facundo Díaz, Rodrigo Etem, Florencia Aise, Mauro Cano, Alejandro Herrera Guiñazú y Juan Castillo entre otros, son los primeros en sonar cuando uno se relaciona con entendidos en los circuitos nacionales. Realmente he pecado de omisión. ¡Mendoza y sus artistas es un par enorme!
- Por entonces también sostenías que "el arte es económico si se sabe comprar en su momento", ¿sigue siendo así?
- El arte no debería resultar caro si se sabe comprar. Aunque suene casi a boicot de mi actividad comercial, no considero que haya que adquirir arte por intermedio de un galerista, marchand o art dealer.
-¿Por qué?
- Porque el arte debe partir del gusto de quien lo adquiera sino será una compra fracasada, porque esa persona va a convivir siempre con la obra. Ahora bien, el asesoramiento es importante si te interesa el potencial de la inversión ya que con recomendación se adquiere una obra de arte y, sin ella, sólo un cuadro decorativo. También para invertir en un precio justo es importante un interlocutor válido.
Tu derrotero en el campo de las artes visuales trasciende la década, ¿cuáles son los logros y obstáculos que lo definen?
- Creo que lo más importante es sentirme que soy un hombre que transito plenamente mi vocación. Y considero que mi mayor virtud es haber sido un profesional (ello me diferenció). Basado en mi honestidad, calidad humana y confianza con el artista. Invertí por ellos. Cada artista que trabajó a mi lado encontró respuestas y pude contribuir en su planificación de carrera. He trabajado con más de 30 empresas de la provincia, seduciéndolas y demostrándoles la importancia de convivir con arte. Costó, y mucho, pero siento que pude haber contribuido a la previa del mecenazgo, tan necesario en Mendoza –N de la R: en noviembre realizará Consultoría y Mentoring, una guía para el desarrollo de artistas y proyectos-.
- Uno de tus principales proyectos es ARTEH, el recientemente inaugurado espacio Hipercerámico, ¿cuál es la directriz que elegiste para articular un espacio de arte en el sectorprivado?
- Que una empresa como Hipercerámico me convocara ha sido muy importante. Esto demuestra el resultado de que las cosas las debo haber hecho bien. Es la empresa que podía asumir un compromiso tan significativo para los mendocinos. La mitad de su staff comercial está integrado por profesionales del diseño y la arquitectura, según me han dicho.
En 2015 recibieron el Global Trade Leader's Club, con el Premio Internacional al Liderazgo en Imagen y Calidad y el año pasado, el premio The Bizz 2016 a la Excelencia Empresarial, que entrega anualmente la World Confederation of Businesses (Confederación Mundial de Empresas). Han apostado con dos salas de exposición dando cumplimiento a las normativas internacionales para una exhibición digna.
- En todos estos espacios pudiste acercarte a diversas propuestas y emprendimientos artísticos. Soñemos un poquito: ¿cuál te gustaría replicar en Mendoza?
-Sueño con un museo revitalizador de lo urbanístico y de la transformación de la zona donde se ubique que, además de convertirse en el símbolo de nuestra ciudad, sea un punto de encuentro, diálogo y educación. Mendoza lo necesita.
DANIEL RUEDA
Daniel Rueda es uno de los principales referente en gestión cultural en Mendoza y la región.
Trabaja desde 2005 en la difusión de los artistas visuales en circuitos nacionales e internacionales.
Ha recibido reconocimientos de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Senado de Mendoza y el Gobierno de San Luis, entro otros premios como el Escenario 2017.
Ha desarrollado su profesión dentro y fuera del país.
Redacción: Mariela Encina Lanús / Fotografía: Luis Guiñazú / Producción y Contenidos: revista ClubHouse, octubre 2017.
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