Por Néstor Sampirisi -nsampirisi@losandes.com.ar
Sophia tiene ojos, boca, nariz. Sophia hace gestos, pestañea, incluso sonríe. Sophia habla, a su modo piensa, por eso hasta contesta preguntas. Si no fuera por esos cables conectados a su cabeza podría decirse que es humana. Pero Sophia es un robot, un humanoide dotado de inteligencia artificial (IA). Sophia posee esa gestualidad humana gracias a las decenas de motores que tiene instalados en su cara.
"Nunca sustituiremos a los humanos, pero podemos ser sus amigos y ayudarlos" dice Sophia ante un asombrado auditorio. "La inteligencia artificial es buena para el mundo y ayuda a la gente de distintas maneras" asegura. Sophia es un desarrollo de Hanson Robotics y fue la atracción de la reciente conferencia que la ONU realizó en Ginebra.
Hanson Robotics es una de las empresas más destacadas entre las que se dedican a la computación cognitiva. Pero no la única. Los ingresos que generan los proyectos de inteligencia artificial crecen a un ritmo de 55% anual (de 8 mil millones de dólares en 2016 saltarían a 47 mil millones hacia 2020) y la inversión en el desarrollo de esta tecnología se multiplicó casi nueve veces en los últimos cinco años. Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, India y Francia están a la cabeza.
La denominada "internet de las cosas" (objetos de la vida cotidiana en nuestros hogares y en las calles interconectados a la web) es la experiencia que tenemos más a mano y el caso de los automóviles autónomos el más cercano para muchos. Coches que se estacionan solos y geolocalización ya no son sorpresa. Lo que se viene es que los vehículos nos anticipen si hay accidentes en nuestra ruta, si algo altera las condiciones de visibilidad o si cambian las condiciones del tiempo. Hay ejemplos menos habituales.
IBM desarrolló Watson, un software para diagnóstico médico. Una experiencia piloto realizada en el Memorial Sloan Kettering de Nueva York mostró que el sistema hizo el mismo diagnóstico que los médicos en 99% de los mil casos de pacientes oncológicos analizados, pero que en casi uno de cada tres casos recomendó un mejor tratamiento que los profesionales.
Asimo es el robot humanoide estrella de Honda (se destaca por su movilidad) y se especializa en asistir a personas con movilidad reducida. Pepper, en tanto, es único por su autonomía. Surgido del laboratorio de la empresa francesa Aldebaran, está diseñado para convivir con las personas y ya "trabaja" en algunos centros comerciales vendiendo productos Nescafé.
En Japón, el Todai Robot Project desarrolla un robot que será capaz de aprobar los exigentes exámenes de ingreso a las universidades japonesas. En 2013 sacó una nota que le permitía ingresar a 472 de las 581 universidades privadas del país y en la actualidad ya puede escribir sobre algunas temáticas una redacción mejor que buena parte de los estudiantes (combinando información de libros de texto y de wikipedia).
A finales de los '80 la serie de TV "Max Headroom" proponía un prototipo de inteligencia artificial que sería el periodista del futuro. La "mente" de Max tomaba como base el cerebro de un reportero estrella de una cadena de televisión que había muerto en un accidente y su imagen era una suerte de holograma hecho a semejanza del infortunado periodista.
Parecía otra de las tantas locuras de la ciencia ficción, pero no lo era. Distintos medios ya publican notas escritas por robots. Son noticias basadas en datos y, en general, sobre economía, finanzas y deportes. Los robots periodistas escriben mediante algoritmos que traducen esos datos en forma automática. Ya en el Global Editors Network realizado en 2014 en Barcelona se aseguró que hacia 2025 la mitad de las noticias, al menos en los países del Primer Mundo, estarán escritas sin la intervención de seres humanos.
Estos dispositivos son desarrollados en laboratorios de medios de universidades y consultoras privadas que venden sus servicios a las empresas mediáticas. New York Times publica textos producidos por robots y Los Angeles Times hasta publicó una noticia principal de tapa generada en forma automática.
Los expertos aseguran que la inteligencia artificial es la mayor revolución desde la aparición de la electricidad y que provocará una transformación 3 mil veces superior a la causada por la revolución industrial. Se supone que tendrá una influencia revolucionaria en políticas sanitarias y en educación. Pero también hay mucha preocupación por su utilización en el campo militar y por el fuerte impacto que ya se verifica en términos de empleo.
Hay informes que advierten que la automatización amenaza 85% de los puestos de trabajo en los países en desarrollo, mientras que un estudio realizado en 2013 por dos profesores de Oxford señala que 47% de los puestos de trabajo corren riesgo en los EEUU. Tan fuerte será la repercusión en el empleo que los especialistas urgen a los políticos por soluciones que mitiguen el impacto.
Una alternativa que se explora sería una renta básica universal.
Posiblemente no lleguemos al drama existencial que plantea Philip K. Dick en la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" cuya versión libre se hizo célebre en el cine como "Blade Runner". Alli un grupo de replicantes (androides idénticos a los seres humanos) que se fugan de una colonia en una lejana galaxia vuelven a la tierra para asesinar a su creador, el magnate dueño de la corporación que los desarrolla.
Posiblemente.