Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -
Un recorrido a vuelo de pájaro por la trayectoria futbolística de Carlos Tevez implica situar a éste como un referente de figura exponencial y paradigmática en lo que va de este siglo XXI.
Si bien sus comienzos en primera división hay que rescatarlos desde 2003 en adelante, el período de ascenso en las divisiones inferiores de Boca Juniors ya lo mostraba años antes como una de las joyas llamadas a marcar una bisagra entre los juveniles xeneizes. De hecho, fue considerado en su momento como la gran aparición del fútbol argentino en sintonía con otro delantero pero gestado por el archirrival - River Plate - tal como lo representaba por entonces Fernando Cavenaghi. Los dos despuntaban en el seleccionado argentino Sub20 como puntas de lanza de la camada posterior a la de Andrés D'Alessandro, Javier Saviola, Leandro Romagnoli y Fabricio Coloccini, entre otros, la misma de los campeones mundiales 2001 bajo la conducción de José Pekerman.
Tévez fue escalando posiciones en la consideración general a la velocidad de quien se espera que alcance connotaciones de jugador de nivel premium. El sello de Carlos Bianchi estaba marcado a fuego en la piel del simpatizante. Carlitos, entonces, caminaba por dos senderos paralelos en la misma dirección: futbolista top y a la vez hincha visceral auriazul. Y aquí se diferenciaba del astro producto de la globalización. Lejos de ser un producto del marketing asociado con el fútbol, la imagen del Apache contrastaba tanto dentro como fuera de la cancha: jugaba como lo sentía y se expresaba en sus declaraciones con apreciaciones directas y espontáneas, claramente alejadas de la frase hecha de ocasión y a la vez protocolar.
Hasta en ésto, Tevez marcaba la diferencia entre pares. Y todo porque con la llegada del nuevo siglo, el fútbol fue atravesado definitivamente por una industria a su alrededor en la cual - además de grandes ganancias económicas - se gestó un cambio de patrón cultural en el que la forma parece ser más gravitante que el fondo. Una inversión de valores, a todas luces sólo redituable para quienes la explotan en provecho propio.
¿Quién es y por qué causa el que toma la determinación de poner proa rumbo a la China? ¿Es el que orgullosamente rescata su origen en Fuerte Apache? ¿Es quien imprevistamente gana el primer puesto del podio entre las estrellas futbolísticas mejor pagas? ¿Es quien mantiene un trato amigable y cercano con el presidente de la Nación y con el conductor del emblemático club xeneize? ¿Es, quizá, el mismo Tevez que nadará en millones y priorizará estos valores sobre los que anudaban Carlitos o el Apache con el hincha de Boca? Ó, en definitiva, ¿este mismo referente es el que se está preparando para otro escenario diferente al de una cancha, a poco del final de su carrera?
El estereotipo del futbolista que encaja hoy día en el mercado a escala planetaria tiene parámetros ligados al culto por el exitismo. Asoma la imagen como si ésta fuera una cualidad clave para la construcción de un modelo icónico de deportista. Los cortes de pelo, los tatuajes, la indumentaria y el colorido de los botines dentro de la cancha se asocian a un paradigma que linda con la banalidad y la frivolidad, y que se completa con el trato tan distante como sobre actuado hacia los hinchas y la prensa. Una toma de distancia hacia el otro, tristemente cada vez más marcada e indisimulable.
Y en ese modo de interactuar - profesional adentro y espíritu amateur afuera - había quedado claro que Carlitos iba a ser coherente a través de sus actos con lo que le surgía al momento de expresarse ante los micrófonos. Su ya famoso 'it´s very difficult' cuando la prensa inglesa le preguntó si iba a seguir en Manchester United - ya es un ícono adosado a su imagen de espontaneidad.
Previo a su llegada a la Premier League, en la que recaló junto a Javier Mascherano en West Ham - antes de pasar a los Red Devil's - fue el paso por el Corinthians la clave para el despegue definitivo de su vínculo con el club de la Ribera. Su consagración en un fútbol tan complejo para un argentino como el brasileño se acompañó de la idolatría que se supo conseguir entre los hinchas del Timao. Su entrega en la cancha generó devociones y la conquista del título puso al Apache otra vez en el rol combinado de jugador/hincha.
Con todo a favor en el fútbol inglés, en el que dio una vuelta olímpica con la bandera argentina en la espalda, provocó un revulsivo al dejar de lado la formación dirigida por Alex Ferguson y en la que brillaban Cristiano Ronaldo, Paul Scholes y Ryan Giggs - entre otros - para cruzarse a la vereda de enfrente y enrolarse en el Manchester City. Su pelea final con el DT Roberto Mancini fue el inicio del fin para Tevez, quien ya reclamaba dejar Gran Bretaña hasta por una cuestión de incomodidad para seguir viviendo junto a su familia.
Si en Juventus volvió a potenciar su nivel de juego, una de las causas que él mismo reconoció fue la de haber logrado empatía con el tifosi de La Vecchia Signora. El quinto scudetto consecutivo en el #Calcio le dio la llave al bianconeri para progresar en la #Champions League 2014-2015 en la que fue finalista hasta terminar sucumbiendo frente al Barcelona de Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar.
Y en medio de uno de los techos más altos de su carrera, otra vez pateó el tablero - propio de su actitud inconformista - y encabezó el operativo retorno a Boca, aún a sabiendas de que sólo faltaba una temporada para que se le venciera el contrato con #LaJuve. En ésto, la ingeniería financiera que encabezó el presidente Daniel Angelici tuvo puntos de contacto con el deseo explícito del por entonces candidato presidencial Mauricio Macri. Así, en el segundo semestre de 2015, Tevez ingresó a La Bombonera, la cual estaba repleta de hinchas. Y cerró el año con dos títulos: uno en la primera división de AFA y el otro en la Copa Argentina.
Si él planeaba alguna vez un final con la camiseta auriazul no existe mejor motivo que el de haber decidido alejarse luego de su brillante perfomance en el pasado Superclásico en el Monumental: dos goles en el 4-2 y un nivel de juego superlativo. Sin embargo, en el hincha queda un sabor agridulce tras las Fiestas de fin de año. De quien se convierte en ídolo se espera que haya causas suficientes como para no retirarse de un estadio lleno y que lo aplauda de pie. Y éste es el gran interrogante: millones no le faltaban al crack, pero éste optó por una salida - si se quiere - impopular. El billete pasa; la gloria queda.
Por éso, será difícil imaginarse la pieza de un fanático con el póster de Tevez vistiendo la camiseta del Shanghai Shenhua.