Los estudios dicen que Entre Ríos es la provincia argentina que, en promedio, más consume yerba mate. Unos 8,5 kilos per cápita, bastante más que los 6,5 de Misiones, el segundo distrito del ranking. La potencia del dato se torna explícita en Concordia, ciudad de playas y termas ubicada 65 kilómetros al norte del Parque Nacional el Palmar. En la capital del departamento homónimo, los locales se matan a amargos sin distinción de edad ni clases sociales, en la peatonal, las plazas, la oficina y las barriadas de las afueras. Termo bajo el brazo, la mayoría de los 150 paisanos que componen el padrón honran la tradición donde quiera que estén.
Algo parecido ocurre en la más cercana Ubajay (60 kilómetros al sur de Concordia), pueblito rural de 3.500 habitantes que sirve de antesala a los palmerales. E incluso en el mismo parque. Que lo digan si no Juan Carlos y Marta, dos jubilados de Paraná que cada año se pasan varias semanas en el camping del espacio protegido, meta cebar y chupeteo a la bombilla.
Al lado de la carpa canadiense, la parrilla humeante y cien bártulos que los acompañan en sus aventuras, la pareja también rinde tributo a la idiosincrasia entrerriana charlando mucho y convidando cuanto disponen para llevarse a la panza.
En el medio del encuentro, un yacaré overo del tamaño de un perro se arrima a la mesa. Los ancianos, acostumbrados al desfile del bicherío, le lanzan pedacitos de pan, de manzana, de lo que haya. Marta cuenta que se ven a montones, todo el día. Por la noche llegan las simpáticas vizcachas, las que también disfrutan de las sobras. Eso sí: al mate se lo tienen vedado.
