Entre el ser y el deber ser

Amparados en los “códigos del fútbol”, se castiga a los que dicen lo que piensan y se intenta esconder cosas que no están bien.

Entre el ser y el deber ser
Entre el ser y el deber ser

El fútbol argentino está pasando por una etapa de cambios importantes y esto se nota en la locura que hay por estas horas. Dirigentes que son juzgados por hablar de la actitud de sus equipos, técnicos que hablan más de lo que corresponde y luego olvidan, árbitros que cenan con dirigentes y jugadores que son “condenados” por decir lo que piensan.

Todo englobado en los famosos “códigos del fútbol”, esas reglas no escritas que muchos manejan a su antojo y que sólo hacen que el deporte esté más ligado a lo mafioso que a lo lúdico.

Esta semana salió a la luz una foto del árbitro Mauro Giannini cenando con dirigentes de Atlético de Tucumán, en la previa del partido ante Sportivo Belgrano de San Francisco. La misma fue tomada por un periodista cordobés, Federico Sotano, quien ha recibido amenazas de todos los costados y hasta fue increpado por el presidente de Sportivo Belgrano, club que podría haber sido perjudicado con la actitud, quien le dijo que con esa imagen había roto “los códigos del fútbol”.

La verdad es que si Giannini no tenía nada que esconder no debió haberse preocupado, pero el árbitro también se enojó con el periodista, a quien trató de payaso, mientras que uno de los dirigentes que estaban en la mesa dijo que los estaban entregando con las manos atadas.

En una sociedad en la que cada día más se habla de libertad de pensamientos, en el fútbol todo es lo contrario. José Luis Fernández pasó de ser el capitán de Godoy Cruz a no ser tenido en cuenta por el técnico y eso sólo porque en algún momento cometió el “pecado” de decir que el equipo no jugaba bien y que tenían que mejorar.

Error garrafal. Lo que dice la tabla de mandamientos del código futbolero es que “los trapitos se lavan en casa”, entonces nadie debe decir lo que piensa.

Así, después nos encontramos con frases hechas y largamente usadas que a todos nos molestan. Un casete con los siguientes hits: “La verdad que hay que seguir trabajando”, “las cosas no nos están saliendo como esperamos”, “la suerte no nos ayuda” y una lista interminable de excusas más.

Ahora, ¿no hay un código que dice que a los jugadores no hay que quemarlos y ningún jugador será condenado por un técnico si no tuvo problemas directos con él o si el resto del plantel no pidió su separación? Quizá Carlos Mayor sepa mejor esto, yo la verdad que no he pasado el suficiente tiempo en un vestuario como para saber tanto al respecto.

También fue muy criticado el presidente de Gimnasia, Fernando Porreta, cuando aseguró que los jugadores de su club no estaban teniendo compromiso a la hora de entrar a la cancha. Otro oprobio que no podía tolerarse.

Claro que esos códigos se manejan según la visión del observador. Porque también estaría mal visto hablar con desmedro de los rivales y los protagonistas lo hacen. La semana pasada, antes del partido entre River e Independiente de Avellaneda, el técnico del Rojo, Jorge Almirón, se cansó de descalificar el juego del equipo de Gallardo.

La realidad es que los de Almirón terminaron siendo goleados y todo lo dicho no sirvió para nada, por el contrario, fue un búmeran para el técnico, que debió justificarse por perder frente a un equipo que según él “estaba sobrevalorado”.

Los códigos sirven para tapar un montón de cosas. Malas señales para nuestro fútbol.

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