Como era de esperarse, los diputados del Frente de Todos justificaron la emergencia en el desastre en que, a su criterio, dejó el país la gestión de Mauricio Macri. Sus colegas de Juntos por el Cambio cuestionaron las facultades delegadas que otorga a Alberto Fernández el megaproyecto en debate porque, a su juicio, significa la entrega de la suma del poder público.
Acaso el único discurso de cierta sensatez lo pronunció el albertista Eduardo Valdés, que dijo que no era pertinente repartir culpas a uno u otro gobierno por la situación socioeconómica que sufre el país desde hace décadas.
"Algo nos pasa; algo no hacemos bien; no es los unos contra los otros. Los números hoy de la micro y de la macroeconomía son de emergencia. Y no lo hago cargo de esto sólo al Gobierno anterior", dijo el diputado del FDT y agregó: "Que la pobreza esté en el 40% les juro que duele y mucho, pero nosotros la dejamos en el 30%, y dolía y mucho. Y no da para enrostrar la pobreza uno al otro. La democracia argentina se debe un acuerdo político para luchar contra la desigualdad social".
Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, ensayó un discurso moderado, destacando el llamado a la unidad de los argentinos que Fernández hizo en su asunción y criticando a "los fanáticos de uno y del otro lado de la grieta", pero indicó que no esperaba que después de ese discurso presidencial "se animara a un proyecto de este tipo", al que criticó de cabo a rabo.
"Acá no hay tierra arrasada ni tampoco es que dejamos las bases para empezar a crecer. Ni lo uno, ni lo otro. No tenemos ningún derecho los dirigentes de este país para atribuirnos ese carácter fundacional", dijo después el ex gobernador de Mendoza, en una crítica abierta a Macri.
El resto de los discursos, en general, fueron de un tenor bastante más beligerante. Temprano, Maximiliano Ferraro, presidente del bloque de la Coalición Cívica-ARI, había anunciado formalmente que no acompañarían el proyecto para "no permitir que se instale desde lo semiótico que esto es una ley de solidaridad para sacar a la Argentina adelante", cuando en realidad es "una clara ley de plenos poderes para que el Ejecutivo haga lo que quiera".
El macrista Luciano Laspina dijo que el impuesto del 30 por ciento sobre los consumos con tarjeta en el exterior y moneda extranjera es "oneroso" y es un "impuestazo a la clase media". "¿O vamos a creer que el que compra por internet es Paolo Rocca?", se preguntó, en alusión al CEO del Grupo Techint, y señaló que las emergencias pretendidas son "la suma del poder público".
El mendocino Omar de Marchi calificó al proyecto de “ley de arrebato institucional”, sin que haya un plan económico que lo justifique.
El santafesino Luis Contigiani, que integra el interbloque Federal con el socialismo y el lavagnismo, dijo que "los pequeños y medianos productores no tienen nada que ver con los 10 mil que producen el 80% de la soja en la Argentina" y que "no son oligarcas ni terratenientes". "Vayan a las provincias y lo van a entender", lanzó.
Uno de los más vehementes del FDT fue el radical kirchnerista Leopoldo Moreau: "¡Dejen gobernar, dejen que pongamos en marcha las medidas que nosotros creemos, equivocados o no, que son las necesarias para recuperar la Argentina!", clamó a los gritos.
Moreau dijo que “recibir 5.000 pesos en diciembre y 5.000 pesos en enero”, que son los bonos que el Gobierno proponer entregar a los jubilados que cobran la mínima, de 14.068 pesos en este momento, “son cifras importantes”, aunque “no es justicia social”.
"Los votantes de ustedes (Juntos por el Cambio) también quieren que la Argentina se recupere aunque hayan votado por odio contra nuestra fórmula".