Desde los tiempos de la colonización, las que hoy conocemos como ferreterías han estado presentes para satisfacer a todos los que han necesitado herramientas o accesorios. Por supuesto, con el correr de los años, estos comercios fueron modificándose; muchos desaparecieron y muy pocos sobrevivieron a las hiperferreterías.
Desde la fundación de Mendoza por Pedro del Castillo en 1561, los colonizadores trajeron las primeras herramientas, tales como martillos, yunques y fraguas.
Años después se instalaron en nuestra provincia las primeras ferreterías, que por entonces se denominaban pulperías, y que poseían todo tipo de mercaderías, incluyendo martillos, azadones, clavos y las escasas planchas de hierros. La mayoría de estas predecesoras de las ferreterías compraban sus mercancías en Chile y en Buenos Aires.
Pionero de la ferretería en Cuyo
Durante mediados del siglo XIX se instaló el primer comercio ferretero, muy cerca de la plaza principal (actualmente Pedro del Castillo) propiedad de Lucas Núñez.
Luego del terremoto de 1861, se instaló en la calle San Martín y Entre Ríos la primera ferretería post-terremoto de Emiliano Torres - quien había trabajado en el comercio de Núñez por varios años- la que ofrecía una variedad de herramientas y accesorios. En ella atendía un joven llamado Arturo Day quien más tarde se convertiría en socio y yerno del señor Torres. Tiempo después, Day estableció otra ferretería en la ciudad llamada Arturo Day y Cía, que permaneció abierta hasta 1906.
Los grandes comercios del ramo
Casi a finales del siglo XIX el negocio ferretero comenzó a desarrollarse ampliamente. Se instalaron varios negocios como el de Ramón Cano en calle San Nicolás (hoy San Martín y Lavalle), las de Julio Leiton y José María Caldoso y, en 1885, Baldé y Miret, quienes años después abrieron su nuevo negocio en calle San Martín. A estos se sumó Pagés, que luego cambiaría el nombre por Pagés y Cía., y posteriormente se conocería como Ferretería Alsina.
Una de las más importantes de aquella época fue la de Lanús y Alurralde, quienes vendían hasta accesorios y maquinaria agrícola. Entre otras, se encontraba la Ferretería París, fundada por Jonch, Forgas y Escayola. También funcionaban las de González, Decúrgez y la ferretería “La Campana”, de Lázaro Galeano.
Ya en el siglo XX, se instaló otra denominada “El Cañón”, de propiedad de López Hnos.
En 1916, en los entonces suburbios de la Capital, comenzó a funcionar un almacén de ramos generales denominado La Higuera, propiedad del español Juan Llobell, actual Ferretería Pueyrredón. Otros extranjeros instalaron sus negocios ferreteros como los de José Buzio y los hermanos Pannocchia en el departamento de Godoy Cruz.
En 1932 Antonio Alsina adquiere la sucesión de Pagés y Cía. y funda la ferretería Alsina. Unos años después, don Antonio compra la ferretería Alurralde. Por aquel tiempo, este comercio fue líder en la provincia de Mendoza en este importante ramo y hoy es una de las ferreterías más antiguas.
En las zonas rurales los negocios de ramos generales atendían las necesidades de ferretería, lo que constituyó quizás el rubro principal de sus negocios. Se destacaban en los departamentos de San Martín la Casa Pina y la de Salvador Riva y, en San Rafael, la de Daniel Julián, Ignacio Sueta y Martín Hnos.