Un padre de ficción llamado Pedro dice a su hijo Guille que no puede partir de su casa rumbo a la escuela sin haber desayunado. “Pero papá no te preocupés; en el recreo me compro un alfajor o unas papas fritas”, replica el joven quien, finalmente, escucha a su padre y decide tomarse unos segundos para desayunar.
“Así, tenés energías y podés prestar más atención en clase”, cierra el padre la representación teatral.
Frente a los actores un auditorio repleto de chicos de 5to B de la escuela Guillermo Rawson de Godoy Cruz, los observa con atención mientras se divierten y aprenden.
Se trata de un taller que forma parte de un programa que desarrollan en conjunto Carrefour y la Fundación Conin y que este año recorrerá 11 escuelas públicas de la provincia con enseñanzas sobre alimentación y nutrición.
“Si estas criaturas entienden la importancia del desayuno van a tener una vida mucho más saludable”, asegura Abel Albino, pediatra y presidente de Conin quien recurre a una conocida frase: “Hay que desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”.
Para él, es justamente esta recomendación la que no se practica en la vida diaria. “El desayuno es la comida más importante del día porque así los chicos se van al colegio con todas las luces prendidas y aprovechan adecuadamente los conocimientos que allí se les imparte; después tienen que comer menos en el almuerzo y mucho menos en la cena para poder descansar correctamente”, indicó el médico.
La primera imagen que apareció en el taller fue justamente un desayuno completo con todos los componentes: cereales, tostadas, leche, yogur, queso, frutas, mermelada y jugo.
Luego también se les enseñó sobre el óvalo nutricional argentino y los seis grupos de alimentos que lo conforman con su orden de prioridad.
“Los más importantes y de los que hay que consumir más son los cereales y las legumbres porque aportan carbohidratos; luego las verduras y las frutas que contribuyen con vitaminas; los lácteos que tienen mucho calcio y las carnes que aportan proteínas y hierro.
Los que hay que consumir menos son las grasas y aceites y por último los dulces y azúcares que, si bien no hay que prohibirlos, sólo hay que incorporarlos de vez en cuando”, explicaron Daniela Berraondo, Lucas Gambero y Marcelo Miori, los facilitadores del curso, ante la mirada interesada de los chicos.
Los educadores también hicieron hincapié en la importancia de tomar dos litros de agua por día y de hacer actividad física.
Para Albino, actualmente no hay una buena educación en nutrición. “No es que no se enseñe en los colegios, pero hay que hacer mayor hincapié en el tema ya que de eso depende la vida futura, porque las enfermedades de los adultos se previenen a esta edad”, subrayó.
Transmisores del saber
Desde la empresa de supermercados dictan estos talleres a alumnos desde cuarto a séptimo grado porque en esa edad pueden incorporar nuevos hábitos saludables y transmitirlos en sus familias.
“Buscamos complementar lo que se dicta en la escuela y en el aspecto nutricional vimos una oportunidad de generar conciencia para el día de mañana”, contó Candela Arias, gerente de Responsabilidad Social Empresaria de Carrefour.
Para los facilitadores que viajan por todo el país dictando estos cursos, la experiencia es muy enriquecedora. “Porque uno siente que está sembrando un contenido que a los estudiantes les sirve ya que a medida que crecen van a poder elegir una alimentación saludable”, expuso Berraondo a la vez que remarcó que los alumnos de la Rawson respetaron el orden y el silencio y demostraron que tenían mucho contenido.
El programa Alimentarse y Aprender, desarrollado por Carrefour Argentina junto a la Fundación Conin, tiene este año el objetivo de llegar a los 100.000 alumnos de todo el país capacitados en buena alimentación y nutrición.
“Lanzamos este programa de talleres hace cuatro años tratando de inducir a los chicos a tener una buena alimentación”, expuso Carlos Velasco, director de Comunicaciones de Carrefour.
Experiencia de aprendizaje
Los chicos se mostraron muy satisfechos ya que, además de capacitarse, tuvieron la oportunidad de jugar a elegir una comida completa que incluyó desayuno, colación, almuerzo, media tarde y cena.
“Me encantó el curso porque aprendí mucho. A mí me fascinan las pastas, pero ahora sé que tengo que comer más frutas”, comentó Carolina Aguirre (10).
Ella está dispuesta a transmitir a su mamá el conocimiento que adquirió y además a crear una huerta en su propia casa.
“Al finalizar nos dieron unas semillitas para que plantemos verduras en la escuela o en la casa”, contó. Su compañera Noemí Moreche (10) también se fue muy satisfecha.
"Lo que más me gustó fue cuando explicaron lo de los lácteos y la importancia de los distintos tipos de comidas", dijo la nena.
Junto a ellas, la maestra responsable Patricia Boiza agradeció la invitación.
“Estos talleres didácticos que salen de la actividad habitual son muy enriquecedores para los alumnos porque les llama mucho la atención y aprenden muchísimo”, manifestó la docente.