Se lo palpa en el ambiente y parece una verdad de perogrullo, pero la realidad marca que hoy, desde las 19.15, el eje de la atracción en el Monumental será Lionel Messi casi más que la suma del resto de sus compañeros. Que enfrente esté Trinidad y Tobago, es al cabo, apenas una circunstancia. La Selección transita la curva final de su despedida premundialista en dos tandas, en esta ocasión ante los caribeños y el sábado próximo, en La Plata, contra Eslovenia. Sin embargo, hasta podría tener como contrincante a un grupo de desconocidos: lo que importa es verlo a Leo, en su partido número 85 enfundado en la albiceleste, camiseta con la que festejó 37 goles.
Messi es el termómetro que marca la temperatura previa en una Capital Federal que amaneció húmeda – su sello de distinción – y con nubosidad. Entre los periodistas extranjeros que se observaba en la AFA retirando su acreditación era el tema recurrente. En las calles, una llamativa puja de poder se marca claramente con afiches y carteles en los cuales aparece la figura de la Pulga relacionada simbólicamente con el Gobierno Nacional o con el porteño, a través de imágenes que lo asocian a la TV Pública, en un caso, o a la ciudad que gobierna Mauricio Macri, en el otro. En los negocios de indumentaria deportiva, la “10” con el apellido del mejor futbolista del mundo copa el centro de cada vidriera. Y el hincha que ocupará su lugar en River Plate, ya sabe qué apellido corear previo, durante y después de la hora del partido.