El enoturismo no es sólo bodegas

En la última década la provincia ha tenido un crecimiento exponencial en lo que a turismo vitivinícola se refiere. Es mucho lo que se ha hecho, tanto a nivel oficial como privado, pero restan algunos aspectos por cubrir, como la necesidad de una verdadera

El enoturismo no es sólo bodegas

Las cifras son elocuentes: de 1,3 millón de visitantes que recorrieron los caminos del vino en todo el país, 70 por ciento se registró en nuestra provincia. De acuerdo con estimaciones de la comisión de Turismo de Bodegas de Argentina, el crecimiento en los últimos tres años ha sido sostenido, con un aumento que oscila entre un 3 y un 7 por ciento anual y ha pasado a convertirse en uno de los principales productos turísticos del país.

No caben dudas de que es en la última década cuando Mendoza descubrió las bondades del turismo enológico. Hasta mediados de la década del ’90 Mendoza era conocida por sus bellezas naturales, en la conjunción de una ciudad limpia y acogedora, junto al marco espectacular de la montaña.

El Cerro de la Gloria, junto al Parque General San Martín constituían sus principales atractivos, mientras la Fiesta de la Vendimia se convertía en la actividad convocante. El Sur de la Provincia había dado ya pasos importantes en lo que a actividad turística se refiere y es así que aún hoy San Rafael tiene su marca propia en el quehacer turístico nacional.

En ese marco, así como los bodegueros locales comprendieron que para poder ingresar a los mercados mundiales debían elaborar los vinos que el consumidor exigía y para ello realizaron grandes inversiones en tecnología y manejo de los viñedos, también tomaron conocimiento de que agregar la actividad turística a los establecimientos les generaría un mayor crecimiento empresario. En un principio lo hicieron con la intención de generar marketing y de fidelizar a sus clientes.

“Nuestro objetivo no es lograr ganancias sino reafirmar a nuestros clientes que ya conocen nuestros productos y quieren conocer la bodega”, señaló en aquel momento el titular de una bodega centenaria de Maipú. Sin embargo, con el correr del tiempo y, ante los hechos concretos, los bodegueros han comprendido que el turismo también les permite incrementar sus ingresos.

No resultó fácil ni económico ampliar la “oferta” por parte de los empresarios. En primer lugar porque exigió un cambio de mentalidad al permitir que el público en general recorra sus instalaciones en los momentos de elaboración o fraccionamiento de los vinos; en segundo término, porque les exigió importantes inversiones. Lo interesante del caso es que, al poco tiempo, los ingresos permitieron cubrir los costos y el negocio comienza a cerrar, como aseguran los propios empresarios.

De acuerdo con las cifras, actualmente son más de 100 las bodegas locales que ofrecen servicios turísticos, mientras paralelamente se organizan actividades tales como Música por los Caminos del Vino y el Rally de las Bodegas, entre otros. A la vez, Mendoza ha logrado insertarse en la red de Grandes Capitales Mundiales del Vino, organización que se ha fijado como objetivo trabajar en conjunto para incrementar el turismo vitivinícola.

Es mucho y muy importante lo que se ha hecho, tanto a nivel oficial como privado para incrementar el turismo enológico y los resultados están a la vista. Pero hay que seguir trabajando en el tema, esencialmente para que la población en general pueda alcanzar una necesaria “cultura” de conocimientos en la materia, como sucede en otras zonas del mundo, como Burdeos, por señalar sólo un ejemplo. Sólo cabría señalar que el turismo es una de las actividades con mayor distribución de ingresos en el grueso de la población.

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