Enólogos locales trascienden fronteras

La calidad de los hacedores de los vinos mendocinos ha trascendido las fronteras provinciales y nacionales. A la distinción que le cupo a un enólogo local como el mejor del año pasado por una revista especializada, se suma ahora la designación de otro men

Enólogos locales trascienden fronteras

A medida que pasa el tiempo, se va ratificando el espectacular cambio generado por la vitivinicultura argentina, lo que le ha permitido también ganar prestigio a nivel internacional. Los hechos hablan por sí solos y a la inserción alcanzada por nuestros vinos en las góndolas de los principales mercados del mundo, se suman las distinciones alcanzadas por los enólogos locales. El año pasado, una revista especializada eligió a Jorge Riccitelli como el mejor enólogo de 2012 y ahora la Academia Internacional del Vino, uno de los foros más prestigiosos de Europa, decidió designar como integrante a otro enólogo local, Roberto De la Mota.

Hasta hace poco más de dos décadas, la vitivinicultura argentina sólo era conocida en el mundo por la producción de sus uvas. En ese esquema, se sabía que era la quinta productora pero sin ningún tipo de llegada a los mercados internacionales. Sucedía que existía un consumo interno de 90 litros per cápita, en su casi totalidad de vinos genéricos. Con la caída del consumo interno los bodegueros mendocinos comenzaron a incursionar en los mercados internacionales, pero a fin de lograrlo debieron adaptarse a las exigencias de otro tipo de consumidores. Para muchos, el gran cambio consistió en la mentalidad de los empresarios, en el sentido de “dejar de producir el vino que le gusta al bodeguero para pasar a elaborar el que piden los consumidores”.

Las medallas obtenidas en los concursos internacionales y el golpe de efecto generado por la variedad malbec, entre los tintos y el torrontés, entre los blancos, abrió paralelamente los mercados externos. Así entonces y cumpliendo también los aspectos fijados en el Plan Estratégico Vitivinícola 2020, la vitivinicultura argentina supera actualmente los mil millones de dólares en exportaciones entre vinos y mostos, y si bien se ha producido una meseta en el crecimiento, ello responde esencialmente a erróneas medidas económicas aplicadas desde el Gobierno nacional.

Aunque el aceitado trabajo en los viñedos y la incorporación de tecnología en bodegas constituyeron hechos importantes para ese crecimiento, no quedan dudas de que gran parte del mismo se debe al trabajo desarrollado por los enólogos, que se van adaptando rápidamente a las exigencias de los mercados, como sucede actualmente con el incremento del consumo de moscato, en Estados Unidos. Esa adaptación y la generación de productos con excelente relación calidad-precio, ha determinado que muchos profesionales mendocinos sean contratados por bodegas europeas, esencialmente francesas, durante el período de cosecha y elaboración.

Como consecuencia, también llegaron las distinciones. El año pasado, para el enólogo Jorge Riccitelli, considerado el mejor de 2012 por una revista especializada francesa. Y este año se da con la designación de Roberto De la Mota para formar parte de la Academia Internacional del Vino, un organismo que se ha fijado como objetivos preservar los valores de los vinos de noble origen, en una búsqueda permanente de los estándares de calidad.

Se trata de una distinción que alcanza a todos los profesionales de la enología mendocina, pero en el caso particular de De la Mota cobra mayor valor por tratarse de un hombre que siguió los pasos de su padre (don Roberto fue considerado el mejor enólogo argentino del siglo XX), que supo sobreponerse a duras vicisitudes de la vida y que con dedicación, esfuerzo y un amor entrañable por su profesión, ha logrado un bien ganado prestigio a nivel internacional.

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