Hoy comenzará en los Tribunales Federales un juicio contra un hombre de 72 años, su hijo de 40 y un psicóloga colombiana, de 55, acusados de organizar y financiar una operación que, desde Bolivia y con la utilización de "mulas", traía cocaína para ser distribuida en la provincia.
Los acusados en la instrucción por la fiscal federal María Alejandra Obregón son Miguel Osvaldo Landa alias "Petiso" -quien hoy cumple 72 años-, su hijo Martín Miguel y Astrid Lucía Betancourt, psicóloga nacida en Colombia y con residencia en un barrio de El Plumerillo.
La investigación se inició hace un par de años cuando, por medio de escuchas telefónicas, las autoridades descubrieron que los tres habían armado una "organización" que después de contactarse con un proveedor boliviano identificado como Fernando Collan, realizaron giros donde se pagaba por la "mercadería". Después utilizando "mulas" traían la droga a la provincia, donde otras personas se encargaban de distribuirla.
Martín Miguel vivía en San Juan y en su domicilio del barrio Villa Paula, de Chimbas, recibía a las "mulas" o, ante una emergencia, las alojaba en un hotel hasta que expulsaran las cápsulas ingeridas.
Pero todo terminó en julio de 2017, cuando en un procedimiento conjunto de las fuerzas mendocinas y sanjuaninas se detuvo al padre y al hijo.
Durante el procedimiento, la dupla intentó ocultar la droga tirándola por el inodoro. Sin embargo, los restos esparcidos por el piso y por el borde de la taza, le permitieron a los efectivos concretar el operativo que tuvo su continuidad en una casa de El Plumerillo, donde vivía Betancourt.
Durante los allanamientos secuestraron una decena de teléfonos celulares, muchos de los cuales habían sido intervenidos y a la postre permitieron reconstruir el modus operandi del grupo.
Con esos antecedentes la fiscal Obregón calificó la conducta del trío en "tenencia de estupefaciente para comercialización", en concordancia con los artículos 5 y 7 de la Ley 23.737.
Las “mulas”, en riesgo de vida
En el estómago, en la vagina, de manera sólida o líquida, las "mulas", como se conoce a estas personas, ocultan dentro de sus organismos pequeñas -y no tan pequeñas- cantidades de estupefacientes.
Cuando no logran pasar los controles, son los médicos los encargados de llevar a cabo el proceso de evacuación de la droga, tras lo cual terminan detenidos, otros mueren en el intento.
Teléfonos intervenidos
En este tipo de operaciones, la Justicia habilita la intervención de los teléfonos y en una (hubo decenas) de las llamadas se puede escuchar que uno de los Landa, le pide a su interlocutor: "Comprá 30 frascos de sal inglesa, dos litros de alcohol y una caja de aspirinas para tener para el alargue... ¿Me entendés?".