El malbec argentino, representa uno de los casos más exitoso de la vitivinicultura mundial de los últimos 20 años. No solo quedó registrado como una marca de nuestro país y su más potente diferenciador, sino que además permitió el ingreso de Argentina al mundo como productor de vinos de calidad.
Incluso tiene su propia celebración, algo que ningún otro país o variedad ha logrado. El 17 de abril pasado, por tercer año consecutivo, se rindió tributo al malbec a través de 106 eventos, en más de 50 ciudades del mundo. Una acción desarrollada e ideada por Wines of Argentina, entidad que nuclea a todos los exportadores y promueve la marca Argentina en vinos, en el mundo.
Cuáles fueron los factores que tuvieron que ver con este desempeño, considerando que esta variedad lleva más de 150 años en nuestro país, que alcanzó su mínimo nivel histórico a mediados de los ‘90 con apenas 10 mil hectáreas y que ha crecido hasta superar las 30 mil hectáreas actuales.
Primero fue que demostramos al mundo nuestra capacidad de producir alta calidad en este noble varietal y con claras características diferenciales, que permitieron poner el nombre de los vinos de Argentina en lo más alto del mercado mundial y además nuestros vinos han interpretado claramente, las nuevas tendencias de los consumidores, alrededor del planeta.
En las últimas 2 décadas, se invirtió más de 500 millones de dólares solo en malbec, tanto por inversores argentinos como extranjeros que se vieron atraídos por el potencial de esta variedad, el potencial de nuestro país como jugador del mercado mundial y por las condiciones económicas imperantes.
El malbec ha crecido en sus exportaciones el 40% anual promedio entre 2002 y 2011, siendo la variedad de mayor crecimiento en el mundo y alcanzando más de 350 millones de dólares solo en sus exportaciones de vinos fraccionados.
Sin embargo el consumo mundial de malbec alcanza apenas un 3% del total de variedades, lo que demuestra claramente el potencial extraordinario que tiene Argentina para seguir creciendo y desarrollando su vitivinicultura de la mano de sus exportaciones y el malbec.
Para eso debemos seguir trabajando muy fuertemente en la calidad de nuestros vinos, es el único camino para crecer en un mercado mundial cada vez más competitivo y dinámico. En segundo lugar, debemos trabajar en mostrar la “segunda etapa” de nuestro malbec, asociado a las diversas características que tienen nuestros diferentes terruños.
Argentina presenta una diversidad única, mezcla de latitudes y diferentes altitudes, a lo largo del cordón montañoso de los Andes, que permite que nuestros malbecs tengan distintas expresiones, generando un enorme atractivo para los consumidores. Esto nos obliga a aunar esfuerzos en investigación y desarrollo y articular el sector privado con entes de investigación públicos y privados para avanzar en este arduo trabajo.
Finalmente, debemos preservar las condiciones económicas que permitieron este desarrollo, que impactó positivamente sobre nuestras economías regionales. Argentina solo puede seguir conquistando el mundo y de la mano de nuestro malbec, expandiendo su vitivinicultura, si es capaz de mostrar alta calidad y siendo competitivo, ante un mundo cada vez más demandante y exigente.