Dentro de la amplísima gama de ciudadanos venezolanos que han "invadido" Mendoza -se calcula que en un año han llegado más de 400- resalta un sub-grupo que ha elegido estas tierras en su escape de lo que ellos llaman "la tragedia de Maduro": los enfermeros profesionales.
De a poco, estos especialistas coparon las empresas dedicadas "cuidados de enfermos" y son muy codiciados porque a su condición de "cuidadores" se les suma los conocimientos propios de un profesional de la enfermería.
Igual, los inmigrantes se quejan de la burocracia nacional a la hora de homologar sus títulos habilitantes y poder trabajar de lo que realmente saben y para lo que estudiaron.
Iris Gómez (50), oriunda de la bella Isla Margarita, debe tomar aire para recitar su currículum: "licenciada en Enfermería con 31 años de experiencia, instrumentista, asistente de cirugía y profesional del hospital municipal de Isla Margarita". Hace dos semanas que llegó a Mendoza. Lo hizo a partir de un grupo de Whatsapp "enfermeros venezolanos" por el que se contactó con sus colegas que están acá. "Tengo un hijo que vive en Buenos Aires, estuve cuatro meses pero la ciudad no me gustó; ahora estoy viendo acá".
Jessica Santana (33) dice llevar las crisis consigo: "Me fui de mi país con mi marido, mis mellizos y mi madre por la crisis humanitaria que se vive. Primero fuimos a Ecuador y ni bien llegamos se produjo un fuerte sismo económico y tuvimos que partir. Luego estuvimos un poco en Perú y por un amigo de mi esposo llegamos a Mendoza. Tú me entiendes: ni bien llegamos a la Argentina se desata esta crisis", dice entre la resignación y el humor.
Búsqueda
Iris y Jessica recorrieron las universidades en Mendoza (UNCuyo y otras privadas) para revalidar sus títulos: "Pero tenemos problemas para homologarlos, en la UNCuyo nos dijeron que recién en 2017 incorporaron la licenciatura, por lo que hay que esperar", coinciden.
"En los hospitales y clínicas, cuando ven nuestros currículums nos dicen que nos darían trabajo de inmediato, pero tenemos ese asunto con la homologación y no accedemos a esos puestos", dijeron.
El caso de Gabriel Barbato no es demasiado diferente. El joven de 33 años se fue de un hospital público de Caracas "después de ver cómo se moría gente por falta de medicamentos. La gota que estalló el vaso fue cuando el Gobierno hizo un allanamiento por un supuesto robo que había ocurrido en el hospital. Metieron a un médico preso y yo me dije: si no me voy el próximo seré yo". Gabriel, al igual que las chicas, sobrevive con el cuidado de personas.
A modo de comparación, Jéssica recuerda que en su experiencia laboral por Ecuador existía un ente llamado Senescyt (Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación). "Allí tu llevabas tu título certificado y apostillado y ellos mismos, por medio de Internet, lograban corroborar si todo estaba legal a la hora de la homologación; acá te mandan de Casa de Gobierno a la UNCuyo y luego a otro sitio; todo es mucho más engorroso".
Por algún motivo que no trascenderá durante la entrevista, los tres enfermeros sonríen todo el tiempo. No parece posar en ellos la idea de destierro ni de saber cuándo podrán volver a su país. Siempre ríen. De un modo caribeño.
Decreto demorado
En febrero de este año, por medio de un decreto de Mauricio Macri, el ministerio de Educación de la Nación emitió resoluciones en las que se simplificaba la validación de los títulos universitarios y el acceso a la educación de los ciudadanos sirios y venezolanos que se encuentran en la Argentina.
Teóricamente, los venezolanos iban a ser quienes mayores beneficios recibirían. Según las resoluciones 230-E/2018 y 232-E/2018 del ministerio de Educación de la Nación rubricadas por Alejandro Finocchiaro, se establecía "un tratamiento preferencial" en los trámites administrativos de reconocimiento de estudios de la educación obligatoria, "tanto completos como incompletos", cursados en Venezuela.
Sin embargo, "todo eso está trabado porque yo me inscribí en febrero y desde entonces no he recibido respuestas. Y para peor aún, cuando se hizo ese decreto existía el Ministerio de Educación solo y ahorita les han agregado Ciencia y Tecnología. Igual, en Mendoza no hay convenios universitarios en Enfermería. Sabemos de todos modos que el hecho de no tener una matrícula habilitante es complicado porque existe un riesgo legal muy alto de parte de quien te contrata", dice Gabriel.
Agrupados
La avalancha de enfermeros venezolanos abarca a las ciudades más importantes de Argentina. De hecho han creado la Asociación de Enfermeros Venezolanos en Argentina (Asevar), que en menos de un mes ya ha sobrepasado los 400 inscriptos; "tenemos una red de Whatsapp y de Facebook que abarca casi todos los países de Latinoamérica", aclara Gabriel.
Según ellos, Córdoba, Rosario, Buenos Aires y Mendoza son las ciudades donde más están esparcidos los enfermeros diplomados de la tierra de Simón Bolívar. "Ahora estamos por firmar un convenio con la UAI (Universidad Abierta Interamericana), para tratar el tema de la reválida pero el proceso es muy largo", se quejan.
En una cuantificación de la crisis, Iris recuerda que "años atrás en Venezuela en el hospital donde trabajaba se hacían 120 cirugías por mes; en enero de este año: apenas dos". Algo curioso es que los tres se fueron de Venezuela teniendo trabajo. "Sí, ninguno estaba desocupado, pero eso no significa nada", dice Jéssica.
"La situación social se ha desbocado y eso nos ha empujado a emigrar. No hay insumos en los hospitales y hay persecución ideológica contra los empleados que no están con Maduro", aporta Gabriel.
Mendoza, "ciudad calmada"
Iris y Gabriel llevan poco en Mendoza pero dicen sentirse a gusto acá. "La experiencia de mi aventura latinoamericana me indica que en Argentina no hay tanto recelo con el inmigrante, cosa que sí he sentido en Chile, por ejemplo. No digo que se trate de xenofobia pero es más difícil allá. Se me hace que en Argentina están más acostumbrados a recibir gente por su historia de país de inmigrantes".
De Mendoza, aseguran, les gusta la situación de "ciudad calmada", como la definieron, que la diferencia bastante con Buenos Aires o Santiago de Chile.
El joven, que acaba de vender su celular "para pagar el hostel", no luce preocupado a la hora de no conseguir trabajo. ”Algo sale, yo tengo un DNI argentino y con eso, más el monotributo puedo ser cuidador; pero -insiste- quiero trabajar de enfermero”.
En números
Se calcula que desde 2014, cuando recrudeció la crisis en Venezuela, se radicaron en el país más de 56 mil venezolanos. Todavía no hay cifras de 2018. La mayoría se instala en la ciudad de Buenos Aires.
Los entrevistados dejaron este whatsapp de contacto: 9 11 2652-9793 y 9 11 5744-3715