Encuestas para todos los gustos

Los sondeos intentan convertirse en el termómetro que mide la fiebre de la sociedad, pero algunas veces los resultados dependen del humor de los votantes y otras parecen guiados por el sueño del que las encarga, como las que son financiadas por el Gobiern

Encuestas para todos los gustos
Encuestas para todos los gustos

Por Julio Bárbaro - Periodista. Ensayista. Ex diputado nacional. - Especial para Los Andes

Lo del árbol que no deja ver el bosque es un lugar común que nunca pierde sentido.  Las encuestas intentan convertirse en el termómetro que mide la fiebre de la sociedad. De una sociedad donde los que gobiernan no imaginan volver al llano y los que no los queremos no imaginamos que nos toque el destino de tener que seguir aguantándolos.

Y las encuestas con sus respectivos analistas van y vienen llevadas de la mano a veces por el humor de los votantes y otras, muchas, guiados por el sueño del que las encarga. Supongamos que en el futuro exista una ley que imponga a cada encuesta la obligación de iniciar su desarrollo, indicando por encargo de quién fue elaborada, cuál es el nombre del inocente que la paga.

Porque así como alegremente alguien tuvo la infeliz idea de destruir la institución que medía la inflación mensual en un país que milita entre los más inflacionarios del mundo, también hubo quien se ocupó de comprar encuestas a precios exagerados.

Esto sucede sólo a cambio de que engendren números que confundan la realidad o, al menos, los sueños y las esperanzas de los que creemos en la democracia y la madurez de la sociedad y, en consecuencia, imaginamos que la lógica impone la necesidad de un cambio.

No intento agredir a los encuestadores, gremio en el que tengo varios importantes amigos, sólo avisar a tantos que se deprimen frente a algunas encuestas que, en muchos casos -demasiados para mi gusto- esas encuestas son financiadas por el Gobierno y, en consecuencia, le acarician los sueños al oficialismo a la par que generan la peor pesadilla en el resto de los mortales.

Sin duda, cuando tengamos la suerte de que se retire este gobierno habrá quedado en claro para siempre cuál es la minoría insobornable y, del otro lado, cuál es el grupo masivo dispuesto siempre a correr,  a cambio de algunos beneficios, en ayuda del débil vencedor.

La democracia y la libertad exigen en toda sociedad una importante cuota de rebeldía y pareciera que la nuestra es escasa, apenas alcanza para salvarnos de lo peor. El miedo a ser Venezuela, a reflejarnos en ese turbio espejo elegido por el Gobierno, ese miedo horrible apenas lo vamos lentamente superando.

Más allá de las encuestas debemos observar el rumbo de la historia, ese sentido que va generando la sociedad en su conciencia y que normalmente es difícil de comprender.

Pertenezco a una generación que fue formada en la admiración al marxismo y la idea del final del capitalismo, tanto que no hubo analistas que anunciaran la caída del Muro, la agonía y la muerte del que se ocupaba de pronosticar nuestro final.

Me refiero al mundo para así  bajar a nuestra realidad; solemos pasar del estatismo al privatismo como si con el simple cambio de rumbo se pudiera reencontrar el sentido de la historia. Menem seducía destruyendo al Estado y los Kirchner, volviendo a convertirlo en un gigante; con ambos retrocedimos tanto en nuestra propia integración como en el respeto del resto de las naciones.

La Ley de Medios es un engendro absurdo que imagina que al destruir a los que opinan distinto iban a consolidar la concepción de la política y de la vida que intentaban imponer.

El Estado con muchos medios propios, otros financiados por la misma publicidad estatal y finalmente muchos medios privados chicos que no tengan peso en la sociedad. Si se animaron a destruir el Indec y los medios libres, no tenemos derecho a imaginar que no hicieron mella en los encuestadores.

El Gobierno no imagina perder la elección que viene y los opositores no imaginamos tener que soportar otro gobierno kirchnerista. Personalmente trabajo en los equipos de la candidatura de José  Manuel de la Sota, el único capaz de enfrentar al gobierno reivindicando al peronismo, pero grito e insisto que terminaré votando a quien pueda derrotar al actual sistema de poder, y creo que somos muchos los que estamos en la patriada.

Los vicios del actual gobierno alteran ya la esencia misma de la democracia, sustituyen la noción de adversario por la de enemigo, destruyen a las instituciones con la simple intención de convertirlas en instrumentos a su servicio.

No es que no sean creíbles las encuestas, es que son útiles en espacios de tiempo que permitan medir el rumbo del humor social, el camino que van eligiendo los votantes. El oficialismo está débil en Capital, Córdoba y Santa Fe y apenas empatado en Buenos Aires.

No imagino en qué lugares logran encuestas favorables. Y finalmente, todas aceptan que el sesenta por ciento o algo más están en contra de la continuidad del oficialismo. Les queda el relato de contarnos que subieron dos o ganaron algo en tal o cual movimiento. Yo no les creo o, al menos, no me da la gana creerles.

Es tanto lo que alteraron que no merecen que tome en cuenta cualquier dato que pueda haber pasado por el área de su influencia. Desde ya en el área económica, y también la otra, la del discurso ideológico; a ésa -en manos del Gobierno- la considero un simple disfraz.

Hay algo muy positivo que estamos viviendo y apenas lo notamos, nos estamos preocupando por la política, estamos ingresando al debate de ideas, comenzamos  a apasionarnos por la democracia. Ese rumbo lo marcan las provincias más desarrolladas, Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

El  oficialismo queda ya reducido a las provincias feudales, a aquellas donde ni siquiera tienen  dos opciones para elegir. Es indudable que el Gobierno perderá las elecciones, y en consecuencia el futuro será más democrático, sin importar lo que hoy marquen -tratando de influir en nuestro humor- algunas encuestas de dudosa procedencia.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA