A finales de 1989, en uno de los días previos a los festejos de Navidad, ocurrió un hecho que cambió para siempre la vida de Lourdes Alanís (49) y la de Samuel Dijulio (57). "Para nosotros fue un milagro", dicen los protagonistas de esta historia, que en ese entonces eran jóvenes y aún no advertían que iban a conocerse.
Tampoco sospechaban que el azar o el destino, los uniría en una experiencia que ninguno borraría de sus mentes jamás. Ese día, Samuel le salvó la vida a Lourdes. Hacía un calor insoportable. El sol pesaba sobre las molleras de la gente que durante el mediodía transitaba por las calles alejadas del resguardo de la sombra de los árboles. Lourdes caminaba por el carril Ponce de Rodeo de la Cruz, en Guaymallén.
Tenía 19 años pero su aspecto era mucho más infantil. Cualquiera hubiese pensado que por su silueta, altura y facciones, se trataba de una niña. Al llegar a la intersección con Elpidio González sintió que el mundo le daba vueltas, le faltaba el aire y se desplomó.
"Creo que se me bajó la presión. Me intenté afirmar en un poste de luz pero me descompuse y no pude hacer más nada", recuerda.
Una vecina que observaba la escena comenzó a gritar y a llorar de desesperación. No podía contener los nervios. La joven, tras descompensarse, se había caído a un zanjón que era famoso en el barrio por haberse cobrado la vida de varios niños y adultos. El agua se la tragó de golpe y comenzó a arrastrarla a gran velocidad. Parecía imposible que pudiera salvarse.
La gente comenzó a amontonarse a orillas del canal. Los automovilistas que pasaban, frenaban y se bajaban a observar qué estaba sucediendo. Todos miraban pero nadie se atrevía a tomar la iniciativa y actuar. Los más decididos atinaron a llamar a la Policía y a los bomberos, pero lo más probable era que Lourdes no resistiese tanta espera.
Cada minuto más que ella pasaba atrapada por el conducto era una chance menos de que saliera con vida. La violencia del agua seguía tironeándola hasta hundirla debajo de un puente.
Justo a tiempo
Fue en ese instante –y cuando la joven se perdió de vista –que Samuel decidió saltar para sacarla.
"Estaba cerca, oí gente gritando y me crucé hasta el lugar. Recién ahí entendí que había alguien que se estaba ahogando. No me voy a olvidar nunca de que me tiré al agua impulsivamente. La cabeza me quedó en blanco, no pensaba en nada, sólo en ayudarla", relata. Pese a las dificultades y al riesgo que pasaron, al cabo de unos minutos, ambos estaban nuevamente en la superficie, a una orilla del zanjón y a salvo.
Después de ayudarla, la joven se esfumó como un fantasma. Vivía a media cuadra del canal, en un casa que al poco tiempo quedó en ruinas y abandonada. Pero eso Samuel no lo sabía. Ni sabía cuántos años tenía la chica, o cómo se llamaba. Los celulares y las redes sociales eran ciencia ficción. Nunca más supo de ella. A decir verdad, tampoco intentó averiguarlo.
Sentía que había actuado como debía y eso era suficiente. Pero la historia no quedaría ahí. Quince años más tarde, Samuel volvió a recibir noticias de Lourdes, y de la manera más insólita. "Gracias a Dios no he perdido la capacidad de asombro y creo que lo que uno hace le vuelve", dice el hombre, que se convirtió en pastor evangélico y actualmente dirige cuatro iglesias en diferentes puntos de la provincia, convencido de que las buenas acciones "siempre son retribuidas por la fuerza que protege a todos".
El reencuentro
Entonces cuenta, cómo fue que se produjo ese reencuentro tras tantos años sin saber nada de ella: "Habíamos hecho un evento solidario en la Iglesia Evangélica Pentecostal y para dejar unas donaciones había que subir unas escaleras muy altas.
Con un pie en el primer escalón y sosteniendo un paquete de gaseosas un hombre se me acercó de un modo muy extraño para hablarme", recuerda al hablar de un hecho de 2005. Luego describe que el hombre, al que no conocía ni había visto antes, le dio las gracias afectuosamente. "No entendía cuál era el motivo de tanto reconocimiento hasta que escuché lo que tenía para decirme", asegura con cierta emoción.
"Una vez hubo una chica muy joven que se cayó al agua y casi se ahoga. Y vino un muchacho que se tiró y pudo salvarla. Esa adolescente es mi mujer y el muchacho es usted", le dijo a Samuel este hombre, Fabián Oliva, el marido de Lourdes. El pastor evangélico quedó sorprendido. Cuando ocurrió el accidente hacía poco que Fabián comenzaba a salir con Lourdes, pero ya habían planeado una vida juntos. De hecho tenían una hija de dos meses que había quedado al cuidado de la abuela mientras la joven compraba algo para el almuerzo antes de que se descompensara.
Esa bebé fue la primera de una familia numerosa compuesta por nueve hijos y siete nietos. Fabián falleció hace dos años de un cáncer al hígado, dejando a Lourdes viuda y con el proyecto inconcluso de armar juntos una guardería en el barrio Túpac Amaru de Rodeo de la Cruz, donde hoy reside. Pasaron ya 30 años del accidente.
Samuel y Lourdes siguieron viéndose cada tanto. Descubrieron que viven alejados apenas por un kilómetro, pero están unidos por los mismos compromisos e inquietudes, ya que ambos son fervientes evangélicos que predican y trabajan en lo que creen. Hace unos días volvieron a visitar juntos el zanjón ubicado en el empalme de calles que cruzó inesperadamente sus caminos y sus vidas.
Descendió el número de ahogados en Mendoza
Según la información suministrada por el Ministerio de Seguridad de la Provincia, unas ocho personas perdieron la vida ahogadas en espejos de agua durante el año pasado.
Eso representa una merma, pues son tres fallecidos menos que los registrados durante 2017.
En este sentido, Defensa Civil recuerda que está prohibido bañarse en los lugares públicos no habilitados, en lagos naturales que no cuenten con permiso, en cauces y acequias. De ese modo, se pueden prevenir accidentes que pueden terminar fatalmente.
Dos personalidades solidarias
Además de ser pastor evangélico, Samuel dirige una radio comunitaria instalada en el barrio Los Almendros. Desde ese espacio organiza colectas para los más necesitados y brinda mensajes de ayuda y reflexiones para acompañar la espiritualidad de los vecinos. "Es una radio cristiana que no tiene tanto alcance como una masiva, pero en la que hacemos de todo y en la que tenemos distintos programas y también mucho humor", cuenta. Este emprendimiento ya cumplió 25 años.
También se dedica a ayudar a parejas en crisis. Junto a su mujer Noemí, organizan reuniones y de dar herramientas para intensificar los vínculos. Es padre de tres varones: dos siguen sus pasos y otro se casó y es dueño de una gomería. En 2011 su nombre apareció en todos los medios cuando decidió unir en matrimonio, en el predio de la Virgen, a 20 parejas simultáneamente. Novias vestidas de blanco y novios de traje contrajeron matrimonio en una celebración sin precedentes seguida hasta por la televisión.
Lourdes aspira a terminar de construir un gran salón en el patio de su casa en el que pronto abrirá la guardería que tanto soñó con Fabián. Actualmente brinda charlas y acompañamiento a mujeres en su hogar. Se dedica al cuidado de uno de sus hijos más pequeños que tuvo un accidente en un ojo y debió recibir el trasplante de una cornea. Cuenta que cuando su esposo murió para mantener a su familia trabajó como panadera y cosechando ajo para luego empacarlos. Hoy recibe una pensión y es ama de casa.