Los viajeros que aterrizan en Porto Seguro lo hacen buscando el mar cristalino, la arena cómplice, el escape necesario hacia instantes que redimen. Nada de eso procuraban los primeros europeos en poner pie a este paraíso tropical, pero tampoco es que tuvieron intención de devolver el paquete. 22 de abril de 1500: los portugueses llegaban para quedarse.
Aquella fecha marca el llamado “Descubrimiento de Brasil”. Más allá de lo disparatado del nombre (los indígenas locales lo habían descubierto hacía miles de años), el suceso se convirtió en un hito, diferenciándose del logro de Colón y colocando a esta parte del continente en una esfera distintiva.
La historia oficial dice que el contingente de 13 carabelas al mando de Pedro Álvarez Cabral, zarpó del puerto de Lisboa el 9 de marzo de 1500. La brújula estaba calibrada en función de los perfumes de Oriente. El rey Manuel ansiaba extender el comercio del país, y en India el suelo andaba fértil para los negocios. O al menos eso aseguraba el explorador Vasco Da Gama, ya ducho en visitas a tierras de elefantes y mil y una especias.
Sigue hablando la historia oficial y ahora cuenta que la tropa se enfrentó a infinidad de peligros en la mar bravía, entre ellos una tormenta de otra galaxia, que terminó por hacer perder a Álvarez Cabral y sus muchachos. Pero tanto destino de gloria traían en las bodegas, que hasta la mala suerte viró en buena, y a Brasil fueron a dar.
Allí los recibieron playas que no constaban ni en sueños; soles porfiados, palmeras respirando placeres y unos indios tupiniquins de lo más simpáticos y juguetones (después entendieron las verdaderas intenciones de los recién llegados, y les cambiaron los humores). El encuentro se celebró con misa, alabanzas a Dios por lo fructuoso de la aventura y todos felices.
Sin embargo, en la construcción de la verdad se asoman distintos enunciados que hacen temblar lo encantador del relato. Uno de ellos asegura que los españoles ya habían tocado Brasil de la mano de Vicente Yáñez Pinzón, tres meses antes que los portugueses, más precisamente en Cabo San Agostinho (unos 1.400 kilómetros al norte de Porto Seguro).
Otro, que los lusos conocían las maravillas del nordeste sudamericano incluso desde finales del siglo XV, y que se quedaron callados para que el nuevo motín no entorpeciera las negociaciones con Madrid durante el crucial Tratado de Tordesillas (o reparto del Nuevo Mundo). Quedará en misterios nomás.
Qué ver hoy
Ubicado en las afueras de Porto Seguro (Estado de Bahía, 600 kilómetros al sur de Salvador), el “Parque Temático Memorial do Descobrimento” ofrece una serie de atractivos que evocan la gesta realizada por los portugueses.
Se trata de un emprendimiento de 5 hectáreas que incluye la réplica a tamaño real de uno de los barcos utilizados por Álvarez Cabral, dos islas repletas de flora autóctona (una de ellas incluye la reproducción de una aldea de nativos), un monumento a la primera misa efectuada en tierras brasileñas, caminatas y mucha información sobre los sucesos del 22 de abril de 1500. El lugar fue inaugurado en 2000, en conmemoración de los 500 años del desembarco europeo en costas bahianas.
Similares propuestas y nombre presenta el “Memorial da Epopeia do Descobrimento”, que se abrió en 2003 y desde entonces convoca a los visitantes deseosos en bucear en la historia del vecino país. El parque también exhibe una réplica de la nave usada por los conquistadores, así como una exposición didáctica y un jardín botánico.