El presente de Huracán al iniciarse 2014 es de lo mejor en los últimos años. La responsabilidad de ese presente incluye a muchos, pero una labor especial y una parte del éxito se lo lleva Domingo Alarcón, el hombre de toda la cancha, el que perdió a su familia según sus propios dichos por Huracán y que lleva 44 años dedicados al Globo del Sur.
Este asiduo lector de Los Andes desde hace 35 años y de profesión tapicero, fue empleado de Autotransportes Iselín, y tenía a cargo 21 colectivos. Un día se fue de la empresa, ganó un juicio e invirtió el dinero en Huracán. Nunca lo recuperó, lo que provocó la ruptura con su familia tras 25 años de convivir con una señora y criar una niña.
Don Alarcón, como todos lo conoce y no son pocos, es todo un personaje para el fútbol y para la vida misma por su experiencia a lo largo de sus 73 años de vida (cumple 74, el 3 de febrero). Fue distinguido como Ciudadano Ilustre de San Rafael, tiene la memoria intacta, y en cada relato afloran recuerdos, anécdotas, vivencias, jugadores, técnicos, y alguien de su familia, que no tiene mucha y le produce emoción cuando la recuerda.
Nació en Algarrobo del Águila, en La Pampa. "De a poco todos se vinieron a Mendoza, siguiéndome a mí y con nueve años", dice, y recaló en General Alvear, junto a su hermano, monseñor Francisco Alarcón, más conocido como el "padre Pancho", en la casa de una tía en Alvear Oeste. A los 18 años se trasladó a San Rafael donde ha pasado casi toda su vida. Ya no volvió más a La Pampa, y a General Alvear va poco, cada vez menos.
"La vida antes era distinta, no teníamos tantas cosas como las que hay hoy. Ahora hay mucha libertad, no se respetan horarios, y la palabra ha quedado en el olvido. En cambio, antes si te decían un horario de regreso y no volvías, por más que tuviese 18 años igual cobrabas", comenta.
Domingo fue a la escuela Capital Federal, en Alvear, pero sólo llegó hasta 4° grado. Como era grande, su padre le dio dos alternativas: estudiar o trabajar. "Empecé a trabajar en Alvear de donde tengo muy buenos recuerdos... No tengo nada en contra de la gente de San Rafael, pero en Alvear son más comunicativos, y la gente no hacía diferencia con los demás, algo que noté acá en San Rafael desde que llegué", afirma quien alguna vez fue intendente general del club.
En su infancia jugó al fútbol en Andes, fundó el club de básquet Aristóbulo del Valle, cerca de donde era el Babilonia (salón de baile) e infla el pecho cuando menciona que conoció a las hijas y esposa de Juan Bautista Bairoletto, a doña Telma Ceballos.
Llegó a San Rafael por un amigo, Pereyra; ingresó a una tapicería que se ubicaba en Buenos Aires y Chile y de a poco, por los afectos, se fue acercando al club de sus amores, a su familia: Huracán.
"He visto pasar por acá 22 comisiones, grandes jugadores, técnicos, y recuerdo a muchos, pero uno fue el mejor de todos: José ?Pepe' Inverno. El mejor equipo fue el Huracán del ?81 con Tercilla como técnico y Domingo Prettel como presidente. A este equipo lo vi contra el Vélez donde jugaba Bianchi y con Newell's y aunque perdimos, fue una linda experiencia", cuenta.
Socio de Huracán 177 y socio vitalicio 912, lleva 25 años viviendo en el club y ha visto pasar muchas cosas por Huracán. "Antes por semana ingresaban más de 5.000 personas al club y hoy no se puede generar eso. Antes de que me vaya, me gustaría que Huracán fuera la mitad de lo que fue, que tenga más vida social, otras cosas y no sólo el fútbol. Con eso me conformo", manifiesta.
En un alto de su trabajo, mientras llena una pequeña pileta en el camarín local y a la que luego le pondrá hielo para que los jugadores se introduzcan por segundos en ella, y riega la cancha, Domingo se acuerda de tantas cosas y hechos que marcaron su vida que la emoción por momentos le gana y el pensamiento lo deja con la mirada profunda en algún punto del camarín. "Recuerdo que una vez vino River, atajaba Goycochea y apostamos una gaseosa sobre las dimensiones de la cancha. Yo le decía que tenía 75 por 100 metros y él me aseguraba que no; la midió dando pasos y me tuvo que pagar la gaseosa. Con los años, él lo contó en un programa de televisión", finaliza.