“Yo lo veía todo tan grande”. A Felipe Staiti se le viene a la mente el recuerdo primario de la Vendimia. La vez que pisó, muy niño, el Frank Romero Day. “Es que yo era chico, era bajito para mi edad”.
Le costó crecer. Por eso, cuando aún no le llegaba el estirón, quedó afuera del ballet folclórico en el instituto donde estudiaba danzas. Si no, quizá hubiera terminado bailando con atuendo de gaucho ante ese mismo teatro griego donde ahora enchufa la guitarra.
Y le cae otro recuerdo: unos jóvenes Enanitos tocando por primera vez luego de un Acto Central, en el año '88, época en la que salió su disco “Carrusel”, tras el éxito verde de “Habitaciones extrañas”. “Fue fuerte ese show. Varios nos tenían entre ojos. Porque ¿cómo iba a haber rock en la Vendimia? Eso decían los más tradicionalistas. Por suerte a partir de ahí se instaló como una sana costumbre. He visto crecer esta Fiesta. Y nosotros también hemos crecido”.
- Creciste pero no te fuiste.
- No, nunca me fui. Aunque viví en Buenos Aires y en México siempre conservé, aquí, mi estructura. Incluso con los conflictos que eso podía traerme. Como tener un ancla. Pero en realidad siempre fue al revés. No es que yo me sentía atado. Es que todo lo demás que he hecho ha servido para mantener esa estructura: vivo en mi misma casa de la Cuarta Oeste, tengo el Falcon de mi viejo.
- ¿Qué modelo?
- ‘71.
- Una joya.
- Impecable. Si hasta me paran por la calle para preguntarme si lo vendo. Pero eso no se vende, no se sacrifica. Es mi Stratocaster.
Y no es que se trate de cosas materiales, aclara. "Es parte de uno".
Ese sentido de pertenencia es lo que ha cultivado desde que se sentaba a puntear la guitarra en el cordón de la acequia, cabal sitio de ensayo de todo guitarrista cuyano.
En ese plano es que Staiti disfruta compartir la música con sus colegas. Y es por eso que casi no hay banda mendocina con la que el Enano no se haya relacionado. O para tocar. O para producir. O para comerse un asado.
- ¿Y siempre fue la guitarra?
- Sí, de entrada quise ese instrumento. Mi mamá era pianista. Y luego mi hermana empezó a tocar el piano. Entonces para mí era un instrumento femenino. La guitarra, en cambio, me diferenciaba.
Ese detalle hizo que al pequeño e inquieto Felipe lo mandaran a clases musicales, pero también a francés y, claro, a danzas folclóricas.
"Voy a reconocer algo. El folclore me dio una visión rítmica, me llevó de la mano de forma natural. Y me dejó ese lenguaje corporal que se te aloja al sentir los ritmos".
También sus hijos (Juan Pablo y Natalio) han heredado ese lenguaje. Ambos se dedican a la música. Juan Pablo continuó con la guitarra. Natalio eligió la batería y se radicó en Italia.
La comunidad del rock enano
Como es de suponerse, los Enanitos Verdes siguen gozando de una agenda intensa. Van y vienen, con cierta frecuencia, por escenarios de todo el continente. Así, desde hace décadas. “Gozando con todos estos años de discos”.
Cuando tiene un tiempo, en el "mientras tanto", Felipe se dedica a producir. Ahora, acaba de terminar un disco de Gera Lorenzo, "un conjunto de canciones hermosas".
Aparte, en estos días vendimiales, tiene compadres para compartir buenos ratos. “Ayer estaba charlando con Nito (Mestre). Nos conocemos desde hace mucho, nos hemos cruzado unas cuantas veces en distintos escenarios. Pero recién ayer le pregunté cómo hicieron para grabar ‘Adiós Sui Generis’, uno de los discos que me traspasaron”.
- ¿Y qué te dijo?
- Que fue una locura. Que grabaron todo junto, en vivo.
Ése fue un recital histórico, la despedida de Sui Generis. De allí salió un disco en vivo en tres volúmenes. Una de las anécdotas es que en medio del concierto, al momento de querer tocar “Fabricante de mentiras”, la gente empezó a aplaudir a destiempo y Charly García decidió empezar a zapar a los gritos mientras se mantenía el acorde Re y la banda se unía.
Con Nito, y con Canario Vilariño (Chancho Va), Pepe Cambría (Parió La Choca), Choco Guón, Goy Karamelo, Cucho (Auténticos Decadentes), Marcelo Moura y Coti, Los Enanitos Verdes van a recorrer todo su repertorio ante las miles de almas que congrega la Vendimia. Y con cada uno tienen una anécdota. Con Moura, por ejemplo, Marciano se encontró en la Vendimia pasada. Y no sólo los unió el espíritu de Federico sino también el de Cerati.
- ¿Cómo será este show?
- Es un coqueteo. Una hora de canciones. Cada invitado se suma en un tema. Y para nosotros es como abrazar todos estos años. Abrazar todo lo que hemos crecido.
Staiti y la guitarra ilustre
"Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Mendoza". Ese reconocimiento acaba de recibir el músico Felipe Staiti. "Algo lindo", consiente. Y explica que, según piensa, no tiene que ver sólo con su actuación como Enano sino con su relación con todas las personas a través de la música.
Nacido en Mendoza el 29 de Agosto de 1961, Felipe compuso a los 9 años su primera canción, "Canoa", exhibida en el Conservatorio de Mendoza. A los 13 conoció a Deep Purple y empezó su amor por la guitarra eléctrica. Formó su propio grupo llamado Esencia Natural que sólo tenía una guitarra y batería.
En ese momento se vio influenciado por Ritchie Blakmore, dejó el Conservatorio de Música y pensó ser algún día como ese guitarrista, recibiendo un obsequio de su padre: una guitarra Fender Stratocaster, la cual aún conserva.
Prepondera en él las influencias de metal y metal neoclásico como Joe Satriani y Steve Vai, demostrando todo este poder inspirador en cada punteo como una mezcla de excelente técnica y un corazón que sólo pocos guitarristas poseen y hacen de Felipe Staiti un virtuoso de las seis cuerdas.
Desde sus inicios en 1979, junto con Marciano Cantero y Daniel Piccolo, conformó la banda Los Enanitos Verdes, con la que el rock mendocino se proyectó internacionalmente.
Ficha
Cuarta Noche de "Vendimia de la Identidad". Los Enanitos Verdes junto a Canario Vilariño (Chancho Va), Pepe Cambría (Parió la choca), Coti, Nito Mestre, Cucho (Los Auténticos Decadentes), Goy Ogalde y Marcelo Moura. Día y hora: el martes, a las 20. Lugar: Teatro Griego.