En una de las mayores expresiones de oposición a la política económica y social en los poco más de dos años de gobierno del presidente Mauricio Macri, una multitud respondió ayer al acto al que convocó el histórico dirigente del sindicato de camioneros Hugo Moyano.
El poderoso ex jefe de la CGT cerró el acto con un discurso en el que trasuntó su afán de desmentir que el acto buscara ser una demostración de fuerza política en su enfrentamiento con el Gobierno nacional, y ante el avance de causas judiciales que lo involucran a él y a familiares en causas englobables como presunta corrupción; interpretación en la que la propia Casa Rosada insistió antes y después del acto.
Pero al mismo tiempo el septuagenario y más poderoso líder sindical del país tuvo definiciones políticas que hoy por hoy lo posicionan como el principal dirigente de oposición a las políticas implementadas por la administración de Cambiemos.
En este último sentido, sobre el final de su discurso de 17 minutos, dijo: "Preparémonos los trabajadores para cuando llegue el momento de expresar la voluntad democrática (las próximas presidenciales), que siempre hemos tenido".
Gorilas y equivocados
"Sepamos elegir, y aquellos que se pueden haber equivocado, que reflexionen -convocó. Los gorilas no pueden estar más en la conducción del país porque nos quieren quitar la dignidad a los hombres de trabajo, y no lo podemos permitir". A juzgar por estos conceptos, a Moyano podría incluírsele entre los "equivocados", ya que respaldó a mediados de 2015 la candidatura de Macri.
Antes, tuvo una de las tres apelaciones que le hizo en su discurso al “Señor Presidente”, al que nunca mencionó por su nombre y apellido.
Apeló en plan de advertencia a Macri a una frase de "un premio Nobel mexicano", el mexicanísimo escritor Octavio Paz: "Toda victoria es relativa y toda derrota es transitoria", citó.
En un momento, desde la multitud de simpatizantes del líder sindical, se escuchó: "Si lo tocan a Moyano, les paramos el país..." Sucedió dos veces, una al arranque mismo del discurso y otra previa a la apelación final, en las que hizo referencia a las tres causas en las que judicialmente está investigado.
"Si tuviera un problema, tengo las suficientes pelotas para defenderme yo mismo", recalcó. "No estoy implicado en ningún tema de corrupción, por ahora. No me cagué nunca, siempre puse las que tengo que poner. Y si hay un problema, que se queden tranquilos, que voy a poner las que tengo que poner", dijo al principio. Y al final: "No tengo miedo de ir preso, estoy dispuesto a ir preso si la Justicia cree que tengo que ir. No tengo miedo de que me maten, estoy dispuesto a dar la vida por los trabajadores, lo digo de corazón".
Moyano retomó, sin profundizar, los argumentos discursivos con los que sus antecesores en los discursos fundamentaron la protesta, sintetizables en: "Basta de ajuste a los sectores de menores recursos y de gobernar para los ricos en perjuicio de los más pobres".
Antes hablaron: el único triunviro de la CGT presente, Juan Schmid; los CTA Pablo Michelli y Hugo Yasky; el bancario líder de la Corriente Federal, Sergio Palazzo, y el dirigente de la Ctep (Corriente de Trabajadores de la Economía Popular), Esteban Castro. Sólo Michelli aludió a un posible paro general si no hay respuestas del Gobierno a los reclamos.
"El gringo" Castro habló en representación de las tres organizaciones del movimiento social (Ctep, CCC y Barrios de Pie), que aportaron, junto a los camioneros, el grueso de la multitud: 400 mil, según los organizadores; 80 mil, dijo a este diario una fuente de la ex Side, hoy AFI.
La multitud ocupó la amplia avenida 9 de Julio en unas ocho cuadras hacia el sur, hasta la San Juan.
Aunque menos, también fueron numerosas las columnas de la Corriente de Palazzo, como también de La Cámpora, con el diputado Máximo Kirchner al frente. Como estaba previsto, no hubo manifestantes de sindicatos "gordos" e "independientes", ni del habitual aliado moyanista Luis Barrionuevo, aunque sí de cuerpos de delegados, seccionales y regionales de los ausentes (Comercio y UOM, por caso).
Entre los presentes, adhirió el PJ bonaerense con su presidente Gustavo Menéndez y otros intendentes, aunque sin movilizar, pero no el porteño ni el nacional. Aníbal Fernández fue el único ex funcionario kirchnerista entre el centenar de invitados que estuvo en el palco. También organizaciones políticas de izquierda, como el FIT y el Partido Obrero.
Para el gobierno, fue para presionar a la Justicia
El gobierno, por medio de distintos voceros procuró bajarle el tono a la multitudinaria marcha en la 9 de Julio, a la que insistió en encuadrar como un acto impulsado por los intereses casi personales de Moyano.
"El trabajo es la herramienta para fortalecer el país, la clase media, por eso debemos seguir por este camino, donde construimos soluciones, sin aprietes, sin extorsiones, sin comportamientos mafiosos, sin buscar privilegios y todos sentados en una mesa y ver qué podemos aportar", dijo el presidente Mauricio Macri. El mandatario hizo declaraciones desde Concordia, Entre Ríos, al recorrer obras de la red de agua, en compañía del gobernador peronista Gustavo Bordet.
Al iniciarse la desconcentración del acto, el presidente ya se encontraba en la Quinta de Olivos recibiendo informes de sus colaboradores.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, desde su cuenta de Twitter no apeló a los fuertes términos usados por el presidente Macri y buscó confrontar con Hugo Moyano por medio de datos oficiales.
Así, replicó un mensaje del subsecretario de Estadísticas, Estudios y Políticas Laborales, José Anchorena, en el que se señaló que aumentó el empleo registrado en el país entre 2015 y 2017. "Casi todos los datos del mercado laboral han mejorado en el 2017 y lo siguen haciendo en el 2018", insistió Peña.
Para el gobierno, la movilización de ayer implicó una pérdida económica de unos $4.800 millones.
El presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, dejó de lado eufemismos e indirectas: "Cuando hay una investigación judicial no es un tema de huevos, es un tema de si uno cumple la ley o no", dijo.