La conducta del ser humano ha mutado a lo largo de su existencia, y el comportamiento del ser social sigue adaptándose al entorno que la misma especie recrea para su habitad, el cual en la actualidad se encuentra fuertemente ligado al uso de la tecnología para muchos de los aspectos de la vida cotidiana.
El smartphone, junto a al acceso a Internet son los dos avances que han modificado ampliamente las costumbres de la gente. Cientos de tareas que antes requerían una interacción o proceso más complejo fueron reducidos a un clic o a un toque en un display.
Los dispositivos no dan el cariño de una mascota pero sí una compañía funcional que muchos valoran. Desde averiguar un dato o reservar un hotel hasta enterarse acerca de seres queridos, nuestro día hoy pasa por una realidad que depende casi por completo de la información que logra transmitir un dispositivo electrónico, el cual sin que nos hayamos dado cuenta empieza a reemplazar aspectos básicos de lo que el día a día significaba para las generaciones anteriores. Pero ¿Cuál es el límite? Un reciente estudio lo pone en perspectiva.
