Siempre serio, varias veces gritando y frente a un hemiciclo partido en dos, entre aplausos a su derecha y abucheos e insultos a su izquierda. En ese marco Mauricio Macri pronunció su cuarto y último discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, donde reconoció la crisis económica y el descontento social, pero ratificó el rumbo de su gobierno y pidió paciencia.
Ante los diputados y senadores reunidos en la Asamblea Legislativa, y con la ausencia estelar de Cristina Kirchner, quien como senadora tampoco había estado presente en la ceremonia del año pasado, el Presidente pareció lanzar su campaña a la reelección al pedirles a los argentinos "que no aflojen este año" y atribuir el ajuste a que "el cambio en serio implica atravesar dificultades" para que el país "no vuelva atrás nunca más".
El jefe de Estado habló durante 59 minutos y fue varias veces interrumpido por oficialistas, que lo aplaudieron unas 30 veces: a sabiendas de que la sesión sería picante, y una suerte de preludio de la campaña electoral, tenían la misión de salir a apoyarlo en un momento de caída de su popularidad a causa de una inflación indomable, la contracción del consumo, el cierre de empresas y el aumento de las tarifas de los servicios.
Opositores, a los gritos
Pero Macri también fue interrumpido por opositores, con sonrisas, aplausos irónicos y críticas a los alaridos a algunos pasajes de su discurso. "¡Es una estafa lo que hicieron!", gritó Felipe Solá, un exmassista ahora cercano a Cristina Kirchner, cuando Macri aludía a los logros de su gestión en Energía. "¡Es un robo para las petroleras! ¡La gente no puede pagar la luz! ¿De qué estás hablando?", lanzó después el trotskista Nicolás del Caño.
El kirchnerista mendocino Guillermo Carmona, a su turno, gritó "cipayos" y "están entregando Malvinas" después de que el Presidente resaltó que la Argentina "construyó confianza y un nivel de respaldo internacional inédito", que quedó evidenciado en la cumbre del G-20 de Buenos Aires.
"¡No te cree nadie!", bramó después el nieto recuperado Horacio Pietragalla cuando Macri afirmó que "hemos salido del pantano donde estábamos".
El bloque K estalló en murmuros y carcajadas irónicas cuando Macri sostuvo que "creció la economía, bajó la inflación, aumentaron la inversión y las exportaciones, bajó la pobreza y se crearon 700 mil puestos de trabajo".
“Señores, los gritos y los insultos no hablan de mí, hablan de ustedes. Yo estoy acá por el voto de la gente”, dijo el mandatario y desató una ovación de las bancas cambiemistas.
Fue justo después de que desde un palco una barra oficialista les cantara a los K: “No vuelven más, no vuelven más...”. Todos los legisladores kirchneristas pegaron en sus bancas carteles que llevaban la leyenda #HayOtroCamino.
“Bases sólidas”
En ese escenario cuasi circense, que tuvo la insólita intromisión de Joanna Picetti -una diputada electa por Cambiemos a la que la Justicia le impidió asumir por una denuncia por abuso a sus tres hijos menores-, que eludiendo a la seguridad llegó al centro del recinto a pedir que se respete la voluntad popular, el Presidente reconoció la recesión pero resaltó que el país ahora está parado sobre bases sólidas, mejor que hace tres años.
Admitió que muchos argentinos pueden achacarle que están peor que el año pasado y que no faltarán quienes le recuerden que hace un año había dicho en ese mismo lugar que "lo peor ya pasó", pero resaltó que su administración está "haciendo crujir estructuras viejas y oxidadas, muy arraigadas que seguían beneficiando a los de siempre".
Su único anuncio fue el aumento del 46% en el importe de la Asignación Universal por Hijo (AUH), pese a que en la semana funcionarios de la Casa Rosada habían anticipado que lanzaría medidas de apoyo a las pymes.
Además, les pidió a los diputados y senadores que debatan la reforma del Código Penal y del Régimen Penal Juvenil. Sin embargo, todavía no mandó formalmente al Congreso ninguno de los dos proyectos.
Macri también celebró haber instaurado por DNU la extinción de dominio ante el desacuerdo del Congreso: "Si la justicia lo pide, todos tenemos que rendir cuentas. ¡Inclusive la familia del presidente y el presidente!", aseveró, "Y quien se oponga diga adónde está parado y a quién quiere proteger", gritó, escoltado por la vicepresidenta, Gabriela Michetti, quien condujo la sesión; Federico Pinedo, presidente del Senado; y Emilio Monzó, presidente de Diputados.
Tres tristes tigres
Monzó permaneció con gesto de enojo y desánimo durante toda la ceremonia. Hace unas semanas planteó abiertamente que quiere dejar el puesto para irse de embajador a España, porque se siente relegado de la toma de decisiones. Macri desatendió su pedido. Y al terminar su discurso ni siquiera lo saludó.
El jefe del bloque Pro de Diputados, Nicolás Massot, quien responde directamente a Monzó, también se mostró serio durante todo el discurso y sorprendió al no aplaudir en ningún momento.
Pese a la consigna de vitorear al mandatario, hubo otros legisladores oficialistas apagados y de caras largas: por ejemplo, el radical Mario Negri, quien atraviesa una difícil interna en Córdoba por la candidatura a gobernador de Cambiemos contra su correligionario Ramón Mestre.
Macri se despidió así del Congreso con las tres principales espadas parlamentarias de Cambiemos relegadas y desconectadas de su gestión.