Con apenas dos días de vida, Jeremías se ve tranquilo en los brazos de su mamá. Después de haber tomado el pecho descansa y nada parece despertarlo. Por su parte Tomás, quien hoy cumple un año, ya dejó de lado esa pasividad del bebé y se mueve para todos lados como un "petardo".
Aunque tal vez nunca lleguen a conocerse, los dos niños tienen una característica en común: nacieron bajo el agua en la sala TPR (trabajo de parto, parto y recuperación) que el Hospital Carrillo inauguró hace exactamente un año.
Junto a otros 57 bebés mendocinos, ellos tuvieron el privilegio de acceder a esta modalidad única en la provincia y que cuenta con sólo un equivalente en todo el país en el hospital Roque Sáenz Peña de Rosario.
En un año, fueron 200 los nacimientos que se produjeron en la habitación acondicionada para atender los partos de forma natural en el Carrillo, es decir, un 30% de todos los nacimientos que allí se producen. Mientras que los 59 que fueron acuáticos, una de las alternativas posibles, representan un 9% del total.
A punto de volver a su casa con su recién nacido, Ivana Bertoldo (33), mamá de Jeremías, narró su inolvidable experiencia de dar a luz en el agua, la que inevitablemente comparó con el nacimiento "tradicional" de su primer hijo.
Ivana se enteró de esta posibilidad por comentarios de una amiga y cuando lo habló con la obstetra, ésta le remarcó que debía realizarse los controles correspondientes para que su parto pudiese concretarse en esta modalidad.
Cuando llegó el día del alumbramiento, Ivana se instaló junto con su esposo Juan Pablo Fernández en una sala común. Pero luego, una vez que la mujer logró la dilatación requerida (entre 4 y 5 milímetros) a ambos los acompañaron a la sala TPR. "Fue todo muy rápido, si bien me comentaron que había pelotas para hacer ejercicios previos, no tuve mucha ejercitación", recordó.
Una vez dentro de la pileta, a Ivana le pidieron que se acomodara de la forma más cómoda para ella. "Si bien al principio estaba nerviosa, a los minutos ya te relajás. Cuando estuve bien acomodada empezaron las contracciones fuertes y ahí fue cuando el bebé sacó la cabecita por debajo del agua. La obstetra me dijo: 'es tu parto, cuando sientas otra contracción va a salir'. Así que lo saqué yo misma", dijo, emocionada.
El papá, que vivió el proceso de cerca, destacó que el bebé casi no se dio cuenta de que estaba afuera y que él sólo escuchó un pequeño llanto una vez que respiró. "Yo fui testigo de los dos partos y nada que ver uno con el otro. La transición en este fue increíble", remarcó.
Ivana añadió que con su primer hijo tuvo que respetar ciertas posturas que la incomodaron. En este caso, además, una vez nacido Jeremías, él y sus padres pudieron permanecer dos horas en la sala antes de que los médicos se llevaran al niño para controlarlo. "Desde que nació en ningún momento estuvo lejos de la madre, y esa es otra diferencia a favor", sumó el papá.
Primer parto
Casi un año antes, Daiana Postizzi (24) vivió una situación muy similar. Ella fue la mendocina que inauguró la pileta para parto acuático del Carrillo con su hijo Tomás.
"Yo llegué a tener mi bebé justo cuando estaban inaugurando la sala y me invitaron a probarla. No conocía bien cómo era pero mi mamá y mi marido me alentaron a probarla", recordó.
La mujer también tuvo una experiencia muy positiva y pudo compararla con su parto anterior de su hija de 8 años. "Fue un momento hermoso, en el agua fue mucho más rápido el trabajo de parto. A los 40 minutos ya había dilatado. Pude verlo nacer, pero sobre todo participar de su nacimiento", subrayó con alegría.
También comentó que su hijo estuvo mucho más tranquilo cuando lo recibió. "No tuvo ese shock de salir al aire frío, me lo pusieron en el pecho y miraba para todos lados", detalló. Su mamá destacó que es un niño sano, pero que dejó de lado esa tranquilidad con la que nació. "Es un petardo pero le encanta el agua. Cuando está enojado, le mojás las manitos o le lavás la cara y se tranquiliza, no sé si tendrá que ver con su nacimiento", deslizó la mujer.
¿Y en otros hospitales?
Diego Irigo, director del Carrillo, se mostró satisfecho con la implementación de la sala TPR. "La mamá puede tener el trabajo de parto, el parto y la recuperación en el mismo lugar, y ella elige la forma: sentada, acostada, con una pelota o en el agua", enumeró.
En cuanto a costos, dijo que “esta sala permite que el parto sea lo más natural posible, y se ahorran tiempos de trabajo y dinero en medicación, sueros, guías”.
Asimismo informó que a la mamá que elige este tipo de parto no se le colocan analgésicos, anestésicos, sueros, ni se le realiza episiotomía: "El calor del agua relaja los músculos pélvicos, lo que genera que haya menos contracciones y sean menos dolorosas".
Por estos resultados óptimos, desde el Ministerio de Salud local ya prevé incorporar estas salas en otras maternidades como en la del hospital Lagomaggiore.
Gustavo Rinaudo, jefe del servicio de Obstetricia del hospital e impulsor de la primera sala TPR de la provincia, remarcó que este tipo de maternidad implica un cambio de paradigma, pero aseguró que no es una modalidad nueva.
"Desde 1985 la Organización Mundial de la Salud recomienda estos métodos", expuso. El equipo de maternidad del hospital se capacitó con una obstetra puertorriqueña para poder brindar el servicio.