Con el pie izquierdo arrancó la serie el equipo de Sebastián Cloquell. Desde el amanecer mismo del encuentro se le vino la noche a los mendocinos. Apenas dos minutos se habían jugado, cuando un tiro de esquina desde la izquierda, la peinaron en el primer palo, la pelota rebota en Suraci y le quedó servida a Brizuela, quien ejecutó a un Fontemachi que nada podía hacer.
Sorprendida, la Academia salía perdiendo casi desde el camarín. Pero el gol la dejó además aturdida a la Academia, que no entendía nada. Sin la pelota en los pies y sin esa rigidez defensiva, el panorama era oscura. Y a los diez minutos, otro descuido en el fondo (algo totalmente inusual en el equipo de Cloquell) terminó en penal.
El ex Argentino, Cristian Pérez, se aprestaba a definir cara a cara ante Fontemachi cuando Carrasco lo desacomodó cometiéndole infracción. Tomó la pelota el inefable Luto Molina y dejó sin chances a un gran atajador de penales como el portero de Argentino. Era 2-0 y este arranque nefasto parecía no tener fin.
A los veinticuatro minutos, Morales metió un centro al punto penal y Carrizo con un gran frentazo hacía que Fontemachi por tercera vez fuera a buscar la pelota dentro de su propia valla. Era el peor escenario, impensado para los mendocinos.
La luz de esperanza apareció cuando se moría la primera etapa. La Joya Jofré pasó entre dos defensores, se metió en el área y cuando estaba por definir cara a cara ante Criado, le cometieron infracción desde atrás. Suraci era el responsable de ejecutar el disparo, Criado lo contuvo y en el rebote apareció Alaniz para descontar.
Pero para el complemento iba a aparecer otro obstáculo: se había desatado una gran tormenta en Chimbas. Todo lo atractivo que habían mostrado ambos conjuntos en la etapa inicial se echó por tierra en la segunda parte. No pasó nada, intrascendencia absoluta.
Y cuando faltaban pocos minutos para el epílogo y Argentino insinuaba sus últimos arrebatos sobre el área local, llegó un nuevo obstáculo: un clásico en la vecina provincia, se apagó una torre, después otra y así quedó todo a oscuras. El 3-1 ya era un negoción. La picardía mal entendida.