Deportivo Guaymallén y Atlético Palmira disputaron un duelo lejos de la estética que todo simpatizante quiere, aunque con matices que permiten un sinfín de evaluaciones y confirmaciones. El 0-0 final dejó mejor parado al visitante, que tuvo las chances más claras a lo largo del encuentro y casi nunca sufrió los embates de un Italiano apurado, sin precisión y demasiado repetitivo.
El 4-3-3 con que Moya elige jugar no da réditos por ahora. No tiene forma de romper por afuera y termina metido en el embudo defensivo que le proponen los rivales.
Los del Este, con un 4-4-2, complicaron a partir del recorrido que dan por las bandas Falcone y Clavijo. Es cierto, no hubo demasiado para destacar, pero todas, en ese primer tiempo, fueron de Palmira: Pinea y un cabezazo desviado, gol anulado a Villaseca por ¿offside? y un tiro libre de Clavijo que controló Gonzalo Gómez. Guaymallén intentaba ser prolijo en la salida, aunque cada vez que cruzó la mitad de la cancha, terminó enredado en su propio nudo. Ni Martini ni Mariano Gómez hicieron ancho el campo de juego y solo Osurak se mostró sobre la derecha. Banco, que arrancó sobre la izquierda y terminó por el centro, mostró algunos chispazos de su talento, pero por ahora no encuentra socios y termina abusando de la gambeta.
Si no lo perdió en la segunda mitad el local fue porque Palmira no tuvo una dosis de fortuna necesaria para definirlo. Porque Aguirre llegó de frente al arco y definió por arriba (“me picó antes”, diría después) y porque Gómez (enorme, magistral) reaccionó de forma estupenda para tapar el mano a mano a Clavijo y el cabezazo, sobre el final, a Badaró. A esa altura, ambos técnicos habían movido los bancos de suplentes en busca de rédito, aunque no fueron solución y el marcador se mantuvo inalterable.
Guaymallén dejó pasar su segundo juego como local sin triunfos (sumó 1 punto), mientras que Palmira se fue celebrando el haber comenzado a reconocerse con el equipo de la temporada pasada.