El Italiano levantó la cabeza en el momento justo. Y, como no podía ser de otra manera, lo hizo con sufrimiento. Injustamente, terminó apretadito en el fondo y con la mirada fija en el reloj. No debió padecer tanto. De hecho, de las diez situaciones de gol claras que tuvo en el primer tiempo, sólo una fue adentro: el zurdazo con rosca de Gabriel Aguilera era la única manera de batir al segurísimo José Luis Sosa.
Ante el último equipo de la zona, el Cacique tuvo todo para configurar una goleada histórica en el primer tiempo. Sin embargo, cuando no chocó con Sosa, su atacantes pecaron de una alarmante ineficacia que dejó con vida a los sureños hasta el pitazo final de Pizzolatto.
El comienzo del Tricolor en el partido fue arrollador. Fue una camión sin frenos volcado sobre el arco de Balloffet. Así, en menos de un cuarto de hora ya había tenido siete situaciones nítidas que no pudo traducir en gol.
¿Las causas de semejante ineficacia? La mala puntería, los remates defectuosos, Sosa, los rebotes y algún que otro factor sobrenatural que bien podría haberse convertido en un cuento fantástico. Las expulsiones de Rodríguez y Archambaulf no cambiaron demasiado el trámite. Hasta que el equipo del Fiti Estrada logró lo que tanto buscó: el gol, golazo de Gabriel Aguilera.
¿Balloffet? Al buen trato que tuvo con el balón y la actitud y sacrificio que evidenció cuando no lo tuvo, le faltó profundidad. Asustó con balón detenido y algún que otro remate desde afuera del área. Con el capitán Hidalgo como bandera, y por lo exiguo del marcador, estuvo siempre en partido. Eso sí, para zafar del descenso, dependerá casi de un milagro.
La victoria de Pacífico no le permitió a Guaymallén salir, por ahora, de la zona roja. Pero ya se sabe: en Rodeo está el club de la pelea.