Con pocas horas de diferencia, la vitivinicultura argentina recibió dos golpes muy duros, debido al fallecimiento de dos hombres que tuvieron un papel preponderante en dicha industria: Ricardo Santos y Carlos Alberto López.
Nombres que se suman al de Enzo Bianchi, cuyo deceso ocurrió hace poco más de un mes en San Rafael. Cada uno de ellos aportó lo suyo, que no fue poco, para colocar a la industria vitivinícola local en la cima en el reconocimiento mundial y paralelamente fortalecer el consumo interno, modificando inclusive antiguas estructuras, que se basaban en priorizar la cantidad por sobre la calidad de los productos.
A partir de esa base, fundamentada en la calidad junto a otros establecimientos de corte familiar que se distribuyeron a lo largo y a lo ancho de la provincia, es que la vitivinicultura conformó los cimientos necesarios para el gran salto que le permitió ubicarse en los primeros planos del reconocimiento internacional.
Muchas veces resulta complicado recopilar datos sobre personalidades que tuvieron una incidencia fundamental en el gran cambio logrado por la principal industria de base agrícola provincial.
Pero para ello vale la pena recordar que en la década del 60-70, con un consumo interno de casi 90 litros anuales por cápita, la industria local se volcaba a priorizar la cantidad por sobre la calidad de los vinos.
Fueron momentos en que las variedades cabernet sauvignon, malbec y merlot eran conocidas como uvas "francesas", hasta que los estudios ampelográficos (fundamentados en las hojas de las vides), realizados por el ingeniero Alberto Alcalde, del Inta, permitieron marcar las diferencias entre unos y otros.
A partir de allí se profundizaron los estudios y se pudieron establecer variaciones en aromas, estructuras, redondez en boca, etc. que comenzaron a profundizarse en primer término entre los profesionales del vino, pero que con el correr del tiempo alcanzaron al consumidor cada vez más exigente.
Dentro de ese mercado masificado, don Ricardo Santos fue marcando diferencias. Visionario por excelencia, desde la bodega Norton centró su accionar en aprovechar todas las virtudes del varietal hasta lograr que el malbec sobresaliera y comenzara su trayectoria que llevó a ubicarlo dentro de los vinos más respetados a nivel mundial.
Para muchos, don Ricardo fue considerado "el profeta del malbec" y la devoción que tuvo por la cepa quedó reflejado en un reportaje, donde señaló que "cuando vendimos Norton me dije que no me iba a meter más con vinos, a no ser que fuera para tomarlos, pero a los dos años ya estaba trabajando en un viñedo propio", de donde surgió el famoso "malbec de Ricardo Santos", aunque también incursionó con éxito entre los blancos, a través de un semillón de excelente calidad.
Hablar de don Carlos López es hacer mención a un hombre que supo fortalecer una bodega centenaria, en una tarea que ahora continúa una nueva generación de la familia.
López supo darle a sus vinos un estilo propio, que determinaron que sus caldos fueran considerados con el denominado "estilo López".
Con una presentación más tradicional en lo que al color de los caldos se refiere, la bodega alcanzó un prestigio importante, abarcando inclusive toda la gama de valores.
"Nosotros nos debemos a nuestros clientes", respondió don Carlos a este diario cuando fue consultado sobre el secreto del éxito de sus vinos. A ello se suma una red de distribución a nivel nacional que llevó a decir que no hay restaurante o vinería, desde La Quiaca hasta Ushuaia, que no tenga en sus cartas o en sus góndolas vinos de dicha bodega mendocina.
Enzo Bianchi también fue uno de los referentes de la vitivinicultura argentina. Fue creador de vinos clásicos que alcanzaron renombre internacional y que marcaron tendencia entre los consumidores más exigentes.
Al decir de muchos, don Enzo dio impulso y reconocimiento internacional a la vitivinicultura mendocina, liderando procesos de cambio en la elaboración y estilo de sus vinos.
Ricardo Santos, Carlos Alberto López y Enzo Bianchi, abandonaron físicamente este mundo, pero su impronta deja una marca imborrable en nuestra principal industria.