En pie, la Casa Gargantini necesita urgente restauración

Inaugurada en 1910 y Monumento Histórico Nacional, el chalet recibe visitantes y se usa para algunas reuniones.

En pie, la Casa Gargantini necesita urgente restauración

La historia vitivinícola de Mendoza está estrechamente ligada a los pioneros italianos Juan Giol y Gerónimo Bautista Gargantini, que hace más de un siglo construyeron la bodega La Colina de Oro, y posteriormente dos emblemáticas casonas, a la altura del carril Ozamis 900, en Maipú.

Las casonas se inauguraron en los años 1908 y 1910, respectivamente. Ambos inmuebles fueron prioritariamente concebidos para vivienda, y luego pasaron a tener cometidos relacionados con la producción del vino y las actividades propias de la industria. Posteriormente, tuvieron distintos dueños, hasta que en 1954 la bodega y las casas recayeron en manos del Gobierno provincial, que en 1993 las donó a la Municipalidad de Maipú.

La comuna creó entonces el Museo Nacional del Vino y la Vendimia en la sede Gargantini, y la rescató del abandono.

El inmueble Gargantini tiene una superficie cercana a los 1.100 m2, consta de planta baja, primer piso, una torre y un subsuelo.

La planta baja de esta propiedad conserva su mobiliario original, una escalinata de mármol y salas amplias y confortables e impactantes arañas.

Las dos residencias son Monumento Histórico Nacional, pero solo se encuentra en uso la Gargantini, ya que su vecina, la que perteneció al empresario Juan Giol, está cerrada y en penoso estado.

El chalet que permanece operativo, rodeado de un amplio y vistoso jardín, es utilizado actualmente para reuniones, cursos de capacitación, degustaciones y visitas guiadas, aunque con el cuidado de que no sean muy numerosas por el estado de fragilidad del inmueble. También se dejaron de hacer en la sede actos que requiriesen sonido de alto volumen porque la contaminación sonora degrada las instalaciones.

Precisamente este aspecto es el que preocupa a las actuales autoridades del municipio, encabezadas por el director de Cultura, Patrimonio y Turismo, Cristian García.

“La casa está abierta, pero necesita un trabajo de planificación patrimonial que resuelva deterioros y degradaciones que el paso del tiempo van acentuando en el inmueble”, sostiene García.

La Municipalidad realiza el mantenimiento, paga los sueldos de los empleados y recientemente efectuó un amplio trabajo de pintura y reparación para subsanar filtraciones y desperfectos eléctricos. Incluso se restauró la araña principal a través del presupuesto municipal.

García y otros patrimonialistas sostienen que los esfuerzos deben ser mucho más amplios y contundentes porque el desgaste de más de 100 años de vida se hace sentir.

El director del área redobla la queja: “Estos bienes, de incumbencia  federal, están abandonados por el Estado nacional y a merced de las gestiones provinciales y municipales. La Comisión Nacional de Monumentos parece estar preocupada solo por algunos enclaves, como por ejemplo las Estancias Jesuiticas en Córdoba, desechando u olvidando otros lugares como éste, básico en la historia de la vitivinicultura de una región”.

Debido a esa posición de omisión de gestión nacional, los funcionarios maipucinos aguardan la posibilidad de poner en marcha un plan provincial de recuperación patrimonial, para atender éste y otros complejos históricos que existen en el departamento.

Por ahora, existen conversaciones con Fecovita (Federación de Cooperativas de la industria del vino), que podría cooperar económicamente en la recuperación de los edificios, prioritariamente con el de Gargantini, y en el mejoramiento de los contenidos y la funcionalidad del establecimiento.

Entre los componentes más comprometidos figura el cierre perimetral, ya que por el crecimiento de los árboles se ha inclinado el muro.

El interior de la residencia, aunque bien conservado, necesita de diversas atenciones. En el exterior, hay afectaciones, por ejemplo a la escultura que sostiene el balcón y que ofrece una degradación en su estructura.

Las visitas a la centenaria propiedad se pueden hacer a través de recorridos asistidos por guías, de lunes a sábado, de 9 a 18, y domingos y feriados, de 10 a 13. Se cobra una entrada de $ 10.

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