Los daños son irreversibles -sobre todo en cultivos- y es la pesadilla hecha tormenta de los productores mendocinos. El granizo sigue haciendo de las suyas -con sus nefastas consecuencias- y, en lo que va de la temporada de tormentas graniceras (que comenzó el 1 de octubre y termina a fines de febrero) se registraron 108 días de precipitaciones de granizo.
Si se tiene en cuenta que hasta ayer habían transcurrido 145 días desde el comienzo de octubre, el promedio es de 75% de días con tormentas de este tipo.
Asimismo, hay otro dato que resulta tan alarmante como llamativo: a una semana de que termine febrero, las tormentas ya están por encima de la media de toda la temporada -que incluye la totalidad del segundo mes del año-.
Frente a los 92 días con registros de granizo que equivalen a la media de temporada completa, los 108 registrados hasta ayer significan un aumento de 18%. Incluso, los números parciales de este año -a siete días que restaban ayer para el cierre de febrero- también ya superaron el récord histórico (se mide desde 1998) que había sido de 106 días con tormentas de granizo en esos cinco meses de 2005 y 2006.
“Es un año atípico en lo que se refiere a tormentas de granizo. Hasta el fin de la temporada hay todavía más tormentas pronosticadas. El fenómeno de El Niño tiene mucha incidencia en esta situación, ya que la capa atmosférica está más saturada con vapor. Entonces se produce un calentamiento en las capas inferiores y está más frío arriba”, destacó Marcelo Peña, supervisor de la Dirección de Contingencias Climáticas (DCC) de la Provincia.
Además de la gran cantidad de días con tormentas de granizo, la actual temporada tiene otros detalles particulares que la hacen sobresalir. Por un lado, por medio de los radares se han detectado 5.790 células -todas terminan precipitando, ya sea en forma de agua, granizo o mixta-, casi mil más de las 4.800 con que cerró la temporada 2014 - 2015.
“Otro dato atípico es que este año también se han observado tormentas graniceras de una mayor altura a la media. Mientras que lo normal son aquellas que se forman a 14.000 ó 15.000 metros, muchos días de esta temporada hemos tenido tormentas de entre 16.000 y 18.000 metros. Incluso, la última de Junín era de más de 18.000 metros. Son tormentas muy fuertes en cuanto al tamaño del granizo, ya que el tamaño promedio es de entre 2 y 2,5 cm de diámetro y este año ha llegado a 6 cm de diámetro. Hacía muchos años que no registrábamos tal tamaño, y cuando se da ocurre 2 ó 3 veces al año como mucho. Pero este año ha sido común”, siguió Peña.
Castigados
El Este, el Valle de Uco y el Sur provincial son -desde siempre- las zonas productivas más afectadas por el granizo. En lo que va del mes ha habido al menos tres grandes tormentas en estas regiones.
En Junín, por ejemplo, hace una semana granizó durante 30 minutos y fueron más de 3.000 las hectáreas involucradas, en las que hubo zonas con pérdidas de más de 80% de la producción. En la ocasión -las precipitaciones afectaron a San Martín y Rivadavia también-, cayeron piedras de más de 4 centímetros de diámetro, llegando a 6 centímetros en Palmira.
“Calculo que después de esto vamos a sacar un 30% de lo que esperábamos al comienzo de la temporada”, destacaba a Los Andes con resignación uno de los trabajadores de Finca Furlotti, donde se vieron afectadas 250 hectáreas de olivos y viñedos.
El viernes último se repitieron las precipitaciones en el Este, y se vieron afectadas además las viviendas de los vecinos de esos departamentos. El jueves 4 de febrero la zona más castigada fue San Martín -especialmente Chapanay y Alto Salvador-, con daños en 1.200 hectáreas, casas y escuelas de la zona.
“No nos quedó nada. Fueron 20 minutos de granizo muy fuerte que se llevó toda la producción”, contó en ese momento Javier Gómez, un obrero de la Finca Gaberione en la que se perdieron 21 hectáreas de uva.
Durante la tarde de ayer, en tanto habían pronosticado granizo en el sur de Malargüe y la alerta se extiende hasta fin de mes. “Sólo 4% del territorio provincial está cultivado, y es cuando graniza en estos lugares cuando se conocen los episodios y consecuencias. Pero hay tormentas de granizo casi todos los días en el campo también”, explicó Peña.
Lucha antigranizo
Las células -o celdas- de tormenta se observan por radar entre las masas de nubes, dentro de los focos. Se ven zonas vivas, con colores más intensos y es allí donde se debe prestar atención y actuar, en la medida de lo posible. En estos puntos es donde se siembra ioduro de plata con los aviones, con la idea de mitigar los efectos del granizo.
“Desde el 1 de octubre se han sembrado 365 focos con ioduro de plata. Se trata de nubes que son potencialmente graniceras y que se ubican sobre o se dirigen hacia algún oasis. Entonces se las siembra para mitigar el tamaño y los efectos del granizo. Cada porción de nube está conformada por millones de gotitas y tiene un porcentaje de humedad. Las gotas se congelan a temperaturas muy bajas -por debajo de 40° bajo cero- o cuando entran en contacto con núcleos de cristalización. Al ocurrir esto, los núcleos incorporan la humedad y se hacen más grandes. Si son pocos núcleos de cristalización, acaparan toda la humedad y se forman pocas piedras grandes. Pero al introducir núcleos, se reparten en distintas partes y el resultado es o bien granizo más pequeño (que causa menos daño) o directamente que precipiten en forma líquida.
Según especificó Peña, por estos días en la Dirección de Contingencias Climáticas cuentan con bengalas (para sembrar en la base de las nubes) y cartuchos (para hacer lo propio en el tope) suficientes para combatir tres grandes tormentas, mientras que destacó que están esperando que lleguen las partidas que periódicamente reciben.
El tamaño y la forma de las piedras
Otro de los rasgos más llamativos de las últimas tormentas graniceras registradas en el Este y Sur tiene que ver no sólo con su tamaño -hubo piedras que llegaron a seis cm de diámetro, cuando lo normal son dos centímetros-, sino también con su forma.
Lejos de su forma esférica u oval, que llevan a que se las compare con pelotas de tenis o huevos respectivamente, muchas de las piedras se veían con puntas filosas que se desprendían de la circunferencia original.
“Esta situación se da porque el granizo incorpora en su movimiento otras piedras más pequeñas. Depende del movimiento de los grandes que comienzan prácticamente siendo esféricos y van incorporando mientras caen otros granizos”, indicó Marcos Peña, supervisor de la DCC.