El corazón es mucho más que una metáfora estampada sobre una remera negra.
El diseño que se completa con un motor es el punto de encuentro para 50 motociclistas que ayer, desde Palmares, emprendieron el Cruce de los Andes. Para muchos de ellos, será la octava oportunidad.
Un viaje episódico, de tres días, por los caminos de montaña a beneficio de la Fundavita. “Juntos avancemos contra el cáncer” es el eslogan de esta travesía que unirá Mendoza y Reñaca. Un plan de poco más de 400 kilómetros antes de emprender el retorno.
Una Honda Shadow roja, con su tanque abrazado por el dibujo de llamas; una Harley Davidson Sporter negra; una colección de BMW, con alforjas, entre ellas una R80 de 1981, como las que alguna vez utilizó la Policía de Mendoza.
De acuerdo a lo señalado por la organización, no importa la cilindrada, ni la montura, sólo el espíritu de colaborar.
Desde la playa de estacionamiento del centro comercial, el ronroneo de las máquinas sirve de antesala al recorrido que tendrá su primera posta en Potrerillos.
Roberto Drazich (33 años) destaca: “Ésta es la segunda vez que realizaré el viaje, además de divertirme conduciendo mi moto, el objetivo es sumar un granito de arena y apoyar la tarea que realiza Fundavita en la lucha contra el cáncer”.
Drazich conduce una Royal Enfield, que destila sus aires de “joya” clásica con su tanque bicolor y motor cromado. Una reliquia que desde hoy volverá a ser la reina de los caminos.
Cincuenta historias de “moteros” se entrecruzan, con el rugido de su bestias de metal. Como la de Chango, de 72 años, que desde San Isidro, Buenos Aires llegó a bordo de su Honda WC 700. Carlos Alberto Fernández Barrios, el más experimentado de la tropa, a los 13 años fue seducido por una moto italiana de 51 cm3; su padre que fue piloto de carreras en la década del ‘40 y ‘50, le había inculcado una herencia que finalmente se transformaría en una pasión.
“La mejor anécdota que tengo sobre una moto fue en 1978, en el autódromo de Buenos Aires. Allí conduje una Kawasaki a más de 200 kilómetros por hora. Era una moto de carrera, preparada por Yoshimura, como las que arrasaban en aquella temporada. Después hubo muchas más que superaron los 200 km/h, pero ésa era la primera. Esa sensación fue única”, confiesa.
“A mí me gustan desde chico, mi primera moto fue una Moton de 51 cm3 (italiana); casi como una réplica de una Ducatti, pero más chiquita. La compró mi padre, somos cinco hermanos, pero él me eligió a mi no sé por qué. Después tuve una Royal Enfield, son máquinas muy robustas, fabricada en la India con la misma tecnología que las hacían los ingleses en la década del ‘50”, agrega.
Chango es una caja de Pandora. Un aventurero que disfruta del placer de conducir, así se convirtió en uno de los pilotos en esta cita de Fundavita.
“En Mendoza me compre una Royal Enfield; en el concesionario estaban en contacto con la Fundación y me invitaron a participar del primer cruce. Acepté. Es increíble lo mucho que trabajan, desde ese momento no podía dejar de venir y participar”, detalla.
El recorrido esta programado con cuatro escalas, desde la salida en Godoy Cruz, con un primer stop en Uspallata, después se detendrán en el centro de esquí del Portillo para arribar posteriormente a Reñaca. “Este evento está hecho para compartir”, sostiene Diego Nazar Dobson (43 años).
El representante de la Fundación es parte de esta caravana, que completan dos camionetas con remolques por cualquier eventualidad; su BMW R80 ya está lista.
“Un amigo de mi padre prácticamente me la regaló, el ya no podía conducirla más. Me dijo que la disfrutara, y eso es lo que he hecho”, argumenta. Nazar Dobson es uno de los impulsores de este evento, que desde 2008, se realiza ininterrumpidamente el primer fin de semana semana de diciembre.
Travesía a beneficio de tres escuelas
A través de un acuerdo entre la Municipalidad de Las Heras y Toyota Argentina, el miércoles y ayer, se realizó un circuito por alta montaña con la premisa de potenciar el turismo, sus entornos naturales y llevar donaciones a escuelas de Polvaredas, Uspallata y Puente del Inca.
En su objetivo solidario, las escuelas 1-722 La Fundición, de Uspallata; 1-412 Correo Salinas, de Polvaredas, y la 1-476 María Luisa Duhagón, de Puente del Inca, recibieron: materiales e insumos, mochilas con útiles para cada uno de los alumnos (110 aproximadamente), centros musicales, elementos de estudio para equipar las aulas, manuales y libros educativos, zapatillas, agua mineral, leche chocolatada, leche entera, leche en polvo, agua saborizada, alimentos no perecederos, resmas de papel y un viaje de los niños a la ciudad de Mendoza para realizar actividades recreativas.
Fueron más de 500 km ida y vuelta por caminos de tierra, ripio y ruta para unir la ciudad de Mendoza y los parajes lasherinos.