Ciudad Hidalgo (México). Miles de migrantes centroamericanos, que se agruparon después de cruzar la frontera desde Guatemala, avanzaron ayer en caravana por el sur de México bajo vigilancia policial, entre advertencias de que no se les permitirá seguir mucho más su camino.
Los migrantes son al menos 4.000 personas, según estimaciones periodísticas, aunque no hay una cifra precisa y alguna señal que asciende a más de 7.000.
Muchos quieren seguir hacia Estados Unidos, lo que implicaría un recorrido de más de 3.800 kilómetros.
"El Estado mexicano, a través del Instituto Nacional de Migración, los exhorta a regularizar su situación migratoria en el país", dijo el jefe regional de migración, Francisco Echevarría, en un mensaje en la carretera a la altura de Frontera Hidalgo.
“De lo contrario, se tiene que aplicar la ley”, agregó. “No pueden continuar en territorio nacional de manera irregular”.
Ahora el contingente está conformado solo en parte por hondureños que entraron a México cruzando ilegalmente el río Suchiate.
Hay también guatemaltecos y otros centroamericanos que no formaban parte de la caravana original y que encuentran en este movimiento la oportunidad de avanzar hacia la frontera con Estados Unidos.
Esperanza y miedos
La caravana empezó hace una semana el recorrido en San Pedro Sula, Honduras, con poco más de 1.000 personas y se fue agrandando hasta llegar a la frontera entre México y Guatemala.
Una parte de los hondureños solicitó refugio formalmente en el puente fronterizo entre México y Guatemala.
Los demás salieron ayer desde Ciudad Hidalgo, fronteriza con la localidad guatemalteca de Tecún Umán, hacia Tapachula, a unos 40 kilómetros de distancia.
"Ahí vamos, a ver qué pasa. Espero llegar a la meta", dijo en la caravana una mujer que se identificó como Marisol y que caminaba con otros ocho integrantes de su familia: su esposo, su hermano, su cuñado y cinco niños, de cuatro a 12 años.
Los rostros, sin embargo, se volvían serios mientras helicópteros sobrevolaban el sitio y la policía, desarmada, pero con escudos y cascos, hacía acto de presencia a lo largo del camino. También se pusieron autobuses a disposición de los migrantes para llevarlos a un albergue, pero sin eco.
Las autoridades les hicieron varios llamados a presentarse ante el Instituto Nacional de Migración para hacer una solicitud de refugio de manera formal, única vía por la que podrían permanecer en México.
Sin embargo ese trámite, por el que muchas personas esperan todavía en el puente fronterizo su turno para entrar, ha ido fluyendo de manera muy lenta y además las personas quedan bajo custodia.
Los migrantes temen ser deportados y quedar encerrados si piden refugio, ya que el trámite implica que deben permanecer en instalaciones migratorias mientras se estudian sus casos, lo que puede demorar hasta tres meses.
Diálogo
El avance de la caravana después de varias horas era prácticamente en paralelo a la frontera, desde Ciudad Hidalgo hacia Metepa de Domínguez, en el estado de Chiapas.
De acuerdo con medios locales, antes de Tapachula unos 150 policías federales esperan a la caravana. Además hay otros retenes migratorios en el camino.
La caravana estaba formada por unas 5.000 a 6.000 personas cuando llegaron a México. No está claro cuántos de los que marchan ahora forman parte del contingente original.
Según las autoridades mexicanas, había todavía unas 2.200 personas en el puente el sábado y 1.500 recibieron apoyo en México y en Guatemala para regresar voluntariamente a Honduras.
Las autoridades mexicanas señalaron que por el momento la instrucción es no hacer uso de la fuerza y exhortaron al grupo de centroamericanos a acudir a los albergues que ha ofrecido el Gobierno a quienes piden refugio.
Acompañado por personal del Instituto Nacional de Migración, el comisionado general de la Policía Federal, Manelich Castilla, se aproximó al contingente y expresó que la instrucción del ministro del Interior, Alfonso Navarrete, es agotar el diálogo y no hacer uso de la fuerza.
“Que toda la gente que viene en esta caravana sepa que la presencia policial es para poder guiar su paso por zona segura a que sean atendidos en el albergue”, dijo Castilla.
Denys Omar Contreras, uno de los primeros en concluir el recorrido desde Ciudad Hidalgo hasta Tapachula, afirmó: "Venimos huyendo de la violencia de las pandillas", afirmó. "No venimos huyendo solo porque no tenemos trabajo, vivimos en un infierno", agregó Contreras.
“Algunos nos hemos adelantados en autos o en camiones. Otros nos hemos venido en combis porque los conductores han visto la necesidad que traemos y se han parado”, afirmó.
Tapachula está separada de Guatemala por el río Suchiate, por el que muchos de los migrantes decidieron cruzar en balsas o nadando sin atender el llamado de las autoridades mexicanas a pedir refugio por canales formales en el puente fronterizo.
Los migrantes se instalaron en la plaza central de la ciudad, después de una caminata bajo un fuerte sol, en la que muchos avanzan con niños cargados en los hombros o en brazos. Algunos quieren pedir refugio en México, pero otros están decididos a ir hasta Estados Unidos.