De muy buen humor, tal vez porque “hay buenas noticias”, según él mismo dijo, aunque negó fijarse en las encuestas que lo siguen ubicando tercero cómodo, Sergio Massa volvió a Mendoza para lanzar su campaña en la provincia.
Vino acompañado por quienes serán sus jefes de economía, Roberto Lavagna, y político, José Manuel de la Sota, y por su candidato a vice, Gustavo Sáenz, quien hasta llegó a citar a Ricardo Arjona para graficar la solidez de este equipo, al decir que se trata de “una amalgama de experiencia y juventud”.
El lanzamiento de esta nueva campaña, a la que ha denominado “las propuestas son el cambio”, con la idea de diferenciarse del oficialismo y del macrismo, a quienes les endilgó sólo “campañas de propaganda”, tuvo como centro de operaciones el hotel Intercontinental, habituado a actos políticos, aunque casi siempre más relacionados con el kirchnerismo.
Allí, después de atender a la prensa, Massa participó en un corto acto ante un centenar de militantes y dirigentes, luego -con similar estilo al de su contrincante Mauricio Macri- en una cena “para recaudar fondos”, a la cual, según se informó, asistieron unas 350 personas que pagaron $2 mil el cubierto y que contó con la presencia de algunos referentes políticos locales del Frente Renovador y de UNA, y de empresarios, entre los que se destacaron algunos miembros de la UCIM.
Secundado por los candidatos locales como Carlos Marcelo Sicilia, Emilce Farina, Jorge Pujol y Martín Garbullo, además de dirigentes como el diputado provincial electo (en la lista que también auspició Macri en Mendoza), Guillermo Pereyra y Pablo Cazabán -organizadores del encuentro-, Massa se esforzó en todo momento para responder y para dar su discurso, en base a las propuestas que ha preparado en esta campaña.
“Los que dicen que está todo bien sólo quieren seguir en el poder y los que dicen que todo está mal, sólo quieren ganar la elección”, arrancó el tigrense su alocución y así, siempre trasladando a la provincia todas sus propuestas, habló de su “compromiso con los mendocinos”.
En ese sentido lanzó sus promesas económicas, sociales, y de seguridad. En el primer caso, bajo la atenta mirada de Lavagna, hizo referencia a que para las economías regionales promoverá la “eliminación de las retenciones” a productos como el vino. También aseguró que bajará “un 30% la presión impositiva”, con lógicas “políticas de compensación”, y, coincidiendo con los últimos dichos de Scioli, predijo que bajará “a un dígito la inflación” en su mandato, además de comprometerse a incrementar la economía “en 5 puntos”.
También dijo que para Mendoza habrá “cien mil créditos hipotecarios” para acceder a viviendas y en cuestiones de seguridad prometió “acudir a las Fuerzas Armadas” para combatir la delincuencia y aseguró que le declarará “la guerra” al narcotráfico, comparando esa lucha con los conflictos por Malvinas, y con Chile, por los cuestiones limítrofes, al calificar a los narcos, “organizaciones transnacionales”.
A los jubilados, volvió a prometerles el 82% móvil, algo sobre lo que Lavagna aseguró que “se pueden conseguir fondos” de la banca estatal.
Aunque más allá de lo económico, el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner dijo que “hay que pensar en soluciones amplias”, para resolver aspectos centrales como el tipo de cambio peso-dólar, “sin pensar en el ajuste de la derecha”.
En lo estrictamente político, tanto Massa como De la Sota, quisieron despegarse de cualquier encuesta. “En este país existe la impunidad de los encuestadores”, cuestionó el gobernador cordobés.
Por eso Massa aseguró que “habrá segunda vuelta”, pero que será él quien estará en esa instancia y la gente le dará su apoyo. Además cuestionó la falta de debate (“este miércoles debería haberse realizado el primero”, recordó) y en la crítica aseguró que “Macri eligió globitos” y “Scioli no dice nada porque Cristina no lo deja”.
Esos minutos interminables
En campaña, los políticos se cuidan de no decir palabras de más ni de pasar papelones y muchas veces recurren a un guión para mostrarse en público o ante la prensa.
Algo de eso se vio ayer en el Intercontinental. De hecho, tras la conferencia de prensa, Massa, De la Sota y Lavagna “improvisaron” una reunión para emitir opiniones que fueran escuchadas por los periodistas que permanecían en el lugar.
Pero en el inicio del acto se comprobó que no querían salirse del libreto. Si bien Massa y De la Sota entraron al salón repleto de militantes, lo que generó un “espontáneo” aplauso, Lavagna y Sáenz demoraron su ingreso haciendo que las otras dos figuras quedasen solas en los sitios definidos en el escenario, y en un silencio verdaderamente incómodo que duró un par de minutos, y que sólo se disipó cuando aparecieron los ausentes, momento en el que el locutor retomó las presentaciones, y volvieron los aplausos.