Las expectativas eran grandes. Dos horas antes de lo previsto las fanáticas de Luis Miguel ya hacían cola en el Stadium Arena Maipú para ver y escuchar a su ídolo. Gritos de emoción, gorros con su nombre, binchas en la cabeza y hasta ramos de rosas eran parte del paisaje.
Instantes previos al inicio del recital, hubo fuertes quejas y discusiones entre el público que se colocó en la platea central, con algunas personas que tenían la entrada correspondiente a las plateas laterales. Luego de reiterados pedidos y antes que las luces se apagaran, la organización ordenó la situación y cada uno se ubicó en el lugar correspondiente.
Romántico y distendido
Pasadas las 22 horas, los primeros acordes del bolero "¿Quién será?" comenzaron a sonar en el reciento. El telón negro que cubría el escenario bajó abruptamente y luego de seis años de ausencia en la provincia, apareció Luis Miguel en escena, de impecable traje negro con camisa blanca.
Atento al sonido y con la platea que coreaba y gritaba su nombre dio paso a una seguidilla de hits pop como “Tú solo tú”, “Dame tu amor”, “Sol, arena y mar” y “Suave”.
"Arriba Mendoza", fue el saludo inicial del cantante a las 2.500 almas, en su mayoría mujeres, que deliraban y acompañaban cada tema. Pasado los 20 minutos de concierto, hubo un corte del concierto que duró varios minutos, para dar paso a baladas románticas de sus distintos discos.
Acompañado de nueve músicos y una bella coreuta, Luismi interpretó clásicos como “Sabor a mí”, “Nada te puedo dar” y “Sin ti”. De muy buen humor, en distintos momentos interactuó con la banda y se movió por el escenario con los típicos movimientos, que ya son marcar registrada en él.
Pero el segmento romántico iba a seguir luego del primer cambio de vestuario (lució una camisa y chaleco negro) con “Mienteme” y “Hasta que me olvides”. Al comenzar a cantar este último tema, se equivocó la letra, pero salió del apuro con una risa cómplice y dejando a sus fanáticas interpretar esta canción, que es uno de los siempre elegidos en su repertorio.
Pasado el momento, la fiesta siguió y un aplauso ensordecedor inundó el lugar, a lo cual Luis Miguel devolvió con una energía cautivante. “A ver Mendoza”, agitó a la platea para cantar “Separados” y “Dos enamorados”, canciones que marcaron los comienzos de su carrera.
Ya se asomaba la recta final del concierto, y luego de una larga espera, el mexicano lucía una remera y chaleco. “Fría como el viento”, “Tengo todo excepto a ti”, “La incondicional”, “A mi lado” y “No culpes a la noche” encendieron la velada. Distendido, se acercó a las seguidoras que estaban cerca del escenario y allí besó en la frente a una niña que estaba junto a sus padres. Ramos de rosas, apretujón de manos y un corazón con sus iniciales bordadas fueron parte de los obsequios y cariño que recibió de sus fans.
“Gracias Mendoza, hasta la próxima” fue el saludo final a la multitud y culminó una noche para el recuerdo con “Deja Vu” y “Labios de miel”.
A pesar de las reiteradas pausas entre tema y tema, el regreso del azteca a la provincia fue más que satisfactorio. Una excelente banda demostró su talento con arreglos musicales en distintos temas. Además, la puesta en escena de nivel internacional con juego de luces e imágenes en las cuatro pantallas led que rodeaban el escenario, hicieron del encuentro un marco único.
De notable buen humor Luis Miguel desplegó todo su carisma durante las casi dos horas de show; repasó grandes éxitos de su carrera y con su voz y simpatía renovó el romance con los mendocinos, para confirmar una vez más que el trono de Rey no se lo saca nadie.