Estación del subte. Beatriz (Laura Cortes) no encuentra salida a los problemas de su vida, más allá del amor de su hijo. El suicidio es una opción, pero como una (mágica) coincidencia, Gloria (Alejandra Peralta) le salva la vida. Ella, casada y violentada por el hombre que le juró amor, interrumpe sus planes llevándola a encontrarse con Beatriz. El trinomio se cierra con Meche (Susana Rivarola), evangélica por herencia matrimonial, viuda un par de veces, que reaparece para comenzar a liberarse de lo aprehendido, lo que han creído toda su vida y comenzar a, simplemente, ser ellas mismas.
Este sábado llega al teatro Las Sillas la adaptación del texto de Gustavo Ott, en manos de estas actrices y bajo la dirección Rubén González Mayo. En sus líneas cuenta la historia de tres mujeres, en clave de una comedia crítica, que en sus momentos más temibles y terribles se unen para iluminar sus caminos y salir adelante.
El ojo está puesto en lo impuesto, valga el juego. Los mandatos sociales y familiares irrumpen con fuerza en tres vidas que comparten su manera de salir adelante: la sororidad. Las problemáticas llegan al mismo lugar, impulsado por el acompañamiento mutuo, a medida que se desarman los preceptos: "Fue gratificante proponerle estos personajes, que distan de las personalidades de las actrices. Hay un paralelismo entre lo que es su relación abajo y arriba del escenario, de su buena relación", rescata Rubén.
La responsabilidad de estos cambios pasan por la conciencia de todos y todas, dispuestos abandonar lo que nos enseñaron y entender con una mayor amplitud lo que sufren las mujeres. "Empezar a visibilizar, romper con los mandatos y entender nuestra responsabilidad como varones, como artistas, de dar lugar a estos cambios, son nuestras obligaciones", reflexiona el director, que estrena en el teatro Las Sillas (Chile 1754).